Analizando la filmografía de Almodóvar, nos damos cuenta de que en la totalidad de sus películas retrata relaciones personales, y en muchísimas de ellas, como en Todo sobre mi madre o Volver, por citar trabajos recientes, la maternidad y todos los sentimientos, las contradicciones y las dificultades que ésta conlleva. En este caso concreto, la relación madre-hija que mantienen las dos protagonistas de Tacones lejanos y las características individuales de cada una las convierten en dos personajes muy interesantes, ricos en matices y dignos de un estudio pormenorizado. Hay quien incluso ha teorizado con ambos personajes, sobre todo el de Becky, en relación al psicoanálisis. Freud, de acuerdo con su teoría de la personalidad humana, distingue algunos tipos de sujetos “según cual sea la colocación predominante de la líbido en las provincias del estado anímico”. Los que aquí nos interesan por ser los que se identifican con las protagonistas de la película son el tipo libidinal erótico y el tipo libidinal narcisista.
El tipo libidinal erótico se corresponde con Rebeca. Este tipo de sujetos se caracterizan por valorar lo afectivo por encima de cualquier otra cosa, por priorizarlo. Sólo buscan ser amados, el amor del otro. Ante la pérdida del amor se angustian. En efecto, Rebeca es una mujer angustiada ante la ausencia del amor anhelado, el de su madre. Sufre lo que en psicoanálisis denominan complejo de Electra. Puede que el desmedido amor que siente hacia su madre sea consecuencia de la sociedad patriarcal que las envuelve, tal y como afirma Adrienne Rich. Cualquiera que sea la causa, Rebeca lo tiene muy claro: “Hay casos en que la gente nace con un fin muy concreto. Yo nací para adorar a mi madre”. Como podemos observar, todos sus actos, desde su matrimonio con Manuel hasta el asesinato del mismo, están relacionados con el amor que le profesa a su progenitora (“Mi madre siempre fue débil con los hombres, yo intentaba ayudarla y defenderla contra ellos. Me hubiera gustado convertirme en un hombre para ella, un hombre fuerte, divertido y flexible que la protegiera, la entretuviera y no la asfixiara”). Se casa con Manuel, un ex-marido de su madre, en un intento de imitarla, de superarla, como posteriormente afirma ella misma. Esto, como podemos ver, no es más que una consecuencia de la exacerbada admiración que siente por su madre. El asesinato de Manuel, por otro lado, es causado por los celos (“Maté a mi marido, no sólo porque había vuelto a liarse con mi madre, ella no fue su única amante. Quería llamar su atención”). Definitivamente, no está dispuesta a compartir a su madre. No puede soportar la idea de que haya algo que una a su madre más que a ella misma. De hecho, Rebeca es plenamente consciente de los contradictorios sentimientos que siente hacia su madre: “Después de nuestro reencuentro, durante los primeros días, luché con todas mis fuerzas para vencer el rencor acumulado durante años. Mi pasión por ella era muy superior al rencor”. Estas contradicciones y la convergencia de sentimientos opuestos son lo que angustia a Rebeca y lo que la lleva a cometer atrocidades. Rebeca ama tanto que odia a su madre, llega casi a la matrofobia, término acuñado por Lynn Sukenick. Adrienne Rich, famosa teórica de la feminidad, afirma que dentro del sentimiento de matrofobia “puede subyacer una fuerza de atracción hacia ella [la madre]”. Posteriormente, Rich afirma que “una hija puede vivir en guerra con su madre pero usar sus perfumes y vestidos”, es decir, imitarla, como es en el caso de Rebeca.
El siguiente tipo sería el libidinal narcisista. Estos se caracterizan porque gozan de una elevada autoestima, son sujetos muy afirmados y suelen ser líderes. Muestran gran independencia y suelen imponerse a los demás. Este tipo de sujeto se correspondería con Becky del Páramo. Como hemos visto, Becky posee un gran amor propio y es un personaje que no cesa de autoafirmarse. Es muy independiente y se impone a todo el mundo, incluso a su propia hija. Esta autonomía, este amor propio y estas ansias de liberación nos llevan a plantearnos una pregunta fundamental: ¿Es Becky una buena madre?
