SEGUNDA GENERACIÓN O GENERACIÓN DE ZEUS
Zeus tomó una esposa divina, Hesíodo le atribuye a Metis como primera compañera, Gea y Urano, custodios de los secretos divinos, revelaron a Zeus un oráculo del Destino: De los hijos que nacieran de Metis y de él, el primero sería muy sabio y valiente, pero el segundo sería un hijo de carácter violento llamado para destronar a su padre. Previniendo el peligro, Zeus se comió a Metis cuando ésta esperaba a su primer hijo. Zeus convocó al dios forjador, Hefestos que era deforme, y le ordenó que le hendiera la cabeza de un hachazo. Y así es como, de la cabeza de Zeus, surgió una muchacha enteramente armada con escudo y lanza en ristre: era la diosa Atenea, toda sabiduría y valentía. Temis, la Titánida, fue la segunda esposa de Zeus, era ella la encarnación de la ley o la Equidad. De esa unión nacieron las divinidades que llaman las Horas, que son las estaciones, Eran tres, Hesíodo un historiador griego las llama: Eunomía, Diké e Irene, es decir, Disciplina, Justicia y Paz. Zeus tuvo otras tres hijas con Temis, las Moiras (las Parcas): Cloto, Laquesis y Átropos, que rigen el destino de todo ser humano. Aquel destino estaba simbolizado por un hilo, que la primera de las Parcas sacaba de su rueca, que la segunda enrollaba y que la tercera cortaba cuando llegaba al término de la vida que representaba. La tercera esposa de Zeus fue la Oceánida Eurinome, que le dio también tres hijas, Kharites (las gracias): Aglae, Eufrosine y Talía. Como las Horas, las Gracias son genios de la vegetación: Son ellas quienes transmiten la alegría en la Naturaleza y en el corazón de los hombres. Viven en el Olimpo en compañía de las Musas, presiden toda labor femenina. Deméter que era su hermana, dio a Zeus una hija, Perséfone. Luego se unió a la Titánida Mnemosine, y tuvo de ella nueve hijas, las Musas, "que se complacen en las fiestas y en la alegría del canto". Las Musas eran: Calíope, Clío, Polimnia, Euterpe, Terpsícore, Erato, Melpómene, Talía y Urania.
Los dioses del Olimpo eran muy variados, había los que controlaban diversos elementos como el agua, el fuego, el rayo etc.
Según la Real Academia de la Lengua dios significa: Deidad a que dan o han dado culto las diversas religiones.
En la mitología griega había los llamados dioses olímpicos y los menores. Los olímpicos eran los más importantes mientras que los menores eran dioses que no tenían tanto poder.
Algunos dioses eran:
Zeus
Era el dios más poderoso del Olimpo. En la batalla contra sus padres, al liberar a los condenados a ver la luz del día. Los cíclopes: Arges (el fulgor del relámpago), Asteropes (las nubes de la tempestad) y Brontes, le forjaron el rayo, el trueno y el relámpago. Señor del cielo, dios de la lluvia y acumulador de nubes blandía el terrible rayo. Su arma principal era la égida, su ave, el águila, su árbol, el roble.
Él era el dios del cielo y soberano de los dioses olímpicos. Zeus se identificó con el dios romano Júpiter.
Según Homero, se consideraba a Zeus padre de los dioses y de los mortales, sin embargo no fue el creador de todos los dioses por que por ejemplo: Afrodita nació de la espume de mar y del semen de Cronos y de los seres humanos era su padre, en el sentido de protector y soberano tanto de la familia olímpica como de la raza humana.
Zeus presidía a los dioses en el monte Olimpo, en Tesalia. Sus principales templos estaban en Dódona, en el Epiro, la tierra de los robles y del templo más antiguo, famoso por su oráculo, y en Olimpia, donde se celebraban los juegos olímpicos en su honor cada cuatro años.
Los juegos de Nemea, al noroeste de Argos, también estaban dedicados a Zeus.
Zeus era el hijo menor del titán Cronos y de la titánida Rea y hermano de las divinidades Poseidón, Hades, Hestia, Deméter y Hera.
Hera
La reina de los dioses del Olimpo. Era hija de Cronos y de Rea, y esposa y hermana de Zeus. Hera era adorada principalmente como diosa del matrimonio y del nacimiento.
Nace en Samos, o en Argos. Fue criada en Arcadia por Temeno, hijo de Pelasgo. Sus nodrizas fueron las Horas, las diosas de las estaciones. Cuando Zeus hubo destronado a Cronos, su padre, Zeus fue a Creta y comenzó a hacerle manifestaciones de amor.
