HISTORIAS DEL KRONEN

De José Ángel Mañas

1. INTRODUCCIÓN A LA NOVELA DE MAÑAS.

En Historias del Kronen (1994), novela de José Ángel Mañas, se narra la crónica veraniega de un grupo de jóvenes de la capital española que tiene como punto de encuentro el bar Kronen. Son jóvenes madrileños de clase media-alta, urbanos y universitarios que, libres de preocupaciones y de cualquier tipo de ligación y desprovistos de cualquier sistema de valores, se dedican a pasar el tiempo buscando y consumiendo droga, practicando el sexo de forma libre y promíscua, asistiendo a conciertos de música y moviéndose de bar en bar. Unos jóvenes para quienes el futuro no existe, para quienes el pasado resulta anacrónico y aburrido, unos jóvenes que desean quemar el presente de forma rápida y con emociones fuertes.

Su máxima vital "sexo, drogas y rocanrol", les hace vagar desde las primeras horas de la noche hasta la mañana tratando de realizar tales proyectos; durante el día, en cambio, se relacionan brevemente con un mundo de adultos que les sirven para satisfacer sus necesidades primarias, es decir, la comida, un lugar cómodo para dormir y dinero para gastar en bebidas, drogas y conciertos.

El protagonista, narrador en primera persona, es Carlos, un joven universitario, buen estudiante (sabemos que ha aprobado todas las asignaturas en junio), urbano, burgués (vive en La Moraleja, barrio residencial situado en el norte de Madrid, en un chalé con piscina); lo vamos conociendo a través de algunas llamadas telefónicas para “salir de marcha” con varios amigos que pertenecen a distintos ámbitos sociales. Son compañeros de facultad, pero también, oficinistas, camareros de bares de copas e, incluso traficantes de droga y toxicómanos. Lo veremos asimismo en sus aventuras con algunas chicas, a las que usa sin ningún escrúpulo, y en las relaciones con su familia, que son el único aspecto institucional presente en la novela.

Carlos vive totalmente como un parásito y no parece tener motivaciones más que las que requieren su instinto y sus deseos del momento.

Habiendo aprobado todo, no tiene absolutamente nada de hacer durante el día, excepto dormir hasta las tantas, vaguear, echarse una siesta y por la noche, quedar con sus amigos y probar todo tipo de drogas y experiencia sexuales.

La novela describe la sociedad moderna, por lo tanto quiere enfatizar también el rol de los medios masivos de comunicación que irrumpen en ella. En Historias del Kronen el vídeo y la televisión son compañeros inseparables del protagonista. Carlos tiene dos o tres películas predilectas que ve constantemente como La naranja mecánica y Henry, retrato de un asesino y, a veces, sólo ve una escena, rebobinándola una y otra vez. Gracias al vídeo, Carlos puede empaparse de su dosis diaria de violencia (elegida a su gusto, además), y alimentar y aumentar su obsesión por ella: “rebobino la película. Quiero volver a ver la escena en la que Otis viola a su hermana” (p. 31). Lo mismo le sucede con las películas porno, que, junto al género anterior, es su favorito.

Otra de las posibilidades del vídeo que se describen en Historias del Kronen es que éste permite simultanear el visionado de la película elegida con la realización de un acto real. Es lo que hacen Carlos y su amiga Rebeca con La Naranja Mecánica mientras tienen sexo. De esta manera mezclan la sensación real con la que produce la película, aumentando la intensidad de las sensaciones experimentadas ante las dos situaciones: la ficticia y la real. Carlos, como hemos visto, vive fascinado por la violencia y los efectos que de ella derivan y lo demuestran sea sus películas favoritas sea el hecho de que considera como ejemplo de vida a su héroe literario Bateman, el protagonista paranoico y asesino de American psycho, novela de Brett Easton Ellis. La televisión se considera también una de las causas de la ruptura entre la vieja y la joven generación y de la falta de comunicación entre padres e hijos.