Pocos son los actos de amor verdadero que vemos de Becky hacia su hija al principio de la película. En lugar de ver a una madre pendiente de su hija y preocupada por ella, vemos a una madre independiente (“ya sabes que soy muy independiente”, le dice a Rebeca después de que ésta le ofrezca hospedarse en su casa), ausente, y en ocasiones fría y egoísta con su propia hija. En el aeropuerto, como ya hemos dicho antes, se muestra fría después de 20 años sin haber visto a su hija. Demuestra estar más preocupada de la expectación que podía provocar su vuelta a España que por la reacción que podía tener Rebeca después de tantos años separadas. Luego, en el coche de camino al hotel, Becky empieza con sus reproches: ante una Rebeca aturdida, emocionada e inquieta, Becky le reprocha no haberle contado que se iba a casar con el que fuera su propio marido. Rebeca, por su parte, le rebate alegando la falta de interés de su madre, a lo que ésta responde con un incómodo silencio para luego darle la razón, no sin antes ser ella la última que reproche, quedando, una vez más, por encima de su hija. Conforme va avanzando la película y con la aparición de Letal, vamos descubriendo a una Rebeca ansiosa por recibir la atención de su madre. Su relación con el transformista que imita a su madre nos resulta reveladora: lo admira, sigue sus actuaciones con asiduidad y acaba acostándose con él. Muchos críticos han visto en esta relación un latente deseo homoerótico de Rebeca hacia su madre, una relectura femenina del complejo de Edipo psicoanalítico. Así como Rebeca ve en Letal una “madre postiza”, Becky no ve más que la admiración que alguien siente por ella. La siguiente escena marca un antes y un después en la película, se trata sin duda del punto de inflexión más importante del film: el asesinato del marido de Rebeca. Ante la revelación de Rebeca en su programa en directo, declarándose directamente culpable de la muerte de su marido, le juez Domínguez, que es el juez que instruye el caso, no tiene más remedio que detenerla y meterla en la cárcel. Como ya hemos dicho antes, ésta es la mayor atrocidad que comete Rebeca por amor a su madre. Becky, por su lado, y mientras su hija está en la cárcel, actúa en un teatro frente a una multitud de personas. Aprovecha su actuación para dirigirse a su hija, una vez más, actuando, que es lo que se ha dedicado a hacer toda su vida. Al final de la canción que interpreta, Almodóvar nos regala un plano tan gráfico como revelador: los tacones rojos de Becky, la marca del beso que previamente ésta ha impreso en uno de sus tan amados escenarios y una lágrima en el suelo producto del llanto que le provoca darse cuenta de qué ha estado haciendo con su hija. Por primera vez vemos a una Becky acongojada. La letra de la canción y su interpretación desvelan los verdaderos sentimientos de la artista: quiere “reconquistar” a su hija. Unos minutos después, asistimos a una fuerte discusión entre ambas mujeres, un duro intercambio de reproches por ambas partes. Antonio Holguín define este cruce de palabras como “un diálogo de ambas, dramático, que termina por revelar en cada una de ellas su propia identidad, llegando a cobrar tonos violentos en los que madre e hija se cruzan verdades y reproches”. En efecto, Rebeca le reprocha a su madre sus aires de grandeza, sus ansias por quedar siempre por encima de todo el mundo, incluso de su propia hija. Becky intenta desentenderse, pero en un gesto de arrepentimiento y de sensatez, le pide que le perdone, pero Rebeca tiene todavía mucho que decirle: le confiesa que mató a Alberto, su segundo marido, para que ella pudiera volver a “cantar, a hacer películas, a amar”. Ante esta terrible declaración, Becky, herida y abrumada por lo que su hija ha sido capaz de hacer por ella le propina una sonora bofetada. Conforme nos vamos acercando al final de la película y la enfermedad de Becky empieza a causar estragos en su salud, vamos viendo una Becky más humana, más preocupada por su hija, más consciente de su papel de madre. Una frase puesta por Almodóvar en boca de su personaje muestra la subyacente intención de Becky por encima de su orgullo y altivez: “quería reconquistarla de verdad, sin que para ello influyera mi enfermedad, sólo así la reconquista sería auténtica”. Este pensamiento la honra, pero en cualquier caso la redime de toda una vida de desatención, desaires y amor propio.