Después de este encuentro Hera y Zeus se casaron y Hera pasa a ser la reina indiscutible del Olimpo. Todos los dioses acudieron a la boda con valiosos presentes. Gea le regaló a Hera un árbol con manzanas de oro que conferían la inmortalidad.
Hera es la madre de Ares, Hebe, Ilitia y Hefesto. Cuando nació Hefesto era tan feo y deforme, que lo arrojó del Olimpo para no verlo más, de la caída heredó la cojera. Cuando creció, para vengarse de su madre, Hefesto construyó un hermoso trono de oro que mandó como presente para Hera. Cuando Hera se sentó en él, quedó sujeta por unas cadenas y así permaneció hasta que Dionisio dios del vino lo emborrachó y consiguió que la soltara.
Poseidón
Poseidón hijo de Cronos y Rea. Hermano de Zeus y de Hades. Era la divinidad marina y su reino era el mar.
Vivía en un castillo de oro en las profundidades del mar. Viajaba en un carro tirado por caballos blancos de crines y cascos de oro. Siempre acompañado de su tridente. Rechazó a Tetis al enterarse de la profecía de que cuando tuvieraun hijo este iba a ser más importante que su padre, y se casó Anfitrite.
Se desplaza en su carro en forma de concha tirado por caballos marinos y acompañado de un cortejo de divinidades de las aguas, sobre todo las nereidas y los tritones. Le acompaña también su esposa, la nereida Anfitrite
Tras la lucha contra los titanes y los gigantes, a Poseidón le correspondió ser el dios del mar. Tenía el dominio de los elementos del mar, hacia las tormentas, las olas enormes.
Era impetuoso, se volvió ambicioso, lo que provocó muchas peleas con los demás dioses.
Tuvo numerosa descendencia extra conyugal pero en general engendró seres dañinos y monstruosos. Los tritones eran los hijos de Poseidón, mitad hombre, mitad pez, con aletas y cuerpo cubierto de escamas.
Hades
Hijo de Cronos y Rea. Hades con Zeus y Poseidón es uno de los grandes dioses de la tierra. Fue devorado al nacer por su padre, pero devuelto al comenzar la revuelta de su hermano.
Los cíclopes le forjaron un casco que tenía la propiedad de hacer invisible al que lo portaba.
Cuando alguien moría, Hermes conducía al muerto hasta el río Estigia, donde el barquero Caronte recogía en su patera al muerto y lo llevaba al otro lado. Varios ríos recorrían su reino:
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Acheron: el río de la tristeza
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Cocytus: el río de las lamentaciones
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Lethe: el río del olvido
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Phlegethon: el río del fuego
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Styx: el río del odio
Tras atravesar en la patera de Caronte la laguna Estigia se encontraba con Cerbero que como Caronte vigilaba que no pasase ningún ser vivo. Los muertos eran juzgados por Minos, Radamantis y Éaco que los mandaban por tres senderos según sus actos:
En el primer sendero estaba la llanura de Asfódelos, aquí se quedaban los mediocres.
En otro camino se encontraban los Campos Eliseos, donde iban los afortunados.
El último el Tártaro, que era un lugar tétrico, oscuro y funesto, habitado de formas y sombras incorpóreas custodiadas por Cerbero, el perro de tres cabezas y cola de dragón.
Su perro era Cerbero, un perro fabuloso que guardaba las puertas del infierno. Tenía tres cabezas, aunque en algunas versiones llega a tener hasta cincuenta. Era hijo de Tifón y Equidna. Tenía el lomo erizado de serpientes, la cola de dragón y sus fauces destilaban veneno. Su sitio era la otra orilla de la laguna Estigia, por donde el barquero Caronte llevaba las almas desde la tierra al Hades, los infiernos. La principal misión de Cancerbero era no dejar salir a nadie. Sólo dos veces fue vencido. Una por Orfeo, que consiguió enternecerle con la música de su lira, y otra por Hércules, que en lucha abierta consiguió encadenarle y se lo llevo a Trecena. Este fue uno de los doce famosos trabajos de Hércules. Pero después lo devolvió.
Ares
Era hijo de Zeus y de su esposa Hera. Fue amante de Afrodita.
Dios de la guerra, su carácter era bestial, implacable, feroz e inhumano.
Era objeto de espanto para los hombres y de aversión hasta para los dioses, sobre todo para las divinidades solares como Zeus Atenea y Apolo.
Además de por Enio (diosa de la guerra), su séquito estaba formado por Deimos (el espanto), Fobos (el terror), ambos hijos suyos, Eris (la discordia) y una multitud de demonios que le servían de escuderos.
Dios de las tormentas que oscurecen el cielo es por esto enemigo permanente de todas las divinidades solares sobre todo de Atenea.
