El abordaje analítico realizado en este ensayo es desde la condición de lectora del siglo XXI. Es muy distinta la concepción de “búsqueda de la identidad” en ambas obras ya que fueron creadas en dos épocas y culturas totalmente distintas. Para Sófocles la búsqueda de Edipo se enfrentaría necesaria e irrevocablemente con lo decidido por los dioses y el destino.
En el caso de Edipo Rey, Edipo descubre su verdadera identidad luego de un largo proceso, que va a implicar cuestionarse quién es realmente él y de dónde proviene. Edipo no cesa de buscarla, aún cuando comienza a entender que esa verdad es horrenda para su propia vida. Para esto se va a enfrentar a su esposa Yocasta que trata de evitar que esto ocurra. Edipo trata de alcanzar la verdad anunciada por los dioses.
Al comienzo de la obra, Edipo, rey de Tebas, se dirige a una muchedumbre de ciudadanos que se había congregado para pedir ante el altar de los dioses remedio a la peste que asolaba la ciudad de Tebas. Para conocer las causas de esta desgracia, Edipo manda a su cuñado Creonte a consultar el oráculo de Delfos. La respuesta del oráculo es que dicha peste se debía a que no se había vengado convenientemente la muerte de Layo, el rey anterior.
Edipo acude entonces al adivino Tiresias para aclarar las cosas. Entre ellos se produce un diálogo en el que ambos se insultan. Como dice Tiresias, Edipo está directamente implicado en el asesinato[3].
Yocasta le dice a su esposo, Edipo, que no debe hacer ningún caso de las adivinaciones proféticas y pone como ejemplo un oráculo que predijo a Layo que moriría asesinado por uno de sus hijos. Sin embargo, la muerte de Layo se produjo por asesinato de unos bandidos en un cruce de tres caminos.
Edipo, al conocer los detalles de la muerte de Layo y sus características físicas, se alarma y pide la presencia del único testigo sobreviviente del asesinato.
Edipo le cuenta a Yocasta acerca de sus padres Pólibo y Mérope. En un momento dado le llegaron rumores de que no era hijo natural de ellos y, al consultar el oráculo de Delfos, Apolo no respondió sus dudas y en cambio le dijo que se casaría con su madre y mataría a su padre. Por ello había abandonado Corinto, para tratar de evitar el cumplimiento de esa profecía. Más tarde, había tenido un incidente en un cruce de caminos, había matado a varias personas y sus características eran las mismas que las conocidas en el asesinato de Layo.
Yocasta trata de evitar que Edipo continúe investigando[4]. No obstante, el rey de Tebas desea saber más sobre su origen y descubre que el mismo pastor que fue testigo del crimen de Layo había entregado a Edipo, cuando éste era un bebé, al mensajero.
Por fin llega el testigo del crimen. Revela que el niño que le habían entregado para que lo abandonara era hijo del rey Layo y la reina Yocasta.
Edipo comprende que Yocasta y Layo eran sus verdaderos padres y que todos los oráculos se han cumplido. Es el asesino de su padre y esposo de su madre.
En Casa de muñecas, al comenzar la obra, nos encontramos con una Nora frívola, despreocupada, que vive en un mundo ideal y cerrado, dentro de una sociedad masculinizada. Su padre y su marido, Torvald Helmer, la tratan como a una niña pequeña, no dejándola pensar ni actuar por sí misma y mimándola al máximo. Ella se deja llevar, adoptando una actitud infantil y sumisa.
Helmer mima a su mujer, vive para ella, se preocupa por su bienestar, la cubre de regalos y atenciones, se muestra enamorado. Incluso los problemas económicos que atravesó la pareja van a desaparecer de inmediato. Tantas escenas ilustrando la armonía de la vida familiar esconde, en realidad, la idealización, no del amor romántico, sino del matrimonio. La felicidad de Nora, su conformidad con la vida que le ha tocado, no significa que no se haya entregado a un ideal. Nora es esclava de una idea preconcebida, de un prejuicio, de un ideal.
Pero Nora no se queda estancada en esta fase infantil, sino que evoluciona. Intenta liberarse de esta situación que la oprime y no le deja desarrollar plenamente su verdadera personalidad.
Nora se demuestra a sí misma su valía como mujer y su capacidad para tomar decisiones. Para ello solicita un préstamo a Krogstad, empleado del banco que dirige su marido. Este dinero lo utilizará para salvar, viajando a Italia, la vida de Helmer, ya que éste necesitaba ciertos cuidados para su salud que no podía obtener en su Noruega natal.
Por lealtad a su marido, Nora ha sido capaz de la mentira y el delito. Helmer, por su parte, la repudia cuando teme que se puede ver comprometido. Pero al pasar el peligro para él, le ofrece seguir siendo su “alondra”, su “ardilla”, su “chorlito”. Es ahí donde las máscaras caen de repente. Nora, desengañada, le anuncia a Helmer su deseo de abandonar la familia. Helmer le recuerda, por su parte, “los deberes más sagrados” de una mujer, como esposa y como madre. Nora es concluyente en su réplica: “Tengo otros deberes igualmente sagrados”. Su antiguo ideal se ha venido abajo: “He descubierto –dice Nora– que las leyes son distintas a las que yo pensaba; pero me resulta imposible concebir que esas leyes –las leyes que rigen en una casa de muñecas- sean justas”.
Es así como finalmente Nora renuncia a su matrimonio y a sus hijos y abandona el hogar conyugal “Tendríamos que transformarnos los dos hasta el extremo de que nuestra unión llegara a convertirse en un verdadero matrimonio ¡No creo ya en los milagros! Adiós.”[5] No rompe los lazos de familia para realizar sus sueños románticos, sino para conquistar su independencia como ser humano.
Retomando el papel de la familia en las obras, sin duda es horroroso para Edipo enterarse en primer lugar que matara a sus padres y luego enterarse la verdad final. Él es conciente de las obligaciones con los lazos familiares por eso se quita los ojos al enterarse la verdad. No quería ver la realidad que estaba viviendo.
Nora interpreta un rol sumamente revolucionario para la época. Quiere descubrirse como persona para ser independiente de su marido y de su padre, que la tratan como a una niña pequeña. No la dejan pensar ni actuar por sí misma y la malcrían al máximo. Nora se enfrenta a ellos para desarrollar su verdadera identidad.
Para finalizar, se puede decir que las obras analizadas muestran claramente cómo los procesos de humanización y búsqueda se van dando a lo largo de las historias. Mientras Edipo duda sobre su propia identidad, Nora deja de ser una “muñeca” para mostrarse frente a los demás como una mujer plena con sus propios ideales. En ambos casos, la familia juega un rol fundamental, como pudimos comprobar en el análisis realizado.