Por otro lado, el personaje de Becky podría tener una lectura positiva si calificamos su comportamiento como un grito feminista. El mismo Almodóvar confiesa que “la madre egoísta de Tacones lejanos es una madre egoísta, hedonista, una mala madre, pero tiene otras condiciones”. En efecto, Becky representa la mujer liberada de finales del siglo XX: una mujer libre, que se quiere a sí misma, que hace lo que quiere, que trabaja, que no depende de los hombres y que desentona descaradamente con la estereotipada figura de la mujer de la sociedad patriarcal. Sin embargo, Almodóvar dibuja el personaje de Becky en íntima relación con su hija Rebeca. Ambos personajes se definen el uno al otro con los comportamientos que los caracterizan. Así, frente a la mujer liberada nos encontramos a la madre descuidada, egoísta y fría. El director manchego, con esta compleja dicotomía que encarna en sí misma Becky del Páramo nos lanza incómodas preguntas: ¿son compatibles los estereotipos de mujer-madre y de mujer libre?, ¿dónde están los límites?, ¿es todo tan radical?.
Como conclusión, podríamos decir que Becky no ha sido una buena madre. Su acto final de declararse culpable de la muerte del marido Rebeca para eximir a su hija de toda culpa la honra, pero en cualquier caso no la redime. Almodóvar, su creador, en su página web oficial pone las siguientes palabras en boca de Becky: “Soy una mala madre, una mujer que siempre antepuso su condición de mujer a la de madre, pero no podía ser de otro modo. Si me hubiera quedado sé que habría sido aún más desgraciada”. Queda claro que ella no iba a renunciar a sus aspiraciones como artista y como “mujer”, como ella afirma, por su hija. Ella misma es consciente de que sus actos no son para nada admirables, que su papel como madre es muy cuestionable, pero de cualquier modo antepone su derecho a ser feliz. Es más, la opinión que tiene sobre su hija nos es cuanto menos chirriante, la ve como un auténtico obstáculo: “Desde pequeña Rebeca fue una niña muy compleja. Vengativa y solitaria. Obsesiva y posesiva, como un marido. Exigente, cabezota y absorbente”. Así y pese que Almodóvar “siempre nos da una oportunidad para amar a sus personajes, por más antipáticos a priori parezcan, como la madre egoísta de Tacones lejanos”, el director manchego lo tiene claro respecto a su creación del personaje de Becky del Páramo: “es el único personaje de mis películas que no es capaz de amar”.
Words count: 2.629
Bibliografía
- Strauss, Fréderic Pedro Almodóvar, un cine visceral. Madrid: El País y Santillana, 1994.
- Holguín, Antonio Pedro Almodóvar Madrid: Cátedra, 1994.
- Rich, Adrienne Nacemos de mujer: la maternidad como experiencia e institución. Madrid: Cátedra, 1996.
- García de León, Mª Antonia Pedro Almodóvar, la otra España cañí: sociología y crítica cinematográfica Ciudad Real: Diputación Provincial, 1989.
Strauss, Fréderic Pedro Almodóvar, un cine visceral. Madrid: El País y Santillana, 1994 (Pág 57)
Rich, Adrienne Nacemos de mujer: la maternidad como experiencia e institución. Madrid: Cátedra, 1996 (Pág 349)
Extracto de la página web oficial de Pedro Almodóvar, donde el director escribe dos monólogos de Rebeca y Becky del Páramo a modo de epílogo de la película.
Rich, Adrienne Nacemos de mujer: la maternidad como experiencia e institución. Madrid: Cátedra, 1996 (Pág 339)
Holguín, Antonio Pedro Almodóvar Madrid: Cátedra, 1994 (Pág 250)
Strauss, Fréderic Pedro Almodóvar, un cine visceral. Madrid: El País y Santillana, 1994 (Pág 41)
Strauss, Fréderic Pedro Almodóvar, un cine visceral. Madrid: El País y Santillana, 1994 (Pág 28-29)
Strauss, Fréderic Pedro Almodóvar, un cine visceral. Madrid: El País y Santillana, 1994 (Pág 41)