Su iconografía es escasa, en al arte arcaico aparecía como un hoplita. En el siglo V se le empezó a representar imberbe conservando como armas la lanza y el casco.
En Grecia su centro de culto más antiguo fue Beocia, de allí pasó a Atenas. En el Peloponeso tuvo poca importancia, y parece que fue adorado en Argos pero no en Laconia. Se le sacrificaban perros (el perro y el buitre le estaban consagrados) y en algunos sitios seres humanos.
Afrodita
Afrodita nace de la espuma que forma el esperma de los órganos genitales de Urano, al ser arrojados al mar por su hijo Cronos, que se los había cortado con una hoz mientras dormía. Fue criada por las Horas y las Gracias.
Uno de los mitos sobre las diosa nos habla que nada más nacer, fue llevada a la isla de Citera por los vientos Cefíros y luego a la costa de la isla de Chipre donde la recibieron las Horas, que la vistieron y la condujeron a la morada de los Inmortales, al Olimpo.
Es la diosa del amor, la belleza y el deseo sexual pese a su apariencia sensual es una diosa temible, que inspira pasiones monstruosas a los que descuidan su culto o despiertan su antipatía, como ocurrió con Fedra o Pasífae. Posee un cinturón mágico que tiene el poder de enamorar a mortales y a inmortales. Afrodita tiene un deber divino, hacer el amor, por lo que en una ocasión fue reprendida al sorprenderla Atenea trabajando en un telar, trabajo que estaba incluido en la prerrogativas de Atenea. Afrodita se disculpó y nunca más trabajó con las manos.
HÉROES
Los héroes se decían que eran humanos nacidos de un mortal y un dios. Podían realizar hazañas extraordinarias pero eran solo semidioses significan que no podían ir al Olimpo.
Principales héroes:
Heracles:
Era hijo de Zeus y de Alcmena, una mortal. Es el más famoso de los héroes griegos. Hera, la esposa de Zeus, lo odiaba desde su nacimiento por ser el producto de una de las múltiples aventuras de su marido, de manera que le sometió a una persecución implacable durante toda su vida. Nada mas nacer le envió dos serpientes, que Heracles estrangulo sin grandes dificultades. Anfitrión, el padre adoptivo de Heracles, lo envió a cuidar sus rebaños al monte Citerón y fue allí donde, a la edad de 18 años, mató un enorme león. En este monte mientras meditaba se le aparecieron dos mujeres: Placer y Virtud, ofreciéndole una vida de diversión, trabajo y gloria. Heracles eligió a la última. A su vuelta liberó a la ciudad de un tributo y su rey, Creonte, le dio a su hija Mégara en matrimonio.
Después de unos años Hera volvió a causar infortunios a Heracles enviándole un ataque de locura para que matase a su familia. Tras este desastre se marchó al exilio buscando el consejo del oráculo de Delfos preguntándole cómo se podía purificar. Heracles tenía que hacer una prueba: Ir a Tirinte para ponerse al servicio de Euristeo durante 12 años y alcanzar la inmortalidad con los trabajos que impusiese este rey.
LOS 12 TRABAJOS DE HERACLES
Primer Trabajo: El primer trabajo que Euristeo impuso a Heracles fue dar muerte al león de Nemea, hijo de los monstruos Ortro y Equidna, fiera temible cuya piel era invulnerable a toda clase de armas. Heracles intentó matarlo con una maza pero sólo logró asustarlo, el león se introdujo en su cueva y Heracles lo siguió y luchó con la fiera cuerpo a cuerpo, estrangulándola. Presentó el cadáver del animal a Euristeo, quien, asombrado y aterrorizado, le prohibió que volviera a entrar jamás en la ciudad; en adelante debía exhibir los frutos de sus trabajos ante las puertas de Mecenas
Segundo trabajo: El segundo trabajo ordenado por Euristeo fue la destrucción de la Hydra de Lerna, enorme serpiente de varias cabezas hija de Tifón y Equidna. Este monstruo había sido criado por la propia Hera para enfrentarlo a Heracles; sus cabezas se reproducían al ser cortadas, y exhalaban un vaho capaz de matar a todo el que se hallara cerca.
Heracles, conteniendo la respiración, comenzó a luchar contra la Hydra aplastando sus cabezas con una maza, pero enseguida brotaban otras nuevas. Hera envió un enorme cangrejo para que ayudase a la Hydra, pero Heracles lo aplastó con el pie. Yolao acudió en ayuda de Heracles, y mientras éste cortaba las cabezas con una espada Yolao quemaba las heridas con una antorcha para evitar que se reprodujesen
Tercer trabajo: El tercer trabajo de Heracles consistía en capturar la cierva de Cerinia y llevarla viva a Micenas. Este animal tenía pezuñas de bronce y cornamenta de oro. Estaba consagrada a Ártemis, ya que era una de las cinco ciervas que la diosa había intentado capturar para engancharlas a su carro, y la única que había logrado escapar.
