En Latinoamérica, prácticamente todos los países comparten la misma situación socioeconómica, y esto conlleva a tener problemas similares, entre los cuales está el enorme problema de la corrupción, sobre todo en los órganos del estado. Un estudio sobre la percepción de la corrupción demostró que todos los países latinoamericanos tienen un índice de corrupción de 5 a 2, siendo 10 la falta de corrupción y 1 la total corrupción.
El factor que muchos consideran determinante en la existencia y el crecimiento de la corrupción es la inefectiva estructura burocrática de un gobierno. Esta situación se da a lo largo y ancho de América, y nunca faltan las quejas sobre lo que toma llevar a cabo un trámite y como con cierta cantidad de dinero se acelera increíblemente el proceso. Es esta estructura que le abre las pertas a los corruptos para corromperse aún más.
En adición, el gran causante de la corrupción es el ciudadano ignorante. La falta de educación lleva a algunos a pensar que con cierta cantidad de dinero, se puede aligerar el trámite sin causar una molestia a otros, aunque suceda todo lo contrario, pues es esto lo que aviva la llama de la corrupción. La “propina” al policía, el funcionario público, juez, etc. es más que común en nuestro país, lo que ha causado un crecimiento mayor que nuestro ya impresionante crecimiento económico, oponiéndose a él, llegando a su cúspide en el gobierno de Fujimori. La que fue tal vez la mayor demostración de corrupción en un gobierno a nivel mundial fue la serie de videos en los cuales aparecía Vladimiro Montesinos corrompiendo a un número de funcionarios.
Sin embargo, en el pasado reciente la corrupción en ciertas partes de Latinoamérica se ha reducido considerablemente, y en proporción inversa al crecimiento económico. Esto ha llevado a que los niveles de corrupción en los países latinoamericanos más desarrollados como Chile y Brasil hayan llegado a niveles aceptables.