Antígona, escrita en el siglo V a.C., con su infracción de las leyes, representa la defensa de lo aparentemente correcto, dentro de lo moral y ético. Muestra la lucha contra la tiranía, recalca el saber decir NO, el buscar nuevas alternativas, el luchar siempre por la justicia. En la obra Antígona, el concepto de la mujer es expuesto de dos maneras.
Por una parte, Antígona aparece como una persona valiente y guerrera. Ella, en el momento que Creonte se rehúsa a darle sepulcro a su hermano Polinices, cambia su forma de ver las cosas, es decir que su concepción de las leyes impuestas por su tío cambia totalmente, ella pasa de un estado de debilidad donde solo puede defenderse a un estado de rebeldía donde ella es quien puede atacar desobedeciendo las órdenes. Ella está más abocada a las leyes divinas que a las humanas: "nada me sería más intolerable que no morir con gloria". Por otra parte, Ismena es mostrada como el claro estereotipo de mujer clásica, débil y pusilánime, la cual sin más remedio debe obedecera las órdenes de los hombres.
La cita siguiente clarifica las posturas opuestas de las dos mujeresen cuanto al entierro de su hermano:
“-Ismena: ¿Es que piensas enterrarlo no obstante habérsele prohibido a la ciudad?
-Antígona: Es mi hermano y lo es tuyo también aunque no lo quieras. No se me acusara de traicionarlo.
-Ismena: Pero, infeliz ¿a pesar de prohibirlo Creonte?
-Antígona: El no tiene derecho de apartarme de los míos.”
Esta cita es pertinente para la comprensión de las personalidades de cada figura. Palabras tales como “prohibido” y “ciudad” generan una serie de imágenes en la mente del espectador. Por un lado, “prohibido” evoca el cargo inferior que ocupaban las mujeres, puesto que era el hombre quien dictaba que era permitido y que no. La combinación con “ciudad” sugiere un nivel cultural, haciendo alusión al prejuicio imperfecto del sexo femenino. La personalidad de Antígona, se revela en las palabras “no”, “derecho” y “apartarme”, las cuales corresponden con su conducta luchadora. No obstante, cabe destacar el concepto de mujer totalmente distinto que tenían estas dos mujeres en relación a su entorno, evidenciado claramente por Antígona, que no dejo doblegarse por las órdenes del rey y no descansó hasta haberle rendido honras fúnebres a su hermano.
Por otra parte, con“Casa de Muñecas” el autor mediante Nora, señala explícitamente el concepto feminista dentro de una sociedad puramente machista. Esta vez, a diferencia de Antígona, los personajes se transforman debido a las adversas situaciones.
“Casa de muñecas” es una descripción real y meticulosa de un completo grupo social y de una época. Desde el título, el autor presenta a la “Casa” como una frontera ideológica, como un límite impuesto por una sociedad que se negaba a que las mujeres trascendieran dentro del ámbito cultural. La palabra “Casa” alude lo social desde el ámbito familiar. Representa un ambiente cerrado, del cual les es difícil a los personajes salir, donde existe alguien que rige todo lo que sucede allí dentro, que en este caso sería Torvaldo. Cuando a todo esto se le suma “De Muñecas”, la idea de restricción se multiplica. La protagonista no sólo estaba supeditada a permanecer dentro de las líneas divisorias que se le imponían, sino, además, para residir entre ellas, tenia que ser un juguete, es decir, debía ser superficial, frágil y maleable, sin voz ni voto. Dentro de todo esto, el autor prima el valor de la libertad.
En estos casos se puede ver como los autores difieren en sus conceptos, mientras que Ibsen comienza con un concepto de la mujer con enfoques superficiales, para más adelante terminar con una ideología de libertad de pensamiento y acción; el ideal de mujer de Sófocles se mantiene inalterable a pesar de las diferentes situaciones. Antígona siempre defendió lo que consideró correcto, se mantuvo firme en sus ideales. En el siguiente fragmento se puede observar un afrontamiento entre Antígona y Creonte:
“-Ismena: No, jamás el enemigo, ni aun después de muerto, llegara a ser mi amigo.
-Antígona: No nací para compartir odio sino amor.
-Creonte: Baja, pues, al Hades, y puesto que tienes que amar, ama a los que allí moran. Mientras yo viva no gobernara una mujer. ”
De acuerdo el anterior fragmento, la actitud moral de Antígona, expresada mediante la frase “No nací para compartir odio sino amor”, se mantiene renuente durante toda la historia. Sófocles expuso dentro de su obra dos diferentes conceptos de la mujer. Uno de ellos es encarnado en Ismena, quien se demuestra de una forma moralmente desleal hacia su hermano, mientras que Antígona, se muestra como el máximo exponente de la mujer rebelde la cual rechaza fines machistas y se coloca por encima del yugo del poder.