Heracles persiguió a la cierva incansablemente día y noche hasta el mismo país de los Hiperbóreos. Aprovechando un momento en que el animal se detuvo a beber, Heracles inmovilizó sus patas delanteras con una flecha que hizo pasar entre el tendón y el hueso sin derramar sangre. Entonces la apresó y se la llevó a Micenas.
Cuarto trabajo: Euristeo ordenó a Heracles que capturase vivo a un enorme jabalí que vivía en los bosques de Erimanto y que causaba estragos en los campos que rodeaban Psófide.
De camino hacia Erimanto, Heracles hizo una parada para visitar a su amigo el centauro Folo, quien compartió con él su comida y su vino. Pero los otros centauros, al oler el vino que estaba especialmente reservado para ellos, montaron en cólera y atacaron a Heracles, quien los rechazó primero con teas y luego con sus flechas envenenadas, dando muerte a varios de ellos y poniendo en fuga a los demás.
Heracles persiguió a la bestia durante horas, llevándolo hasta una zona cubierta de nieve donde saltó sobre su lomo y lo ató con cadenas, llevándoselo
Quinto trabajo: Augias, rey de Élide, era el hombre que más ganado poseía en el mundo, los dioses habían hecho a sus rebaños inmunes a todas las enfermedades, y eran increíblemente fértiles. Pero Augias no había limpiado jamás sus establos, que esparcían un hedor insoportable por todo el Peloponeso. Además la capa de estiércol sobre la tierra de los valles era tan gruesa que ya no podían labrarse para sembrar grano.
Euristeo ordenó a Heracles limpiar aquello en un solo día, sonriendo al imaginar al héroe cargando el estiércol en cestos y llevándoselo sobre sus hombros. Heracles, sin mencionar el mandato de Euristeo, convino con Augias en que, si lograba limpiar todo aquello en un solo día, obtendría a cambio la décima parte de los rebaños.
Heracles derribó dos de las cuatro paredes de cada establo, tras lo cual desvió de sus cursos los ríos Alfeo y Peneo, consiguiendo que las aguas se llevasen todo el estiércol de los establos, así como el que cubría los valles. Pero Augias, al enterarse de que Euristeo ya había ordenado a Heracles limpiar sus establos, se negó a pagar lo acordado. Heracles pidió que el caso se sometiera a arbitraje, el hijo de Augias declaró ante los jueces que su padre había hecho un trato con Heracles, por lo cual Augias, lleno de cólera, desterró de Élide a su hijo y a Heracles, afirmando que los dioses de los ríos, y no él, habían realizado el trabajo. Euristeo, por su parte, no consideró el trabajo como uno de los diez, ya que Heracles había sido contratado por Augias.
Sexto Trabajo: Heracles recibió de Euristeo la orden de expulsar del lago Estínfalo a ciertos pájaros comedores de hombres y ganado que tenían picos, alas y garras de bronce y cuyos excrementos venenosos arruinaban los cultivos.
Heracles no podía ahuyentar a las aves con sus flechas, pues eran demasiado numerosos. Atenea le entregó un par de címbalos de bronce, que Heracles agitó con fuerza produciendo tal estruendo que las aves, enloquecidas de terror, alzaron el vuelo. Muchas de ellas fueron derribadas por las flechas de Heracles, y las restantes huyeron hacia la isla de Ares en el Mar Negro, donde fueron encontradas años después por los Argonautas.
Séptimo trabajo: El rey cretense Minos había prometido a Posidón sacrificar en su honor un hermoso toro. Minos incumplió su promesa y Posidón, como venganza, volvió loco al animal e hizo que Pasífae, esposa de Minos, se aparease con él, concibiendo al Minotauro. El toro, que arrojaba llamas por la boca, recorría la isla destrozándolo todo a su paso.
Euristeo ordenó a Heracles que capturase al toro. Tras una ardua lucha, Heracles doblegó al monstruo y lo llevó vivo a Micenas, donde Euristeo quiso consagrarlo a Hera, quien rechazó el regalo. El toro fue puesto en libertad, atravesó la Argólide, cruzó el istmo de Corinto y se quedó en la llanura de Maratón, donde posteriormente lo encontraría Teseo.
Octavo trabajo: El octavo trabajo impuesto por Euristeo consistía en capturar las cuatro yeguas comedoras de hombres del rey tracio Diomedes. Este las tenía atadas con cadenas, y las alimentaba con la carne de sus inocentes huéspedes.
