Referiremos especficamente a tres modos de opresin que pueden ser encontrados en tres obras literarias: Casa de muecas, de Ibsen; Metamorfosis, de Kafka; y 1984, de Orwell

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Opresión: siempre presente

                Rosario Gianola, Dominique Lawrie, Inés Tovo

La opresión, una palabra con varios significados (NO ES DE HINCHA, PERO CUANTOS SIGNIFICADOS PUEDE TOMAR?), puede tomar diversas formas. Nos referiremos específicamente a tres modos de opresión que pueden ser encontrados en tres obras literarias: Casa de muñecas, de Ibsen; Metamorfosis, de Kafka; y 1984, de Orwell. Estas obras ponen de manifiesto cómo las diferencias sociales comprometen la integridad de los individuos, oprimiéndolos y privándolos de su libertad.

La obra literaria de Ibsen cuenta la historia de una mujer llamada Nora que es oprimida por su marido, Helmer. En este caso, el tipo de opresión utilizada es sutil. Esto se dice porque en ningún momento Helmer la oprime directamente sino que simplemente limita sus capacidades de persona pensante. Casualmente, en el contexto en el que transcurre la obra, la mujer es vista como un elemento, no es considerada como una persona útil, sino como un adorno lindo, una simple muñeca. Más aún, una mujer no podía ser ella misma en aquella actual(¿¡que es esto!?), que era una sociedad exclusivamente masculina, con leyes forjadas por el hombre. Esto se ve reflejado en la relación entre la heroína doméstica, Nora, y su marido Helmer, el prototipo característico del siglo XIX. En el siguiente pasaje se ve cuál era la percepción del rol de la mujer en la época:

Nora: ¿A qué llamas tú mis deberes más sagrados?

Helmer: ¿Necesitas que te los diga? ¿No son tus deberes con tu marido y tus hijos?

Nora: Tengo otros deberes no menos sagrados.

Helmer: No, no los tienes.

Claramente se ve que la mujer estaba condicionada a dedicarse a la familia, es decir, cuidar de sus hijos, satisfacer a su marido y asegurar la felicidad de todos. El concepto de mujer trabajadora, emprendedora e independiente no existía en su totalidad o estaba mal visto. No se esperaba que la mujer estuviese al tanto de las cuestiones políticas, económicas o de avances en cualquier rama de las ciencias, si se quiere. Esto se advierte en el asombro de Helmer al escuchar a Nora hablar con el doctor Rank sobre investigaciones científicas:

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“Helmer: ¡Hombre! ¡Norita, hablando de investigaciones científicas!”

        Es preciso que Nora haya sido víctima de un chantaje por parte de un prestamista insidioso, Krogstad, para que vea clara la realidad de su convivencia matrimonial y el carácter ínfimo de mujer-muñeca que tanto Helmer, como antes su padre, estuvieron dispuestos a concederle. Nora, al darse cuenta de su posición en la sociedad, se ve indignada y decide cambiarla. Esto también podría tomarse como un anticipo de la aparición de los movimientos feministas y es algo extraordinariamente raro porque en un país conservador como Noruega alguien imaginaba el “nuevo” rol de la ...

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