No obstante, en “Casa de Muñecas”, Ibsen maneja un procedimiento diferente al que usa Sófocles en Antígona. A lo largo de la historia, el autor transgrede el concepto de mujer a medida que los personajes se transforman debido a las ocurrencias de la historia. El siguiente fragmento clarifica su ideal femenino (un ser autónomo, fuerte y libre):
“-Nora: Ya no creo en eso. Creo que ante todo soy un ser humano, igual que tu… o, al menos, debo intentar serlo. Sé que los demás te darán la razón, Torvaldo, y que algo parecido está escrito en los libros. Pero yo ya no puedo contentarme con lo que dicen los demás o lo que está en los libros. Tengo que pensar por mi cuenta en todo esto y aprender a manejarlo.”
En el texto anterior, se percibe una sublevación por parte de la mujer ante las normas de la sociedad. Cuando Nora menciona: “Tengo que pensar por mi cuenta”, demuestra la alusión a su creciente sentimiento de libertad, y en este punto, ella tiene un concepto absolutamente diferente al que tenía al inicio de la obra. Palabras tales como “los demás”, “razón”, “escrito” y “libros” hacen referencia a las normas de la sociedad. Nora, sin reparar en estas normas, evade toda prohibición y rompe las reglas para lograr su cometido.
Ambas obras, a pesar de estar separadas por siglos, comparten una trama que esta íntimamente relacionada. Son los sentimientos y emociones los que llevan a ambas protagonistas a forjar los prejuicios sociales. Las dos obras nos enseñan la importancia que la mujer ocupó en la sociedad y lo que era capaz de hacer, si se lo proponía, dentro de un contexto en el cual estaba prácticamente sometida al hombre. Por tanto, no debemos dudar de las capacidades y talentos de las mujeres, que en algunos casos pueden llegar a ser mejores que los hombres. La enseñanza radica en tener confianza y no dudar de sí mismo para triunfar en la vida. Así como afirma Ibsen: "si dudas de tí mismo, estás vencido de antemano".
Personaje antagonista
El procurador Krogstad es el hombre del cual Nora se presta dinero para salvar a su marido. Estaba involucrado en un escándalo por falsificación hace unos años, y su imagen profesional no andaba muy bien. Cuando ve amenazado su puesto en el banco, empieza a chantajear a Nora, por lo que se convierte en el personaje antagonista de la obra. Su carácter es forjado en igual medida por la norma social y la experiencia vivida del personaje, ambos elementos se entrecruzan creando su personalidad.
Krogstad aprovechándose de la situación de Nora, la chantajea para conseguir lo que quiere (mantener su puesto en el banco). “Si pierdo mi empleo en el Banco, se hundirá usted conmigo.” El autor muestra con este personaje la dominación masculina que estaba aún presente sobre las mujeres. Sin duda, el fondo de todo esto es el prestigio social, el cual Krogstad, influido substancialmente por lo considerado socialmente correcto, quiere recuperar “hace años cometí una estafa. Mis hijos van siendo mayores; por ellos tengo que recuperar mi reputación”.
Imponente y crudo, Krogstad se muestra amenazante hacia Nora, el está abocado solamente a difundir el delito, porque sabe que eso desprestigiara a Helmer:
“Krogstad: ¿Tan poco la quiere su marido? Sabe a lo que puedo exponerla, y sin embargo se atreve… Nora: Mi marido no sabe nada. Krogstad: ¿Olvida usted que tengo en mis manos su reputación? (Mostrando a Nora la carta) Echaré esta carta en su buzón. Y recuerde bien que ha sido su marido el que me ha obligado a actuar de esta forma. Nunca se lo perdonaré. Adiós, señora.”
Al reencontrarse con su viejo amor; la Sra. Linde, esta le abre el corazón y él deja de buscar la venganza. Krogstad cambia su actitud gracias a la claridad y firmeza de la Sra. Linde:
“Krogstad: ¿Qué habría de comprender? Una mujer despiadada deja plantado a un hombre cuando se le presenta algo más ventajoso. Sra. Linde: No lo fue. Recuerde que tenía a mi madre inválida y dos hermanos pequeños. Tenía que mantenerlos a todos, y usted no podía ayudarnos; ni siquiera tenía trabajo.”
Cristina Linde, es vital para el rotundo cambio de actitud de Krogstad, pues ella logra llenarle el vacio que sentía, que lo conducía a la venganza. De allí en adelante a estos dos personajes les toca vivir un final feliz.