En la novela Carlos describe una escena de su vida cotidiana:

  • “Comemos, como siempre, sin decir ni una palabra y viendo el telediario. El viejo me pregunta qué he hecho hoy. Le digo que nada y frunce el ceño. En la tele están hablando de los juegos olímpicos de Barcelona y parece ser que Felipe González va a pasear la antorcha olímpica de un lado a otro de la Moncloa” (pág. 66).

Todo eso pone de manifiesto una cuestión preocupante de nuestra época, o sea que un sector importante de la población tiene casi como exclusivo instrumento de socialización el discurso mediático, pero sobre todo quiere criticar la costumbre de programar imágenes violentas para captar la atención del gran público y haciéndolas parecer algo común y natural.

En su novela Mañas utiliza los medios de comunicación para actualizarla (es la televisión  que nos informa que la acción se desarrolla en 1992, hay varios comentarios sobre las Olimpiadas de Barcelona y la Expo de Sevilla durante el mes de julio) y, al mismo tiempo, para ilustrar la problemática social (el aumento del paro y de la violencia en las calles, por ejemplo).

Nuestro escritor quiere además subrayar el malestar común enfatizando el del los protagonistas que quieren siempre trasgredir las normas sociales establecidas, por ejemplo, conduciendo a altashoras de la madrugada por la autopista en dirección contraria a la habitual, practicar el sexo promiscuo o consumar cualquier tipo de droga.

Salvo en el caso de Carlos se define a los personajes por lo que dicen y hacen. Todos ellos muestran un comportamiento y presentan unas ideas de carácter conservador. La gran diferencia con respecto a Carlos es su enorme egoísmo y su falta de empatía. Carlos hace ver a todo el mundo que se pasa de todo y todos, aunque en realidad es esclavo de lo qué dirán y su falta de madurez se presenta en el comportamento arbitrario e inestable que le lleva a contraponer sus decisiones con sus verdaderos sentimientos.

Todos los jóvenes de la novela muestran una gran carencia de proyectos vitales, ideológicos o laborales. No saben qué hacer ni en qué soñar. Su vida se resume en un constante consumo de experiencias que los sumen en el silencio, en la incomunicación: no tienen nada que hacer en realidad.

En contra los adultos muestran una total incomprensión ante los problemas de los jóvenes y simplemente reproducen su ideología y sus “miedos”. Ejemplo evidente la distancia entre jóvenes y adultos es decir, del cambio generacional es esta afirmación de Carlos:

Ya estamos con el sermón de siempre. El viejo comienza a hablar de cómo ellos lo tenían todo mucho más difícil, y de cómo han luchado para darnos todo lo que tenemos. La democracia, la libertad, etcétera, etcétera. El rollo sesentaiochista psudoprogre de siempre. Son los viejos los que lo tienen todo: la guita y el poder. Ni siquiera nos han dejado la rebeldía: y a la agotaron toda los putos marxistas y los putos jipis de su época. Pienso en responderle que justamente lo que nos falta es algo por lo que o contra lo que luchar” (pág. 67).

Y además cuando dice: “A mí no me gusta la poesía. La poesía es sentimental, críptica y aburrida. Me repugna. Es un género en extinción: no hay nadie que pueda vivir de la poesía en estos tiempos. Es una cultura muerta. La cultura de nuestra época es audio visual. La única realidad de nuestra época es la de la televisión. Cuando vemos algo que nos impresiona siempre tenemos la sensación de estar viendo una película. Ésa es la puta verdad. Cualquier película, por medio creque sea, es más interesante que la realidad cotidiana. Somos los hijos de la televisión, como dice Mat Dilon en Dragstor cauboi” (pág. 42), hace muestra del cambio de referencias culturales. 

La vaciedad tan impactante en la que se ve inmerso Carlos es expuesta a través de su narración, que no desvela ningún tipo de sentimiento o de ímpetu. La falta de ambición que le corroe le hace atravesar una serie de aventuritas que sólo sirven para que él pueda seguir sintiéndose vivo, en contra de esa cotidianeidad que le arrastra a ir muriendo poco a poco por dentro. Visita a su abuelo sin ningún tipo de empuje, mantiene una escasísima comunicación con sus padres y hermanos, y se niega a aceptar que quizás está llevando su existencia por caminos que no le convienen.

