El propósito de haber creado un diario personal, fue de destacar la personalidad determinante que caracteriza a Antígona y cómo ésta acepta con resignación su muerte. En la obra de “Antígona” claramente podemos ver el carácter fuerte de esta mujer que la conduce a enfrentarse ante la máxima autoridad sin temor alguno, lo cual la diferencia de los demás personajes en la obra. A pesar de que hay cambios notorios en su carácter inicial, Antígona siempre será reconocida como una mujer altiva y fiel en lo que cree, y este diario personal pretende dar cuenta de ello.
En la celda, al medio día.
Se han llevado a Ismene y al encontrarme postrada dentro de esta desolada celda, escucho incesablemente las voces de mis antepasados atormentándome por la derrota ante Creonte, hombre caprichoso y deshonroso ante los dioses. Mi única esperanza de reivindicar la dignidad de mis progenitores estaba en mi amado hermano, Polinices, el cual fue odiado y escarnecido aun después de su muerte. ¡Se ha ido!...ya no queda ilusión alguna de poder recobrar mi postura y valientemente luchar por el deber sagrado debido a los muertos. ¡Ya no!... aquella chica que nació con juicio se parece a la otra que sin cordura se presentó ante la vida. Así es, Ismene, mi hermana a quien nunca me dirigí para de ella escuchar algún consejo, ya que si lo hubiese hecho, ni siquiera hubiera tenido la osadía para enfrentarme ante la máxima autoridad de Tebas, sino que sumisa a él moriría sin paz alguna en mi ser. ¡OH, pero qué es lo que dicen mis labios!, ¿acaso es ella la que está aquí encerrada, la que está condenada a morir sola y con la eterna culpa de no haber honrado a su familia? No, no es ella...soy yo... ¡calla entonces, alma mía, calla, que tus reproches sólo traen más desgracias a mi postrer! Creo que es ahora donde debes menguar, tal vez es ahora donde debas reconciliarte con los seres queridos que aún viven, pero, ¡qué desdicha la mía, ser sobrina de un soberbio, cuyo poder no le deja ver más allá de sus narices! No, Creonte no se merece ser perdonado por la única verdad de que él no tendría misericordia ni a alguien de su misma eminencia. Creo que el único miembro de la familia que permanece es mi hermana y que más me queda, debo reconocer que si bien no recibí de ella apoyo alguno cuando le expuse mi hazaña, sin haber participado en los hechos, mintió diciendo que me había ayudado a enterrar a Polinices. No la culpo por su carácter débil e indeciso, por su cobardía que desde que nació la lleva en su sangre ¡Juro ante Zeus, soberano de los dioses, que al salir de este calabozo, las peticiones finales a mis verdugos serán ver a Ismene para darle estos escritos. Haciéndola jurar ante el dios del cielo y ante mis antecesores, que ella será la única que podrá guardarlos y leerlos. Así mismo, deberá ser encubierto en nuestra morada como constancia de vuestro linaje. Como denuncia también de las infamias cometidas por un varón fatuo que en algún tiempo resultó ser rey de Tebas, para su pesar. Por último, como evidencia de un amor fraternal que riñó hasta la muerte sin vacilar... ¡hermosa muerte será tenderme en paz junto al amado!
¡OH no, creo que escucho a lo lejos unas voces, ¿serán los cómplices del autor de esta iniquidad, que vienen a buscarme? No, aún no es mi hora, me falta dedicarle esta página al que ama mi alma, Hemón. ¡OH mi amado!, ¿acaso tomarás la misma postura de tu padre, quien se aferra a un solo parecer, como si nunca hubiera más verdad que lo que dice? Sé que no soy nadie para exigirle nada y que la norma del corazón de todo hijo es primera y ante todo la voluntad paterna, pero si es así cómo él piensa... ¡ay, desgraciada de mí e ingenua por ceder a sus palabras de amor que envenenaban mi corazón día a día como un eterno hechizo! ¡Ay, sufro, desdichada, sufro infortunios que merecen grandes lamentos! ¿Cómo poder amar al heredero de una infamia?, imposible, ¡prefiero la muerte antes que un amor ilusorio!
Por otro lado, estando mi conciencia siempre ligada ante todo lo divino, me parece inconveniente referirme así ante Hemón. ¿Qué pensará Afrodita cuando mis quejas lleguen ante ella? , diosa del amor, quien hizo que caiga cautiva en los brazos de Hemón. ¡Ay, ay! Ya basta de lamentaciones, que lo único que me traen es más congoja y ninguna esperanza de encontrar gracia ante los dioses, pues sigo tras la puerta del gineceo sin respuesta alguna de aquellos a quienes he clamado. Amado mío, Hemón, me arrepiento ante Afrodita y ante ti por compararte con tu altivo padre, quien tiene enemistad con las leyes divinas, mas tú eres fruto de ellas. ¡OH, sin duda las voces que ahora percibo, se harán más audibles ya que se dirigen hacia mí! Cuatro soldados mis ojos ven, guardaré mi testimonio entre mis ropajes y con una gota de sangre será terminado.
Fuera del palacio, caminando hacia la cueva en el atardecer.
Antes...en una desierta celda, ahora...transito mi postrer camino contemplando por última vez tus cielos, bendito Zeus. Me lleva el Hades hacia la penumbra, sin haber podido disfrutar de una de las bondades más hermosas de la vida, el cortejo nupcial y tener hijos de mi sangre, que serían la continuidad del linaje familiar. He puesto por encima de todo las leyes divinas, y sin embargo, voy sin llanto de amigos a mi tumba. ¡Temis, augusta!, ¿veis lo que sufro, encadenada con grandes juramentos sin cumplirse? ¡Ojalá se hiciera justicia!, pero la veo muy lejos, ya que el fin de la muerte vendrá pronto. Me siento sola e infeliz, ¡qué desdicha herencia recibí de mis padres! ¡Madre mía miserable! ¡Ay, que maldición acarreaste con mi padre, al ser hijo tuyo! ¡Ay hermanos míos, me han quitado la vida con sus muertes! ¡Zeus, no dejes de aborrecer las bravatas de los altivos potentados!, sé tú mi última esperanza y hazme justicia porque lo que acabo de ver caminando hacia mí, es Creonte, es mi muerte...
Dentro de una cueva al anochecer.
A un paso para encontrarme con los míos...aquí en mi bóveda fúnebre, escribo mis últimas palabras. ¡OH, Tebas, ciudad de mi linaje, tierra donde nací, me llevan! El último respiro de la hija de sangre real se escuchará por todo este lugar que me acogió. ¡Oíd bien todos aquel respiro mío!...escuchad bien que revela lo que sufro a causa de su rey y por haber querido cumplir piadosa las divinas leyes...Entregaré pues, mis escritos a mis verdugos, quienes me han concedido mi petición de entregárselos a Ismene, con la condición de que sin esperar más los selle con mi sangre...