Heracles partió hacia Tracia con un grupo de voluntarios; tras derrotar a los hombres de Diomedes Heracles arrojó el cuerpo de éste, todavía con vida, a sus yeguas, quienes tras devorarlo se volvieron tan mansas que el héroe pudo uncirlas al carro de Diomedes y llevárselas a Micenas, donde fueron consagradas a Hera.
Noveno Trabajo: Hipólita, reina de las amazonas, llevaba un cinturón regalo de Ares, el dios de la guerra. Euristeo quiso regalar este cinturón a su hija Admete, e impuso a Heracles la tarea de conseguirlo.
Los amigos de Heracles se unieron a él en su aventura para ayudarlo a vencer al poderoso ejército de las amazonas. Embarcaron hacia Escitia, región próxima al Mar Negro, y desembarcaron en el puerto de Temiscira, donde Hipólita fue a visitarlos. Sintiéndose atraída por el musculoso cuerpo de Heracles, Hipólita le ofreció el cinturón como prenda de amor. Mientras tanto Hera, disfrazada de amazona, había difundido el rumor de que los extranjeros planeaban raptar a Hipólita; las amazonas, encolerizadas, atacaron la nave de los griegos. Heracles, sospechando una traición, mató a Hipólita y le arrebató el cinturón; tras una dura batalla en la que Heracles dio muerte a todas las jefas amazonas obligó a huir a su ejército.
Décimo trabajo: Para realizar su décimo trabajo, Heracles tuvo que viajar a los confines del mundo. Euristeo le ordenó que le trajese el ganado del monstruo Geriones, quien tenía tres cabezas, seis brazos y seis piernas y cuya fuerza era extraordinaria. Geriones vivía en la isla de Eriteya, en el extremo occidente, más allá del río Océano, sus rebaños pastaban cerca de los de Hades y estaban al cuidado del pastor Euritión y del perro Ortro, monstruo bicéfalo hermano de Cerbero, el guardián de los infiernos.
Al llegar a Tartesos, Heracles, para conmemorar su largo viaje, levantó dos columnas. Helio brillaba sobre Heracles y éste, enfadado por el intenso calor que le impedía trabajar, disparó una flecha al dios, quien protestó malhumorado. Heracles se disculpó por su acción y destensó su arco, Helio ofreció entonces a Heracles la copa de oro que le servía para trasladarse cada noche del occidente al oriente, en la que Heracles navegó hasta la isla de Eriteya.
Al llegar a la isla el perro Ortro y el pastor Euritión se abalanzaron sobre el héroe, quien los mató de un mazazo. Avisado por el pastor de Hades, Geriones alcanzó a Heracles y lo obligó a luchar, siendo traspasado por sus flechas. Seguidamente Heracles embarcó el ganado en la copa de Helio y se dirigió de nuevo a Tartesos para devolvérsela. Luego, continuó su camino bordeando las costas mediterráneas, donde hubo de defender varias veces su botín de los ataques de los ladrones de ganado
Al llegar a Micenas Heracles entregó el ganado a Euristeo, quien lo sacrificó en honor a Hera.
Undécimo Trabajo: Al no considerar Euristeo como válidos dos de los diez trabajos que había impuesto a Heracles impuso a éste dos nuevas tareas, la primera consistía en recoger los frutos del manzano de oro, regalo de bodas de la Madre Tierra a la diosa Hera, esposa de Zeus. Este manzano estaba plantado en un jardín situado en el extremo norte de la Tierra, custodiado por las ninfas Hespérides y el dragón Ladón, monstruo de cien cabezas hijo de Tifón y Equidna.
Heracles no sabía cómo llegar al jardín por lo que se dirigió hacia Iliria en busca del dios Nereo, conocedor del secreto, a quien obligó a revelar la situación del jardín. Al pasar por el Cáucaso Heracles se encontró con Prometeo, quien por haber entregado el secreto del fuego a los hombres había sido castigado por Zeus a una horrible tortura: encadenado a una montaña, un águila monstruosa lo atacaba a diario y le devoraba el hígado, que crecía de nuevo al irse el águila. Heracles mató al águila de un flechazo y liberó a Prometeo quien, en agradecimiento, desveló a Heracles el secreto de cómo obtener las manzanas: no debería ser él quien las arrancase del árbol, sino Atlas, y advirtió a Heracles que no debía aceptar la propuesta que Atlas le haría a continuación.