Personajes secundarios
Helmer, mejor conocido como Torvaldo, es el marido de Nora. Al principio de la obra es ascendido al elevado puesto de director de un banco. El se ha ganado todo lo que tiene con sus propias manos, trabajando duro. Helmer, aunque con menor categoría que Nora, es utilizado por Ibsen para materializar y complementar el muro ideológico entre hombre y mujer que existía a lo largo del siglo XIX. El representa la máxima autoridad, la dictadura y la transgresión hacia la figura femenina, debido a esto, se arguye su trato superficial hacia a Nora. En él, incide el rol estereotipado social de “marido protector”. Dicho cargo social le ocupa la mayor parte de su vida, es por eso que pasa la mayor parte de ella en el despacho de su casa, encargándose de asuntos laborales, lo cual no le da tiempo para velar de su familia. Helmer representa a la moralidad establecida, inflexible, importándole mucho el qué dirán.
Dentro de esto, la convención social juega un papel determinante en la evolución de su personalidad. Dicha personalidad se fundamenta en la aparente superioridad económica y moral que ejerce sobre Nora, en otras palabras, una dulce tiranía.
Helmer como marido dominante abusa de su posición humillando a Nora, utilizando un lenguaje despectivo: “El chorlito es un encanto, pero gasta montones de dinero. Es increíble lo caro que le sale a un hombre mantener a un chorlito.” El realiza un juicio negativo sobre la capacidad de gestión económica de Nora, la mujer, sometida, lo acepta.
Para ejercer su dominio, trata a Nora como a un objeto, como a una muñeca. Nora es uno de sus bienes y por tanto le pertenece. El autor nos muestra el amor posesivo de Helmer: “¿Es que no puedo mirar a mi bien más preciado? A esta divinidad preciosa que es mía; sólo mía; absolutamente mía.” Helmer alude por primera y única vez al único valor que él considera positivo en Nora, el de la belleza. El autor muestra el rol de mujer escaparate dentro del estereotipo masculino, donde Helmer no considera en ningún momento y bajo ninguna circunstancia la opinión de Nora, sino que toma las decisiones por sí solo, obteniendo una completa aprobación por parte de la obediente Nora, la cual se limita a asentir con la cabeza a todo lo que su marido le imponga. A pesar de que sus desasosiegos colisionan constantemente contra él, Nora lo sigue amando. Es aquí donde el autor muestra el valor que tiene el amor sobre todas las otras cosas.
Cuando Nora hace mención de Krogstad apelando a que Torvaldo no lo despida, él le señala los motivos por los cuales no lo quiere tener dentro de su camarilla: “Ha falsificado firmas... Una atmósfera de falsedad contamina irremisiblemente el hogar. Cada vez que respiran, los hijos se contagian de gérmenes malsanos”. A pesar que su interpretación de los hechos en este caso parece un tanto exagerada, esta es argumentada bajo su completo rechazo al acto de falsificación.
Ibsen, ante todo, quiere mostrar el drama del asunto, resaltando la actitud de Torvaldo, quien desaprueba cualquier tipo de mentira, sin importar de lo que se trate. En este caso, se podría suponer que cuando se trate de su amada mujer (que también cometió una falsificación), cambiaría de opinión y seria comprensivo, (pues ella solo lo había hecho para salvarlo) pero lamentablemente no es así. Helmer premia la verdad, como máximo valor sobre todas las cosas.
Cuando el engaño sale a la luz, Helmer muestra sus verdaderos sentimientos, calificando a Nora como una ridícula, desgraciada, hipócrita, insultando a su padre y culpándole por el comportamiento de ella. Se exaspera mucho al sentir que su situación peligra, pero, como las apariencias lo eran todo para él, no puede permitirse que esta mentira salga al público, entonces le propone lo siguiente: “En cuanto a ti y a mí, seguiremos como si nada hubiese cambiado: sólo a los ojos de los demás, por supuesto. Seguirás aquí, en casa, como es lógico. Pero no te permitiré educar a los niños; no me atrevo a confiártelos. ... Desde hoy se trata de salvar los restos, las apariencias.” Esta frase muestra claramente su incomprensión hacia lo sucedido. No llega a comprender que Nora lo hizo todo por él, para salvarle la vida. Sólo ve lo negativo, no piensa en escucharla ni apoyarla. El autor expone el amor interesado y sujeto a las apariencias de Helmer.
Al llegar la carta aclaratoria sobre el préstamo con el recibo original adjunto, Torvaldo cambia su estado repentinamente. Su tono de voz se vuelve suave, sus palabras hacia Nora ya no son insultos llenos de rabia, sino palabras dulces, llenas de cariño. Al ver que no corre ningún peligro de deshonra olvida el enfado y ahora sí piensa por primera vez en la situación de Nora: “¡Lo que habrás sufrido! ... No puedes creer que te haya perdonado. Sí, Nora, te lo juro; estás perdonada. Bien sé que lo has hecho por amor a mí.”
