Todos los días, para llegar a tiempo, necesitaba levantarme muy temprano, normalmente a las seis y media. ¡Odio levantarme temprano! Me duchaba a las siete. Como las jornadas empezaban a las nueve, necesitaba llegar una hora antes de la cafetería abría, para preparar todo. Si tuviera más tiempo, habría comido algo para el desayuno. Por lo tanto, la mayoría del tiempo, cuando salía de la casa, casi siempre me encontraba corriendo para coger el autobús. Habitualmente, el viaje duró veinticinco minutos, y llegaba a las ocho menos diez.
En el trabajo, tenía una hora para comer, normalmente entre dos y tres, pero cuando la cafetería estaba muy concurrida, no podía tener un recreo. ¡Qué frustrante!
Cuando primero llegué, los empleados me dijeron lo que tendría que hacer. Debía trabajar de nueve a cinco. Todos los días, servía los clientes, limpiaba los platos, servía a la caja y barría el suelo. También, fregaba las mesas y tenía que preparar los bocadillos y las ensaladas. Lo que detestaba hacer era servir los clientes, porque unas personas no tienen modales.
Con respecto al trabajo, ¡lo odiaba! porque a veces, los clientes pueden ser maleducados, y me molestaban. Por otra parte, los empleados eran muy simpáticos, y nos llevamos muy bien. Fue lo solo bueno sobre el trabajo.
Para concluir, odiaría trabajar en una organización parecido en el futuro. Principalmente, no me pagara bien, pero sobre todo, ¡no puedo soportar cuando los clientes son irrespetuoso!
Desde era joven, siempre he querido ser boxeador, y haría cualquier cosa para satisfacer mi sueño.