Las moscas se encuentran en continuo movimiento asimilándose a la manera en que transcurren nuestras vidas, sin detenerse un momento; El tiempo pasa inevitablemente y no hay forma de detenerlo. Las moscas pasan y evocan recuerdos, la vida sigue y lo vivido va quedando en el recuerdo. Las estaciones son imágenes poéticas, que representan una sucesión temporal en el contexto del poema. La primavera termina en el verano y este a su vez se funde en el otoño para más adelante dar origen al invierno. A través de estas, el autor manifiesta un continuo devenir y representa esa movilidad del tiempo a la que me refiero. Todo esta en cambio continúo, lo que hoy es mañana dejara de ser, una época presente pronto será solo un recuerdo. Las etapas de la vida se asemejan a las estaciones. Las moscas, las estaciones y las etapas de la vida se pueden juntar dentro de un mismo concepto, el concepto de movimiento. Ninguna es estática. Nada es estático, siempre hay algo que trasciende el pasado.
El poema esta regido por un esquema métrico riguroso. La mayoría de sus versos son octosílabos definidos como versos de arte menor. El adoptar un número fijo de silabas los lleva a componer estrofas isométricas. Los versos están combinados según criterios de su resonancia final. Este aspecto es imprescindible para el ritmo y la rima. La redondilla figura entre las cinco primeras estrofas. Estas presentan versos octosílabos con una rima consonante abrazada (abba) o cruzada (abab). La sexta estrofa cambia este patrón; la rima se desordena. Conserva la rima entre su segundo y cuarto verso; sin embargo su primer y tercer verso, son versos sueltos. La séptima estrofa vuelve a dejar dos versos sueltos. Se encuentra rima solo entre su primer y segundo verso. La quintilla siguiente tiene un tercer verso suelto. La rima consonante se combina entre sus dos primeros versos y sus dos últimos versos (aacbb). La sextilla final retorna a esa rima ordenada. Sus primeros cuatro versos presentan una rima consonante cruzada semejante a de las primeras redondillas y sus dos últimos versos riman entre si. Existe una especie de rima pareada en las tres últimas combinaciones estróficas del poema. Estas introducen la rima entre líneas simétricas seguidas. También es posible detectar rima entre el tercer verso suelto de la séptima estrofa y el tercer verso suelto de la octava estrofa, esa ultima línea suelta en la séptima estrofa puede ser asociada con las primeras en la quintilla, confirmando así que la selección y organización de los versos esta regida en su totalidad por la cuidadosa ordenación de sonidos dentro del poema.
El discurso poético se compone además por pausas métricas ubicadas al final de cada verso. En la segunda y tercera estrofa, estas pausas coinciden con un signo de exclamación. Esto hace que se destaquen más. Las exclamaciones enfatizan el concepto que se esta manejando. Se pueden ubicar pausas internas en las emisiones de la primera y ultima unidad estrófica. Estas, dividen al verso en partes o estiquios. Vale mencionar que el cuarto verso en la novena estrofa queda dividido en dos partes iguales o dos hemistiquios funcionando como versos independientes de cuatro silabas.
Todos los elementos que se han mencionado, la rima, la medida y las pausas hacen al ritmo en el verso. Pero además de estas nociones existen otros recursos tendentes a enriquecer la sonoridad del poema, a crear énfasis o atmósferas emotivas. Lo musical del poema reside en gran medida en la frecuencia de los acentos rítmicos, pero también en la repetición de determinados sonidos.
Machado recurre reiteradamente al uso de la anáfora en “Las Moscas”. Logra aportarle de esta forma más vivacidad al escrito. La anáfora se produce entre las primeras tres emisiones de la sexta estrofa y la primera emisión de la séptima estrofa. Vuelve a hacerse notoria en los primeros cuatro versos de la quintilla y en el segundo y tercer verso de la sextilla. Este recurso le brinda vida, continuidad, movimiento e interés a la imagen poética presentada en estas secuencias vérsales y favorece su resonancia.
La aliteración es empleada en el discurso con el fin de reproducir efectos auditivos y emotivos. La repetición periódica de la consonante s imita el sonido de las moscas.
La última línea del primer cuarteto se repite en la sextilla final para concluir el poema. Esta repetición es igualmente importante porque enfatiza el concepto manejado en los versos y hace del escrito, un poema cíclico. Este recurso ratifica la hipótesis central del contenido y le añade sentido y conexión.
El poeta maneja encabalgamientos en casi todas las estrofas para dar la sensación de vuelo y movilidad. Esta medida secunde indistintamente la fluidez del poema.
La estrofa final presenta en su composición una figura de traslación. La práctica del símil se hace evidente en la segunda y tercera línea simétrica, comparando las moscas con las abejas y mariposas. Esta comparación es esencial para el concepto que desea manifestar el poeta en el fragmento, porque le provee forma a la apología de las moscas que desea establecer. El tropo le suma también aire, luz y movimiento a la producción.
La metonimia constituye otra figura de traslación, empleada para compensar la luz que le añaden los tropos al discurso literario. Este recurso esta expuesto en el segundo y tercer cuarteto. Las metonimias, abril y estío se traducen como primavera y verano.
Machado las utiliza para simular una alusión de las moscas a las estaciones buscando expresar su eterna presencia en todo periodo.
La interjección OH del primer verso en el segundo cuarteto le sigue anexando fuerza y sentimiento al poema. Los cuartetos 5,6 y 7 dan indicio del uso de reticencia. Los puntos suspensivos demuestran que el autor desea retener algo para crear suspenso en la trama. Todos estos recursos nombrados terminan por ayudar a que el núcleo significativo cobre vida.
“Las Moscas”, en resumen, constituye una excelente producción que soporta el estilo de su autor. Antonio Machado acopla diferentes técnicas o recursos para lograr expresar su reflexión central, y logra hacerlo exitosamente.