Asimismo, se encuentran desde el comienzo de la novela connotaciones que expresan subjetivamente que el espacio de la Comala muerta hace referencia al infierno representado por Dante en la Divina Comedia. Constantemente el autor refleja los aspectos espirituales del protagonista en la descripción del espacio
El tema surge de la boca de Abundio cuando describe a Pedro Páramo como “un rencor vivo”. De él surgirán varios sub-temas tales como la culpa, el amor con sentimiento fallido, la violencia, y lo fantástico. En esta obra lo que pasa en Comala, se puede decir que son hechos que suceden en los pueblos fantasmas que, en este caso representan al Purgatorio, como lo describen “la mera boca del infierno”, donde todas las almas se purifican para poder entrar en el Paraíso. La culpa que persigue a Pedro Páramo es el tema principal. El tono que se desarrolla a lo largo de la novela es de dos maneras; o nostálgico, sobretodo cuando hace referencia a Susana y a su muerte y por lo tanto el clima es sombrío y desolante. Por otro lado, el tono puede tornarse abrupto, en las situaciones donde se genera violencia o Pedro Páramo asegura que se cruzará de brazos ante Comala, condenándola por toda la eternidad. Se utilizan recursos como el “flash-back”, “racconto”, el monólogo interior, el contrapunto, que serían las dos historias paralelas de Pedro Páramo y Juan Preciado o en otro caso la de Susana San Juan y la de Dolores Preciado, y finalmente la evocación, que sería conseguir la atmósfera poética por medio de los diferentes estados mentales y psíquicos de los personajes narradores.
El tono es además acentuado por el lenguaje que es diferente dependiendo del narrador, ya que el omnisciente utiliza imágenes y otros recursos literarios, al igual que Dolores Preciado al describir Comala: “…Lleno de árboles y de hojas, como una alcancía donde hemos guardado nuestros recuerdos”. Y en contraposición se encuentra el lenguaje localista, con uso de mejicanismo y vulgarismos, como el siguiente ejemplo lo comprueba: “Deme el otro cuartillo, madre villa. Y si me quiere dar sobradito, pos ahí es cosa de usté.” La constante fluctuación de los diferentes tonos, contribuye también al aparente disloque de la estructura novelística.
En la novela de Juan Rulfo, Pedro Páramo, es difícil a simple vista darse cuenta de cual es el verdadero protagonista de la novela. Esto es debido a que la voz del narrador cambia de personaje continuamente y se hacen referencias a distintas líneas de vida. Sin embargo, a pesar de que al comienzo pareciera que Juan Preciado es el protagonista, ya que comienza relatando su línea de vida, el lector se dará cuenta pronto que es justamente quien lleva el nombre del título de la novela, el personaje central, Pedro Páramo. Los demás personajes como Juan Preciado, Fulgor Sedano, Dorotea o Susana San Juan, solo apoyarán lo que será la cronología de vida y muerte de Pedro Páramo.
Además esto se puede fundamentar debido a que los temas de la novela giran en torno a este personaje; la búsqueda de la identidad de Juan Preciado, cuyo padre averiguará que es Pedro Páramo; el deseo de alcanzar el amor de Susana San Juan por parte del cacique y por último la violenta actitud que éste tomara con su pueblo.
Pedro Páramo, el personaje central de la novela, va a dar a conocer por medio de sus memorias, sus diálogos o los de otros, datos de su vida y de su muerte, y el lector tiene el deber de recomponerlo en el tiempo y espacio para darle cierta coherencia. Al comienzo de la novela, Abundio que es uno de los hijos de Pedro Páramo, va a nombrar a éste como “un rencor vivo”, pues justamente durante su vida, ejerció una violencia suprema sobre su propio pueblo; acción que lo define en gran medida como un cruel tirano. Es que es justamente él, la figura prototipo del hacendado feudalista medio que uno podía encontrar en la realidad, en el estado de Jalisco antes de la Revolución de los Cisneros en Méjico. Por lo tanto, era dueño de gran cantidad de tierras en el lugar simbólico de “Comala”, que vendría a ser según la jerga mejicana “el sitio infernal, sobre las brasas”. No sólo le pertenecen las tierras, específicamente de “La Media Luna”, sino todas las almas de Comala quienes permanecen allí como espíritus, fantasmas, sin poder pasar al otro mundo.
Su padre fue asesinado por un peón accidentalmente, y por ello odia a toda la comunidad de Comala, vengándose día a día por la muerte de su padre y más adelante por la de su amada Susana. Por ello es temido por toda su población y la relación que tiene con los pueblerinos es de suprema autoridad, sin lugar para la democracia y ejerciendo el máximo poder individual. Tuvo muchos hijos, de los cuales pocos fueron reconocidos por él, uno de estos fue Miguel quien muere en un extraño accidente relacionado con su caballo. Ante esta muerte, Pedro Páramo se presenta frío e inexpresivo, viendo al hecho como una repercusión por sus actos malignos.