Atlas estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de librarse aunque sólo fuese por unos momentos de la terrible carga que soportaba, Heracles le ofreció sostener él mismo la bóveda del cielo si Atlas le traía las manzanas de oro. Atlas, feliz al verse liberado de su carga, propuso a Heracles llevar él mismo las manzanas a Euristeo. Heracles, recordando la advertencia de Prometeo, fingió estar de acuerdo y pidió a Atlas que se hiciese cargo del peso durante unos momentos mientras él se colocaba una almohadilla en la cabeza para estar más cómodo. Atlas dejó las manzanas en el suelo y volvió a soportar su carga, Heracles cogió las manzanas y se despidió.
Duodécimo Trabajo: El último trabajo fue el más peligroso de todos, Euristeo ordenó a Heracles descender al Tártaro (el Reino de los Muertos), los dominios del temible Hades, y capturar a Cerbero, perro monstruoso hijo de Tifón y Equidna, que tenía tres cabezas, una serpiente por cola y cabezas de serpiente a lo largo de su cuerpo. Cerbero era el guardián de la puerta de entrada al Tártaro.
Antes de descender al Tártaro, Heracles se dirigió a Eleusis, donde el sacerdote Eumolpo lo inició en los Misterios Eleusianos, ritos sagrados purificadores preparatorios para la vida en el Mundo Subterráneo. Una vez preparado, Heracles descendió al Tártaro, guiado por Hermes y Atenea. Aterrado por el aspecto de Heracles, el barquero Caronte lo transportó sin reparos a la otra orilla de la laguna Estigia; cuando Heracles bajó de la barca de Caronte los espíritus de los muertos huyeron aterrados, con excepción de Meleagro y la Gorgona Medusa. Al ver a Medusa desenvainó su espada, pero Hermes lo tranquilizó diciéndole que no era más que un fantasma; cuando apuntó con una flecha a Meleagro.
Más adelante Heracles se encontró con Teseo y Pirítoo, a quienes Hades retenía vivos en el Tártaro, pegados a la Silla del Olvido desde que bajaron con la intención de raptar a Perséfone. Heracles consiguió liberar a Teseo pero tuvo que dejar atrás a Pirítoo. Luego liberó a Ascálafo de la roca bajo la cual lo había encarcelado Démeter. Viendo la sed que sufrían las almas de los muertos Heracles quiso sacrificar una de las vacas de Hades para que pudieran beber su sangre, siendo atacado entonces por el pastor de Hades, Menetes; cuando Heracles estaba a punto de acabar con Menetes apareció quien Perséfone, rogó a Heracles que perdonase la vida a su rival y condujo a Heracles al palacio de Hades.
Cuando Heracles pidió el perro Cerbero a Hades éste le dio permiso para llevárselo si conseguía dominarlo sin emplear armas. Tras un prolongado forcejeo con Cerbero logró vencerlo y se lo llevó a Micenas, y tras presentarlo ante Euristeo lo devolvió a Hades.
El héroe Perseo y Medusa
Las raíces de este mito se remontan al reino de Argólide, donde Abante, su rey, tomó por esposa a Aglaya y le dio dos hijos gemelos: Petro y Acrisio. Se dijo que ambos hijos reinarían alternativamente a la muerte del monarca. Sin embargo, las diferencias entre ambos hermanos eran tan grandes que no conseguían llevarse bien, hasta el punto en que la relación se volvió insoportable, cuando Acrisio se enteró que Petro había intentado violar a su hija Dánae. Acrisio le denegó la oportunidad de reinar a su hermano y este huyó a la corte del rey Yóbates, rey de Licia, y se casó con la hija del rey, Antea. A los pocos meses regresó a Argólide con al mando de un ejército Licio, decidido a pelear con Acrisio. La batalla se llevó a cabo, pero ninguno resultó vencedor por lo que acordaron dividirse el reino.. Una vez que las cosas volvieron a la normalidad, Acrisio consultó a un oráculo, el cual, le dijo: Aquel que fuera hijo de Dánae sería su sucesor y lo asesinaría. Acrisio preocupado por la noticia encerró a Dánae bajo puertas de Bronce para asegurar que nadie pudiera verla y mucho menos tocarla, asegurando así su propia vida. Sin embargo no contaba conque tales noticias llegaran a oídos de los dioses y fue Zeus el que oyendo los ruegos de la desdichada Dánae la socorrió, pudo estar con ella y darle un hijo, nada más y nada menos que el legendario Perseo. Al oírlo, Acrisio por temor a Zeus no podía ni pensar en hacer asesinar a la criatura. Más, pudo idear una forma de tratar con el asunto que tenía entre manos: encerró a Dánae y a Perseo en un cofre y los arrojó al mar, con la esperanza de que murieran evitando así el destino. El arcón flotó y ayudado por Poseidón, fue dirigido a las costas de la isla de Serifos. Fue ahí donde fueron recogidos por un pescador de nombre Dictis, quien los ayudó a sobrevivir y les brindó su casa, criando a Perseo como si de su hijo se tratase. El niño creció fuerte y sano, y su madre Dánae aún conservaba la belleza que la había caracterizado durante su juventud, fue así que Polidectes, hermano de Dictis, la comenzó a cortejar pero ésta, solo tenía ojos para Perseo. Polidectes, no perdió de vista su objetivo. Así que fingió que pedir la mano de Hipopdamia e invitó a Perseo a la ceremonia. Perseo al ver los regalos que los otros invitados le llevaban, dijo que no podría regalarle nada pues no poseía nada de valor, fue entonces cuando el astuto rey habló y para quitar a Perseo de en medio, decidió darle una misión en la que seguramente perecería, diciéndole que si un presente había que pudiera regalarle ese era la cabeza de la gorgona Medusa, cosa que le traería gran regocijo.
