Introducción: Entender y definir la precaución
I La aparición de un principio de cautela
A Previsión y prevención
B La teoría de las elecciones racionales y el análisis de la relación costes-beneficio
C Crisis medioambiental y toma de conciencia ecológica
D El Vorsorgeprinzip
E Los Tratados internacionales
II Las características de las situaciones de precaución
A La precaución, una nueva prudencia en las actividades humanas
B Nuevos riesgos con características sociales inéditas
III La aplicación de la precaución
A El estatuto jurídico de la precaución
B La dimensión económica de la precaución
C Precaución y acción política
D Actuar en un contexto de incertidumbre científico
Conclusión

Bibliografía

Introducción: Entender y definir la precaución

Generalmente, la precaución puede ser entendida como una actitud social ante la naturaleza dudosa de la evolución científica y tecnológica.  Da cuenta de la necesidad de actuar en un contexto donde los pormenores de la gestión humana no son determinados, pero evolucionan constantemente.  La precaución requiere de actuar renunciando a una quimera, la de querer disponer de una información completa, adoptando una actitud prudente ante las elecciones cuyas consecuencias podrían inducir graves repercusiones sociales o ecológicas.  Las elecciones tecnológicas de la sociedad especialmente son afectadas por la precaución, ya que la técnica ejerce una influencia preponderante sobre la naturaleza cualitativa de las interacciones entre el hombre y la naturaleza.

Aunque solo propone una visión actualizada de la sabiduría ancestral que preconiza la prudencia en la conducta de las actividades humanas, la precaución somete a discusión numerosos aspectos de la vida social, a comenzar por los criterios de orientación de la investigación científica y sus aplicaciones técnicas, y también sobre las maneras de pensar los problemas en ciencias humanas, de representarse los problemas y de intentar establecer respuestas.  Esta es la razón por la que Edwin Zaccaï (2000) tiene seguramente razón decir que el principio de precaución "parece constituir una clase de síntoma para una serie de evoluciones que lo sobrepasan".  De hecho, la precaución revela los peligros de una evolución científica y técnica mal controlada, así como una voluntad social de reanudar toma sobre el desarrollo de este proceso.  La precaución se refiere así a una situación crítica cuya naturaleza compleja no puede comprenderse sino a través de facetas múltiples, cada una de ellas permitiendo poner de relieve un aspecto de los problemas, cubriendo campos a veces comunes a veces diferentes.  Pero esta vago no debe encubrir el hecho de que definiciones divergentes, o incluso contradictorias, están presentes en la literatura sobre la precaución.

El gran número de definiciones otorgadas al principio de precaución debe también entenderse a través del carácter a la vez general y específico de la precaución:  como concepto general, la precaución cubre una actitud social ante la evolución científica y tecnológica que debe tomar una forma concreta y operativa en numerosos ámbitos de la vida social;  es pues natural que en paralelo de una definición muy general y en parte abstracta de la precaución se encuentran un conjunto de definiciones específicas, o locales, correspondiendo al significado que puede tomar la precaución en sus numerosos contextos de operationalisacion.  Esta doble realidad de la precaución, a la vez conceptual y contextual, permite comprender mejor la variedad de definiciones presentes en la literatura, así como en los numerosos ámbitos de aplicación donde la precaución se codifica en términos jurídicos.  Pero no debe encubrir las diferencias de interpretación del concepto, vinculadas, en particular, con la mayor o menor aceptación de la ruptura consumida por la precaución entre la gestión de los riesgos por una parte, procediendo de los métodos de pensamiento y análisis asociados a la teoría de la elección racional, y la respuesta social adaptada a la gestión del duda por otra parte.  Se encuentran así numerosas formulaciones descuarteladas entre las exigencias de certeza científica y la imposibilidad de responder concretamente.  Este antagonismo parece recurrente en todos problemas vinculados a la precaución, y requiere, para integrarse, profundas modificaciones en la forma en que la mayoría de los enfoques jurídicos, económicos o políticos tratan de las relaciones entre actividades humanas y medio social y natural.