Llegamos al nudo y la historia da la sensación de que no avanza, pero se adivina un suceso trágico, o por lo menos, un punto de inflexión que justifique la ausencia de escenas claves en la trama. Puede verse como un acierto, ya que implica al lector en ese aura de aburrimiento y hastío que inunda a Carlos y a sus amigos. Ese punto de inflexión que se venía anunciando viene muy rápidamente y sin ánimo de reflexionar detalladamente sobre las causas y consecuencias del suceso.

2. HISTORIAS DEL KRONEN: PRIMERA NOVELA DE LA GENERACIÓN X.

En los años noventa surgió en España una serie de novelistas, cuyas obras rompían con cualquier forma de estilo existente hasta entonces. Dicha ruptura se llevó a cabo en el uso del lenguaje y en la composición de la novela, así como en la introducción de la cultura audiovisual y la música pop. Los escritores, (todos ellos jóvenes), que elaboraron este tipo de literatura fueron bautizados con etiquetas como Generación X (a partir del libro homónimo de Douglas Coupland) o Realismo Sucio, utilizando los apelativos, asociándolos así a este movimiento norteamericano y a la literatura de Bret Easton Ellis o Davit Leavit. De los autores españoles englobados en esta corriente narrativa, se halla José Ángel Mañas con su novela Historias del Kronen (finalista del Premio Nadal, 1994). Con la edición de Historias del Kronen el nombre de la "Generación X" se convierte en "Generación Kronen". Algunos de los aspectos fundamentales de la novela de la generación X son los relacionados con la construcción de los textos: la estructura, los elementos sintácticos y, especialmente, el lenguaje introducido en ellos. Dentro del aspecto formal de los textos, Mañas prima los diálogos y los monólogos sobre las descripciones, capta la inmediatez de la jerga juvenil, tan plagada de coloquialismos que los pasajes diegéticos suenan igual que los miméticos.

El primer párrafo de la novela muestra la ruptura con las tradiciones narrativas:

  • Me jode ir al Kronen los sábados por la tarde porque está siempre hasta el culo de gente. No hay ni una puta mesa libre y hace un calor insoportable. Manolo, que está currando en la barra, suda como un cerdo. Tiene las pupilas dilatadas y nos da la mano, al vernos.
  • Qué pasa, chavales. ¿Habéis visto el partido, troncos?—pregunta. (pág.11)

En concreto la novela se caracteriza por la renovación lingüística, la gran influencia de la cultura audiovisual y la impronta social que reflejan.

El lenguaje vivo que usa Mañas, aquéllo de los protagonistas de su novela, es el lenguaje de los jóvenes nacidos y criados en Madrid que, después de la muerte de Franco, que han ido uniformándose a los cánones de la modernización y de la globalización mundial, para revertir una tradición que ha visto España, durante siglos, atrasada y aislada de Europa. Su manera de hablar refleja inevitablemente estos cambios: es representativa de una filosofía y de una manera de hablar típicas de una categoría de edad, de una determinada década y de una zona geográfica bien delimitada (jóvenes madrileños de clase acomodada de los años noventa). Se trata de un tipo de lenguaje utilizado por una élite que se caracteriza por el abandono de las normas académicas, cuyo objetivo mayor parece ser una reproducción cada vez con mayor exactitud de la lengua hablada que, por su parte, ha sufrido últimamente también grandes transformaciones, relajándose, transgrediendo los tabúes, introduciendo neologismos, asimilando el inglés y haciendo incursiones en el terreno de la droga y de la delincuencia.

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El mismo Mañas lo describió como “un argot urbano de la casta”, un elemento que une y crea fuertes lazos entre sus componentes: aquí la lengua se transforma en un instrumento de identidad, una forma de ser, una común denominador, una jerga metropolitana real, altamente innovadora y expresiva que surge sobre todo en cuestiones tales como la diversión compartida, la música, el fútbol, el cine, el alcohol, el sexo, las drogas, la moda, etc.

3.   EL USO DE LA LENGUA EN LA NOVELA DE

 JOSÉ ÁNGEL MAÑAS .

El tratamiento del lenguaje en esta obra llama a ...

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