Perseo aceptó de buen modo como todo un valiente y comenzó a prepararse. Su madre Dánae al enterarse de la noticia corrió a suplicarle a su hijo que no aceptara tan disparatada y peligrosa misión, pero era demasiado tarde, Perseo ya había entregado su palabra a Polidectes y de ningún modo aparecería como un cobarde. Perseo aún no sabía lo que tendría que enfrentar ya que Medusa era la única mortal y la más peligrosa de las tres Gorgonas. Hubo un tiempo en que había sido bella pero su vanidad y orgullo le acarrearon la reprobación de Atena, puesto que se había unido con Poseidón en un templo suyo, fue entonces que Atena lanzó un horrible castigo sobre ella y la convirtió en un monstruo espantoso que tenía serpientes venenosas en vez de cabellos y se movía arrastrándose por la tierra, tenía un aspecto tan aterrador que a aquellos que la veían directamente a los ojos se convertían en piedra para siempre. Tras conocer la aterradora historia de Medusa, Perseo sintió cierto miedo pero sin pensarlo más partió a realizar la difícil tarea.
Atena, que era enemiga declarada de Medusa, no se mostró indiferente a la tarea que había recaído sobre Perseo y decidió ayudarle junto con Hermes, quien había sido enviado por Zeus para que velara por su hijo. Ambos dioses se le aparecieron a Perseo en toda su magnificencia y junto a el, se dirigieron a la ciudad de Dicterión, donde las imágenes de las tres gorgonas eran exhibidas. Así Perseo pudo distinguir a Medusa de sus dos hermanas, también pudo comprobar lo horribles que eran pues tenían el cuerpo cubierto de escamas de dragón, grandes colmillos como los de un jabalí, garras broncíneas y alas de oro para poder volar. Luego los dioses procedieron a equipar a Perseo con objetos fantásticos que le ayudarían a lograr su misión: Hermes le prestó las Tálares sus sandalias con alas que servían para volar, Atena le prestó su escudo Egis, el cual estaba tan pulido que servía de espejo. Aún faltaba conseguir una espada irrompible, un morral mágico para depositar la cabeza de medusa y un casco mágico para adquirir la invisibilidad, mismos objetos que se encontraban custodiados por las ninfas de Estigia, cuyo paradero solo conocían las tres Greas, hermanas de las Gorgonas, tres ancianas al borde de la locura pero portadoras de una gran sabiduría, que sólo tenían un ojo para ver, y se lo pasaban entre sí para usarlo una a la vez y un diente para comer que era usado de la misma manera.
