Así, moldeados a “imagen y semejanza” de las categorías del mito de Occidente, leemos todo lo culturalmente diferente desde estas categorías occidentales y repudiamos las formas culturales que están más alejadas de aquellas con las que nos identificamos, adoptando una postura etnocéntrica. Postura que a pesar de ser ingenua está profundamente arraigada en muchos hombres, y que produce que las culturas consideren que la humanidad acaba en las fronteras de la tribu, del grupo lingüístico y hasta del pueblo propio. Así, para los franceses la organización política gitana es entonces limitada, porque las leyes gitanas no son escritas sino que se transmiten oralmente de generación en generación y en Occidente sólo es legítima la ley constitucional… El gitano es un pueblo inadaptado que se autoexcluye, porque es nómade y no porque históricamente los castigos hacia su comunidad recayeron sobre las poblaciones sedentarias, lo que hacía poco atractivo el asentamiento… La gitana es una cultura pobre, porque la lengua no presenta una homogeneidad o extensión que permita hablar de un único idioma transnacional gitano… Los gitanos son “poco educados” porque las familias tienden a ser más grandes y los matrimonios se disponen por acuerdos entre familias y no como “la alianza sagrada por la que un hombre y una mujer constituyen una íntima comunidad de vida y de amor”... Los gitanos son pre-científicos porque mantienen determinadas creencias tradicionales como por ejemplo, la creencia en la existencia de espíritus, lagartos y serpientes capaces de dañar a los humanos y en que los hombres tienen el poder para maldecir a otros echándoles "el mal de ojo", o el poder para sanar a los enfermos…
De este modo queda delimitada una manera de construcción de la otredad basada en la diferencia. En este sentido hablar de otredad implica hablar de un mundo sin los bienes e instituciones de la civilización: el gitano como un pueblo sin constitución, sin religión, sin idioma, sin territorio, sin Dios; o de un mundo en que se detecta la presencia de ciertas instituciones conectadas con las civilizadas pero siempre menos desarrolladas, menos perfectas, en estado germinal, incompletas. Así, en el mejor de los casos el extranjero gitano no es deportado, sino que se lo encuentra en el horizonte espacial del grupo social que lo recibe; es parte del grupo, pero se integra a éste mediante su exclusión. (Simmel, 1986, 716-7).
Teniendo en cuenta esto se puede entender cómo el mito occidental se convierte en un mito de poder, en la medida en que se torna “civilizador”. El estado Moderno como dimensión del mito de Occidente, para constituirse y desarrollarse, produce categorías legitimantes: libertad, seguridad, igualdad, que serán garantizadas por las instituciones que surgen en estos estados. Así, la expulsión de los gitanos del territorio francés no aparece como el resultado del repudio a lo diferente sino que se camufla en la tentativa de preservar la seguridad nacional que se ve afectada por los actos vandálicos de los inmigrantes gitanos, que no tienen cultura o son incivilizados, o a asegurar los puestos de trabajo, que en época de crisis escasean, para los ciudadanos franceses y a evitar que los inmigrantes, que no preservan su dignidad, los realicen por sueldos menores y abusivos…
Establecer que el mito, se instaura como mito de poder significa establecer que se consagró como fundador de una historia que nos representa universalmente, nos otorga una identidad cultural que nos permite reconocernos y que a su vez nos guía hacia una única dirección y una memoria en común.
Esta universalidad que implanta Occidente y que se manifiesta en el ejercicio del poder, se remonta a las tesis platónicas que afirman que los universales, las Ideas, tienen existencia objetiva e independiente. Sobre la existencia de universales se erige la metáfora tradicional de la estructura del conocimiento o lógica arbórea. En ella el conocimiento es análogo a un árbol, cuyas raíces deben estar asidas a un suelo firme, el suelo de las Ideas, con un tronco macizo que se bifurca en gajos, extendiéndose así por los más diversos aspectos de la realidad. Esta lógica reproduce la fragmentación del saber ya que las ramas no guardan entre sí otra concordancia que no sea el tronco común y oprime la potencial diferencia y el espaciamiento esencial del origen. Es la lógica que plantea para lo que difiere de lo Uno un signo negativo, que demoniza lo diferente. Así, en términos de Occidente ser hombre, blanco, propietario y católico se constituye como lo Uno y ser gitano, es una de las tantas cualidades que se constituye como lo “diferente en menos”. Esta diferencia es la que explica la resistencia a integrarlos, ya que integrar al gitano implica apropiarse y asimilar rasgos propios de su cultura. Si la cultura gitana se entiende como inferior, entonces no se lo integra sino que se lo domina o se la expulsa. Sin embargo, tanto dominación como expulsión implican ya la apertura a la otredad. “El cierre no es más que una reacción a una primera apertura. Desde este punto de vista, la hospitalidad es primera. Decir que es primera significa que incluso antes de ser yo mismo y quien soy, ipse, es preciso que la irrupción del otro haya instaurado esa relación conmigo mismo” (Derridá, 1997).
Teniendo en cuenta todo esto, puede entenderse a la lógica de lo Uno como una maquina de producción de maniqueísmos, que plantea la lógica binaria del “o ellos o nosotros”, que finalmente termina por enfrentarnos con la otredad como culturalmente inferior a la cultura occidental y muestra, tal como lo plantea Levi Strauss, que la adhesión al género de vida occidental, está lejos de ser espontánea; resulta de una ausencia de opciones. No es el consentimiento el que funda la superioridad occidental, sino la mayor fuerza de que dispone para imponer el consentimiento.
Bibliografía
- Chatelet, Francois, Historia de las Ideologías, Tomo2, Premia Editora, México, 1980, pto."Mito orgánico", pág. 11 a 23
- Chatelet, Francois., Una historia de la Razón, Nueva Visión, Buenos Aires, 1983. Cap."La invención de la razón", pág. 15 a 37.
- Deleuze, Gilles, ¿Qué es la filosofía?, Anagrama, Barcelona, 1993, Introducción y Cap.1: pto.1 "¿Qué es un concepto?", pág. 7 a 38.
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Derrida, Jacques, Entrevista sobre la hospitalidad, 1997, disponible en , 18/09/10.
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Foucault, Michael, Defender la sociedad, Curso 1976, Buenos Aires, FCE, 2000. Clase del 17/3/76. En: .
- Angus, Fraser, Los gitanos, Ediciones Ariel, Barcelona, 2005.
- Levi-Strauss, Claude, Antropología estructural II, Siglo XXI, México, 1984 "Raza e Historia", pág. 304 a 341.
- Simmel, Georg, Estudio sobre las formas de socialización, Editorial Alianza, Madrid, 1977.