El Lazarillo de Tormes y su nuevo amo, el Mesonero.

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El Lazarillo de Tormes y su nuevo amo, el Mesonero

        Yo había vagado ya durante 2 días, durmiendo en cualquier parte. Comiendo un poquito de pan cada día(que había escondido en un agujero en una de las paredes en casa del clérigo), bebiendo lo que encontrase. Aunque aún conservaba un poco del pan, que antes de irme, me había metido en el bolsillo pequeñito que tenía en la parte trasera de mis pantalones andrajosos; pero sólo me quedaba menos que medio de ello. Ya tan sólo me quedaba muy poquito para llegar a la ciudad. Yo estaba muy cansado y decidí descansar un rato antes de llegar a la gran ciudad.

        Descansé un rato, y continué mi recorrido. Pronto llegué a una bifurcación, uno de los caminos se dirigía hacia la ciudad y el otro hacia el campo. Cogí el camino hacia la ciudad. De pronto me encontré con un mesón, y decidí entrar allí, a ver si me dejarían alojarme allí si trabajara. Al entrar, saludé al Mesonero.

        -Hola, ¿En qué puedo servirte muchachito?- Me preguntó el Mesonero.

        -¿Me permitiría alojarme aquí esta noche solamente, si trabajara por ello?- Le dije al         Mesonero.

        -¿Acaso no tienes hogar?- Me preguntó el Mesonero.

        -No. Mi último amo, acaba de echarme de casa.- Le dije.

        -Ah, bueno. Vale quédate. Si me gusta tú trabajo, te quedas durante un tiempo, y si no, pues         mañana al amanecer tendrás que marcharte. ¿De acuerdo?- Me dijo el         Mesonero.

        -Muchas gracias señor.- Le dije, muy agradecido.

        -Ahora, comienza a trabajar. Primero deberás lavar los platos en la cocina. Cuando         acabes de lavar los platos, limpia toda la cocina, y cuando acabes eso me avisas.

        Me dirigió hacia la cocina y me dejó allí. Comencé a lavar los platos inmediatamente, como había platos para un buen rato. A continuación limpié toda la cocina, y fui a llamarle al Mesonero.

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        -Señor, ya he terminado con el trabajo que usted me dijo que hiciera.- Le dije al         Mesonero.

        -Vamos a ver como lo has hecho.- Me dijo el Mesonero.

        Él vino con migo a la cocina, y la inspeccionó de arriba a abajo. Después de un largo silencio, el Mesonero dijo:

        -La verdad es que has limpiado muy, muy bien. ¿Querrás quedarte a trabajar aquí?- Me         pregunto.

        -¡Claro que sí, señor!- Le dije.

        -Bueno... ¿tienes habré o no?- Me preguntó.

        -Sí que la tengo.- Le respondí pensando que este amo sería mucho mejor que los otros, pero         la verdad era ...

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