Antes de partir hacia la tierra de la oscuridad perpetua, al pie del monte Atlas, hogar de las tres Gorgonas, Atena advirtió a Perseo acerca del poder de Medusa de convertir en piedra a quien la mirara, y que si deseaba derrotarla usara su escudo para verla a través del reflejo. Usando las Talares, Perseo llegó con las Greas, que estaban jugando a los dados. Muy sigilosamente, se acercó, y en el momento oportuno, cuando se pasaban el dado y el diente, Perseo se los arrebató y les inquirió sobre la localización de las ninfas de Estigia. Las Greas, desesperadas por recuperar su ojo y su diente, rápidamente le respondieron. Sabiendo esto Perseo pudo conseguir el casco, el morral y la espada irrompible que necesitaba y partió al encuentro de la terrible medusa rumbo al Oeste. Al llegar a donde estaban las Gorgonas, Perseo quedó impresionado por el horrible y oscuro paisaje lleno de formas petrificadas de hombres y animales cuyo horror había quedado plasmado en sus rostros de piedra. Perseo extremó precauciones y se acercó lentamente, vigilando con el reflejo del escudo de Atena. Medusa estaba despierta pues había descubierto la presencia de Perseo, al detectar su olor, sin embargo, no lo había visto aun, cuando en un rápido y certero movimiento de su espada Perseo le cortó la cabeza de un solo tajo, tras de lo cual, Pegaso, el caballo volador que sería compañero de Belerofonte en su aventura contra la Quimera, salió volando de la herida Sin perder tiempo, Perseo tomó la cabeza y la puso en el morral mágico y emprendió el vuelo lejos de las dos Gorgonas restantes antes de que se abalanzaran sobre el. En su frenética huída al sur, Perseo pasó por el desierto de África donde cayeron algunas gotas de la sangre de la cabeza de Medusa, creando serpientes y escorpiones donde ninguna vida podía sobrevivir, mientras que las que cayeron en el mar crearon una raza de morenas salvajes. A la puesta del sol, pasó junto al palacio del colosal gigante Atlas, quien se dice que sostenía la bóveda celeste, éste le denegó la hospitalidad puesto que estaba escrito que un hijo de Zeus robaría una de las manzanas de oro que él custodiaba, Perseo, ofendido, sacó la cabeza de Medusa y se la enseñó, y éste se convirtió en montaña, otra versión dice que fue por compasión que procedió así puesto que no podía ayudarlo en su penosa labor. Así fue como los antiguos decían que se había formado las montañas que llevan su nombre pues sus cimas se perdían en el cielo haciendo pensar que sostenían el cielo.
Cuando llegó a las costas de Etiopía, Perseo tuvo una extraña visión, una hermosa joven, la más bella que hubiera visto, estaba presa encadenada en las rocas y estaba a punto de ser devorada por un gran monstruo marino. La bellísima mujer era Andrómeda, hija de Cefeo, rey Etíope de Yope, y de Casiopea. Andrómeda había sido castigada a causa de que se madre había ofendido a las Nereidas, al decir que la belleza de Andrómeda era más grande que la de todas ellas juntas, por lo que pidieron a su protector Poseidón que la castigara ejemplarmente, y el castigo fue liberar a un terrible monstruo marino que tomaría a Andrómeda como sacrificio, quien debería estar encadenada en una de las rocas de la costa. Las aguas comenzaron a bullir y el temible monstruo salió a la superficie, recubierto de espantosas escamas. Todos miraron horrorizados al horrible demonio marino, cuando Perseo llegó volando en el lomo de Pegaso y tras una gran lucha le cortó la cabeza de la misma manera que había hecho con la Medusa, luego descendió y al mirar a Andrómeda a los ojos supo que había encontrado su destino, al igual que Andromeda. Inmediatamente Perseo pidió su mano y Andromeda aceptó con muchísimo gusto la proposición, pidiendo el consentimiento a sus padres, quienes aceptaron de buen agrado. Los festejos empezaron casi inmediatamente, pero se vieron interrumpidos por Fineo, sobrino del rey Nefeo, quien había pedido la mano de Andromeda con anterioridad y muy cobarde como para defenderla ante el monstruo marino pero valiente para reclamarla con doscientos hombres armados. Perseo hizo frente a la situación y se les enfrentó sacando de nuevo la cabeza de medusa y convirtiéndolos en piedra, no sin antes pedir que los que estuvieran de su lado se colocaran detrás de él.
Luego de esto, la pareja se trasladó de vuelta a Serifo, donde Perseo se enteró que Policdetes había intentado abusar de Dánae, y fue a su encuentro, diciéndole que había cumplido con éxito la misión que le había sido encomendada. Policdetes, no creyendo en las palabras del héroe, se burló de el y a carcajadas junto con los otros guerreros que estaban en la sala, le pidió que se la mostrara, y Perseo, ansioso de librarse del molesto Policdetes, le mostró la cabeza de medusa dejando a todos petrificados. Luego instauró un nuevo orden con Dictis como rey, y partió junto con su madre y Andromeda. Devolvió todos los objetos sagrados que les habían ayudado en sus aventuras a los dioses y a las ninfas de Estigia. Luego de Dánae le contó a Perseo la historia de como su abuelo los había abandonado en el mar y el por qué, sin embargo, Perseo no le guardaba ningún rencor a Acrisio y quiso verlo y asegurarlo, para lo cual se dirigieron a Argos. Pero, Acrisio, completamente aterrorizado por la noticia huyó a Larisa, donde por azares del destino Perseo participó en los juegos fúnebres, donde en un desafortunado lanzamiento de disco, su abuelo Acrisio que era un espectador, resultó fatalmente herido por el mismo disco que había sido lanzado por Perseo, cumpliéndose la oscura profecía del oráculo con la que toda la aventura había comenzado.
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