Su mano derecha es Fulgor Sedano, un viejo sirviente de quien confía plenamente, ya que es él quien realiza sus “trabajos sucios” y lo alienta en tomar decisiones. Las acciones que Pedro Páramo realiza junto con su ejecutor son generalmente el soborno, la falsificación de documentos, anexar tierras ajenas a las de él y hacerlo todo por medio de la violencia. Con respecto a sus enemigos, utiliza una técnica tomada por “El Príncipe” de Maquiavelo, digamos que Rulfo se la adjudicó de este personaje, la cual la aplica para las fuerzas revolucionarias: “une a los enemigos menos poderosos de tu enemigo poderoso; luego arruinarlos a todos; luego usurpa el lugar de todos, amigos y enemigos, y no los sueltes más”. Un tanto cínica y malévola, pero es en fin lo que este “rencor vivo” realizaba, con una sola excepción.
Para él las mujeres eran esclavas a las cuales las utilizaba sin esperar restricciones y sin valorarlos de ningún modo. Pero hubo una mujer en su vida por la cual él llegó a sentir un profundo amor, ya desde su infancia lo sabía e intentó ganar su corazón, el de Susana San Juan. Esto lo diferencia del príncipe de Maquiavelo, porque era una debilidad en él, una falla, que finalmente logró su muerte, ya que ella muere y él pierde el sentido de la vida, y condena a Comala junto con la muerte de su amada. Este amor no fue correspondido por ella, ya que ésta estaba enamorada de su primer marido, Florencio, quien falleció tiempo atrás, y además se encontraba absorta en una locura, en un mundo mítico, infantil y erótico, mientras que en el del cacique regía el poder y la conquista física, logrando el desencuentro de los dos seres.
Otro personaje cuyo valor es relevante para la novela, es el padre Rentaría, cuya fe flaquea y por lo tanto se hunde en la crueldad de la humanidad, sin perdonar a una sola alma de Comala, ya que se siente fracasado en su misión espiritual. Por medio de este personaje, Juan Rulfo presenta una sociedad donde la religión está unida con el caciquismo, posicionando esta unión como una fuerte crítica social y política.
La estructura de la novela es básicamente una secuencia de cortos segmentos separados por espacios en blanco, sin ningún tipo de indicación adicional, esto produce cierta confusión en el lector que luego será aumentada por medio de un particular uso temporo-espacial y de la voz narrativa. Son en total setenta secuencias, y está dividida en dos partes generales. La primera que está compuesta por treinta y siete secuencias, donde presenta a Juan Preciado en un viaje hacia Comala para buscar sus orígenes a pedido de su madre. Aquí se presentan los recuerdos de Dolores Preciado sobre Comala, las remembranzas de la infancia de Pedro sobre Susana San Juan y la intervención del narrador omnisciente para corroborar otros hechos.
La segunda parte está compuesta por treinta y tres secuencias, con una predominancia en el tema del amor que siente el cacique hacia Susana San Juan. Básicamente se narra la muerte de su hijo Miguel, se connotan los remordimientos del padre Rentaría, se comenta acerca de la revolución (un hecho histórico que pertenece al tiempo histórico o real desde 1858 hasta 1929), se comenta acerca de la vida de Susana San Juan y la carencia de amor hacia Pedro Páramo, finalizando con su muerte. Desde el nacimiento hasta la muerte del protagonista, pertenece al tiempo de la trama de la novela, desde 1858 hasta 1934.
Estas dos partes no sólo difieren en el contenido lineal de la historia de vida del personaje protagónico, sino que se puede connotar cierta atmósfera misteriosa e imprecisa en la primera parte, que es aclarada y confirmada en la segunda.
Juan Rulfo opina acerca de su particular manera de relatar los hechos, jugando con el espacio y el tiempo en particular: “… la necesidad de que el autor desapareciera y dejara a sus personajes hablar libremente, lo que provocó, en apariencia, una falta de estructura…pues todo ocurre en un tiempo simultaneo que es un no tiempo”. Este no tiempo al que se refiere es debido a que los personajes están justamente muertos, por lo tanto no pueden estar situados en la misma línea temporal que están las personas aun vivas. Por último, existe un tiempo circular, ya que se inicia en un futuro respecto del pasado que sería la trama de la novela y finaliza con el mismo Abundio, quien asesina al protagonista central.
Entonces, es debido al espacio, al tiempo, a la estructura con rupturas y finalmente al narrador, que se puede apreciar un fingido disloque de la narrativa: “…perseguía el fin de dejarle al lector la oportunidad de colaborar con el autor y que llenara él mismo esos vacíos…”, explica Rulfo. Existen básicamente tres narradores; el omnisciente, el protagonista que tambalea entre Juan Preciado, Eduviges Diada y Pedro Páramo y finalmente los narradores testigo que vendrían a ser las mujeres. La diversidad de narradores logra enriquecer al lector de puntos de vista, es decir que la construcción caleidoscópica aporta diferentes perspectivas sobre un mismo asunto o un mismo personaje, como lo es Pedro Páramo: “Es, según yo sé, la pura maldad. Eso es Pedro Páramo”, asegura Bartolomé San Juan, el padre de la amada del cacique, y así ayuda a construir esta profunda imagen de Pedro Páramo. De esta forma se pueden conocer datos de valor físico y espiritual del personaje, que tal vez con un mediador no se podría apreciar, ya que comentaría sin subjetividad o todo con el mismo enfoque.