De manera esquemática, es posible distinguir tres maneras de expresar la idea general de precaución:

1) la primera es el "enfoque" de precaución tal como se la encuentra en la Declaración de Río.  El enfoque de precaución no constituye una norma jurídica vinculante que un juez podría oponer a un Estado (aún menos a un particular);  indica simplemente una línea de conducta en el ámbito medioambiental, aplicable a otros ámbitos.  Supuesta inspirar la acción de los Gobiernos y legisladores, el enfoque de precaución es la única concepción actualmente admitida por la comunidad internacional (y en particular por los Estados Unidos).

2) la segunda concepción eleva la precaución al estatuto de principio jurídico para las políticas públicas.  Presente en una serie de legislaciones nacionales (Francia, Bélgica, Australia), el principio de precaución adquiere el estatuto de norma de derecho fundamental ya que permite atacar jurídicamente un Estado por no haber adoptado las medidas de precaución que se imponían.

Es esta concepción que prevalece en la Unión Europea y que se encuentra en el Derecho comunitario, en el cual el principio de precaución no se refiere solamente a los riesgos medioambientales, sino también sanitarios y alimentarios.  Aunque esta concepción induzca numerosas dificultades prácticas (vinculadas, en particular, con la evaluación del conocimiento disponible a tiempos diferentes), el principio de precaución así formulado podría, si adquiría un estatuto jurídico formal al nivel internacional, permitir a un Estado tomar decisiones de precaución nacional a pesar del interés económico de los países socios.  Tal concepción de la precaución se enfrenta con las condiciones institucionales existentes, tal como ocurre con las normas comerciales de la Organización Mundial del Comercio (OMC) actualmente en vigor.

3) La tercera concepción extiende la precaución al estatuto de principio de acción político, y consiguiendo una verdadera política de precaución.  Cuando proceda, los Estados podrían efectuar una política de control del desarrollo de las técnicas, en concertación con los científicos e ingenieros, y también con la población, en el marco de la democracia participativa.  En este caso, donde un determinado consenso debería establecerse en torno a la necesidad de adoptar más prudencia en toda acción de política pública, la aplicación concreta del principio de precaución seguiría siendo muy compleja: dependería de la valoración y aceptabilidad de los riesgos, que no es solamente el asunto de expertos y científicos, pero del mundo político y la toda sociedad.  Se chocaría también con intereses económicos muy importantes.

Las tres concepciones presentadas anteriormente resultan de arbitrajes diferentes entre maneras de hacer, métodos de pensamiento y acción basándose en valores sociales a la vez diversificados e irreducibles las unas a los otros.  Esta es la razón por la que todo estudio sobre el principio de precaución se sentiría en el deber destacar su carácter pluridimensional: inseparable del proceso de constitución del conocimiento científico y sus aplicaciones prácticas, el principio de precaución depende a la vez:

  • de la ética (cuáles son los riesgos que se puede hacer correr a terceras personas, a la sociedad en su conjunto y a las generaciones futuras),
  • de la política (cómo tener en cuenta los intereses de los distintos grupos en cuestión, qué evaluación social de los riesgos es pertinente, qué límites deben instaurarse para que se garantice la seguridad de la sociedad),
  • del económico (cuáles son las relaciones entre los costes y ventajas privadas y los costes y ventajas sociales asociadas a medidas alternativas)
  • del jurídico (cuál es el estatuto jurídico de la precaución, cuáles son los procedimientos existentes de la aplicación del principio, sus modalidades.)

Además como cada concepto, este principio es objeto de distintas definiciones según la época considerada, la orientación científica del investigador y el ámbito de aplicación considerado.  Por eso este estudio va en primer lugar a interesarse en describir el contexto de aparición del concepto de precaución (parte 1), luego definir algunas características de las situaciones de precaución (apuesta 2), antes de preguntarse sobre las adaptaciones, en los distintos ámbitos de la vida social, que requiere la aplicación de la precaución (parte 3).

I la aparición de un principio de precaución

La prevención por precaución se utiliza desde hace tiempo en medicina y en cuanto a Salud Pública, donde, en caso de incertidumbre, se emprenden algunas medidas contra el riesgo.  La incertidumbre se refería a la frecuencia irregular de riesgos generalmente definidos, y una concepción positivista de la ciencia preconizaba que las medidas preventivas sean dependientes del nivel de conocimientos.  No obstante, a raíz de la revolución industrial y el desarrollo científico y técnico que generó, nuevos tipos de riesgos, inéditos e imprevisibles, comenzaron a manifestarse.  Aparece entonces el concepto de precaución, destinado a comprender este tipo de situaciones y susceptible de proponer estrategias de acción adecuadas.

