Racismo de estado en Francia. Cuando el presidente francs, Nicolas Sarkosy, expulsa del territorio nacional a los ciudadanos de etnia gitana y el ministro francs de inmigracin discute con la UE el problema gitano

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“Para que exista un nosotros

tiene que haber un  límite de extensión, esto es, una distancia de  lo otro, de  lo que no

somos.”

Georg Simmel, Sobre la individualidad y las formas sociales

Foucault explica que el surgimiento del biopoder fue lo que inscribió al racismo como mecanismo de estado. El racismo fragmenta a una población, decide entre “lo que debe vivir y lo que debe morir” y establece que la muerte de aquel que debe morir conlleva consecuencias biológicas positivas para la población en la que esa muerte acontece. Así, nuestros tiempos se han convertido en el estandarte de la “libertad, la igualdad y la fraternidad”. Ahora ya no consideramos “humano” matar al gitano, al negro, al aborigen o al musulmán por creerlos “bárbaros” o “salvajes”; ahora solamente les restringimos las posibilidades de trabajo, educación e integración social y los deportamos. Ahora no los matamos, los dejamos morir.

Cuando el presidente francés, Nicolas Sarkosy, expulsa del territorio nacional a los ciudadanos de etnia gitana y el ministro francés de inmigración discute con la UE el “problema gitano” se establece desde el gobierno francés una discontinuidad, inexistente biológicamente, y por tanto basada en aspectos culturales, entre los ciudadanos franceses y los ciudadanos gitanos. Así, el continuum de la humanidad es jerarquizado culturalmente y si bien todos somos hombres, “algunos son más hombres que otros”. En este caso, los franceses son más hombres que los gitanos. Esta discontinuidad se sostiene en la idea de progreso, necesario y continuo, desde un punto de menor evolución cultural hacia uno más evolucionado; y se constituye como una manifestación evidente del falso evolucionismo al considerar a las distintas culturas contemporáneas, en función de nuestra propia civilización y al hallar en ellas un estadio cultural previo al nuestro. La diversidad cultural es un hecho, un fenómeno, algo que no ofrece dudas y que conforma la vida de la humanidad. Es indudable que la humanidad se desenvuelve a través de "modos extraordinariamente diversificados de sociedades y civilizaciones que atañe a circunstancias geográficas, históricas y sociológicas" (Levi Strauss, 1979, 305). Organizando escalarmente a las culturas se considera, entonces, a los gitanos como un estadio cultural menos evolucionado, inferior, en el camino hacia una cultura “más apta”, superior: la cultura occidental. Cultura conformada por una serie de supuestos, valores, creencias y teorías que ordenan el mundo humano y no humano y se transforman en máquina subjetivizante, fabricando un sujeto determinado, que deviene reproductor de las categorías a partir de las cuales se originó.

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Así, moldeados a “imagen y semejanza” de las categorías del mito de Occidente, leemos todo lo culturalmente diferente desde estas categorías occidentales y repudiamos las formas culturales que están más alejadas de aquellas con las que nos identificamos, adoptando una postura etnocéntrica. Postura que a pesar de ser ingenua está profundamente arraigada en muchos hombres, y que produce que las culturas consideren que la humanidad acaba en las fronteras de la tribu, del grupo lingüístico y hasta del pueblo propio. Así, para los franceses la organización política gitana es entonces limitada, porque las leyes gitanas no son escritas sino que se ...

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