A Previsión y prevención

El siglo XIX inventó la previsión, vinculada con el concepto de suerte, oportunidad y desgracia;  se trata de integrar el futuro en el presente, pero a escala del individuo y sin la idea de un control posible del acontecimiento.  El seguro entonces se desarrolló como la ciencia de la previsión.  El descubrimiento del contagio por Pasteur y Bourgeois al final del siglo XIX minó la lógica esencialmente liberal de la previsión individual: el bien de cada uno no depende de su propia conducta, sino también de la de su vecino (Ewald, 1997).  Resultó la imposición de algunos comportamientos con fines de higiene pública, que se llamó prevención.  Como lo indica Ewald (1997), "la prevención es una conducta racional ante un mal que la ciencia puede objetivar y medir."

La prevención consiste en la aplicación de medidas para prevenir riesgos conocidos y definidos (así se habla de prevención de los accidentes de trabajo, prevención de carreteras o prevención médica).  Superando la dimensión individual del riesgo, las medidas de prevención condujeron a la aparición de nuevos métodos de acción colectiva, característicos de los Estados modernos.  En paralelo, matemáticos como Pascal, Fermat y Huygens, se interesaron por los juegos de azar y desarrollaron una teoría de la decisión en futuro dudoso, más conocida bajo el nombre de cálculo de probabilidades.  Para ser pertinente, esta teoría debe satisfacer al menos dos condiciones básicas: (1) los resultados de una experiencia se definen y se conocen (como una de las seis caras de un dado), aunque solamente la probabilidad a veces de un resultado es desconocida;  (2) las experiencias pueden repetirse varias veces, las frecuencias a veces empíricas no acercándose de las probabilidades teóricas hasta que las experiencias se conducen un gran número de veces (ley de los grandes números).  En la medida en que las medidas preventivas se refieren a riesgos definidos (o probados) y que se refieren a un gran número de casos (como las medidas sanitarias), la aprehensión estadística de los riesgos colectivos es pertinente.

B La teoría de las elecciones racionales y el análisis de la relación costes-beneficio

Desarrollada por Leonard Savage y John von Neumann durante la Segunda Guerra Mundial, la teoría de las elecciones racionales hace basar toda elección, individual o colectiva, en una comparación sistemática del conjunto de las consecuencias y probabilidades a veces que se les asocian.  Basándose en la hipótesis que las consecuencias de una elección son perfectamente previsibles, en el sentido que es posible asignar probabilidades a veces a cada una de éstas, esta teoría constituye una consolidación del enfoque probabilista en las ciencias sociales.

La teoría de las elecciones racionales es la base de los criterios de elección sociales preconizados por los economistas de inspiración neoclásica, agrupados en el análisis costes-ventaja, o costes-beneficio.  Según este enfoque, toda elección colectiva debería basarse en el examen sistemático costes y ventajas asociadas a una medida social (o a la ausencia de medida), evaluados según criterios monetarios (Hanley y Spash, 1993).  Así pues, solamente las medidas por las que se generan beneficios superiores a los costes causados deberían ser emprendidas por la sociedad.  En el caso de acción preventiva, solamente las medidas cuyos costes son inferiores a los beneficios esperados (o a los costes evitados) aparecen económicamente justificadas.

Ampliamente influida por la ciencia económica, la teoría moderna de la prudencia se resume esencialmente a la aplicación de la teoría de las elecciones racionales.  Con todo, las hipótesis fundamentales en que se basa esta teoría, y en particular la de una información perfecta y objetiva hacia la evolución del mundo real, es puesta en tela de juicio por la precaución, que recuerda a esta visión que quería ser universal que en la mayoría de los contextos reales, a comenzar por el de las actividades humanas, dos tipos de situaciones pueden presentarse:

1) la imposibilidad de asignar probabilidades objetivas a cada una de las consecuencias definidas, situación que los científicos se conceden a nombrar incertidumbre;

2) la imposibilidad de definir todas las consecuencias de una elección o una acción, situación que los científicos llaman ignorancia.

La ignorancia científica concreta a la vez una situación de saber (se sabe que existe efectos no anticipados) y no saber (no se sabe cuáles son estos efectos).  Es la causa a la vez de una profundización de los conocimientos científicos en el marco del corpus científico existente, y de una ampliación del marco de referencia de la reflexión científica a través de nuevas consideraciones científicas.  El siglo XX fue testigo de la multiplicación de situaciones en las cuales la incertidumbre y la ignorancia prevalecieron.  La crisis medioambiental a la cual el desarrollo de las sociedades modernas condujo ilustra este punto.

C Crisis medioambiental y toma de conciencia ecológica

A raíz de las terribles experiencias nucleares de la Segunda Guerra Mundial, el poder destructivo del hombre parece susceptible de poner en peligro la estabilidad dinámica de la biosfera, la viabilidad del sistema ecológico global de Tierra.  En este contexto, las necesidades de reconstrucción de las economías devastadas, el contexto de competición internacional acompañando la guerra fría, así como al importante crecimiento demográfico que afecta más concretamente a los países del Tercer mundo inducen entonces un proceso de crecimiento económico mundial sin precedentes.  Hecho posible por las grandes reservas de petróleo (aumentadas por la producción en el Medio Oriente) y por las capacidades de producción recientemente reconstruidas, las actividades económicas van a implicar una degradación duradera del medio ambiente global.

A partir de la posguerra, obras de síntesis destinadas a la opinión pública difunden las preocupaciones ecológicas relativas a la degradación de los suelos, la deforestación, a la extinción de las especies salvajes, la contaminación del aire y la erosión.  Pero la toma de conciencia tiene realmente lugar a partir de los años sesenta.  Los orígenes de la crisis medioambiental son entonces objeto de numerosos debates, revelando controversias sobre los papeles respectivos de la demografía, la tecnología, y la ciencia económica.

Con la publicación, en 1972, del Informe al Club de Roma redactado por Donella y Dennis Meadows y el equipo de Jay Forrester al MIT (The Limits to Growth, 1972), esto no es ya solamente la población o la tecnología que se critica, sino el proceso de crecimiento que la acompaña.  Primera modelización numérica del proceso económico global, el Informe Meadows pone de manifiesto que un crecimiento económico correspondiendo a un aumento paralelo del consumo de recursos naturales y a la contaminación no puede sino alcanzar un límite natural, un límite máximo más allá del cual el sistema económico no puede sino entrar en recesión, por falta de recursos y degradación del ecosistema mundial.  Los resultados presentados en el informe Meadows (Meadows y AL, 1972) constituyeron un choque para la opinión pública, poco al corriente de las dinámicas globales en las que se basaban la evolución mundial.

La crisis medioambiental era portadora de un doble mensaje:  (1) por una parte, las ciencias naturales aportaban la prueba que las actividades humanas tenían consecuencias sobre la biosfera y sobre los mecanismos que las controlan, y que podían pues poner en peligro las condiciones de existencia del hombre;  (2) por otra parte, la consideración de las escalas temporales muy variadas de los grandes ciclos naturales (de la escala biológica a la escala geológica) mostraban que las consecuencias a medio y largo plazo de las perturbaciones no podían definirse, y siguen siendo, por lo tanto, irreductiblemente imprevisible.  Es en este contexto que la opinión pública, como los responsables políticos y económicos, se dieron cuenta a la vez del carácter no duradero del modelo de desarrollo occidental (industrial y capitalista) y de la no pertinencia de las herramientas de análisis y decisión que se basan en la certeza científica.

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D El Vorsorgeprinzip

A raíz de la toma de conciencia ecológica que se realizó en los años sesenta, el principio de precaución y su aplicación en las situaciones de incertidumbre e ignorancia científica se realizó en forma de concepto explícito y coherente - bajo el nombre de Vorsorgeprinzip - en las políticas medioambientales alemanas durante los años setenta (Moltke, 1987)

El principal elemento del principio de precaución desarrollado por los alemanes fue el recurso sistemático a la gestión pública en las situaciones de riesgos potencialmente graves o irreversibles para la salud o el medio ambiente, allí donde es ...

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