La frase “Bien sé que lo has hecho por amor a mí” señala que Torvaldo tenía previo conocimiento del propósito de Nora de salvarle la vida, pero su profunda preocupación por su imagen y su fortuna le cegó la mente. Lamentablemente esta reflexión llega muy tarde como solucionar las cosas con Nora, pues ella ya ha evaluado su realidad (ha sufrido una catarsis) y se ha dado cuenta que el ambiente donde vive es nocivo, la felicidad que creía tener era solo un espejismo, lo que la obliga a tomar la decisión de marcharse.
En ese momento, Helmer pierde claramente su posición dominante. Para revertir la situación intenta desesperadamente agredirla verbalmente. “Qué absurda e ingrata eres. Hablas como una niña, no entiendes la sociedad en que vives”. Helmer muestra su reacción insegura, y por tanto, agresiva ante la repentina decisión de subyugación de Nora. Cuando se da cuenta que ni siquiera con la confrontación verbal va a lograr un cambio de opinión de Nora, aparece por primera vez en Helmer una reacción no sujeta a la dominación. Aparece la crisis en el personaje y se atisba una posibilidad de cambio. “¿Qué he de hacer para corregir mi error?”. Helmer cambia de actitud e intenta ser una persona más abierta y conciliadora. Lamentablemente, Helmer actuó muy tarde.
Cristina Linde es una vieja y aparentemente buena amiga de Nora, que también estuvo ligada con Krogstad, y por tanto es el núcleo de ambos intereses. Es el personaje más maduro, cuya única razón de vivir es sacrificarse por alguien, por ello se enfrenta a todo sabiendo lo que quiere y lucha por ello. Tras haber perdido a sus seres queridos, deambula sin saber hacia dónde ir. Desde el punto de vista social, su personalidad es atípica, ya que es la única mujer libre y segura. Ella es un personaje complejo, de la cual se pueden esperar muchas cosas contradictorias.
La Sra. Linde es descrita por Ibsen como una mujer independiente, muestra a una mujer que busca su independencia económica. “Nora querida, no me lo tomes a mal; pero yo también he de hablarte. Estoy en una situación desesperada. He perdido mi trabajo”. A pesar de esto, la Sra. Linde solamente asume las tareas que socialmente se consideran propias de la mujer, mostrándonos con ello el autor a la mujer como una simple ama de casa, concordando así con el estereotipo.
La Sra. Linde expresa un prejuicio latente hacia Nora, infantilizándola. Mostrando así además la clase de discriminación que existía entre las mismas mujeres. “¿cuándo vas a ser un poco responsable?” A veces lidian contra ellas mismas, en vez de ayudarse. La actitud de la Sra. Linde con Nora es de superioridad.
La Sra. Linde al enterarse de la personalidad encubierta de Nora y la situación por la que está pasando, decide establecer una relación de ayuda mutua. Su actitud cambia positivamente hacia Nora: “¡Nora, Nora, no sabes lo que dices! Ahora mismo voy a hablar con Krogstad”.
Este personaje adquiere peso dentro de la obra, al ser el único capaz de arreglar las cosas. La Sra. Linde es la única que puede devolverle la dignidad a Helmer, remediar el error de Nora y sanar al amargado Krogstad. Bajo ningún motivo obro de forma maligna en sus actos, pero si causó controversia con sus acciones, tal es el caso cuando le menciona a Krogstad: “No Krogstad, no pida usted la carta. Han pasado 24 horas, y durante este tiempo he presenciado cosas terribles en esta casa. Helmer debe saberlo todo. Nora y él tienen que explicarse francamente. Así no habrá más ansiedad”. Detrás de esto no existe ninguna mala intención por parte de Cristina, como se podría pensar, sino, por el contrario es un signo de bondad lo que ella acaba de realizar porque considera que así como van las cosas no van a funcionar.
Cristina sintiéndose sola, porque ya no había nadie por quien seguir viviendo y trabajando, decide darle una nueva oportunidad a Krogstad, que también se siente solo y abandonado. La historia de estos dos tiene un final amoroso.
El Doctor Rank, íntimo amigo de la familia, apoya incondicionalmente a Torvaldo y está locamente enamorado de Nora. “el no sería el único que daría muerte por ti” se le declara diciendo que Torvaldo no es el único que daría su vida por ella. Sin embargo, mantiene una considerable distancia hacia Nora, para evitar conflictos con Torvaldo. Junto con Cristina Linde, representa una amistad importante para Nora.
El es el médico (como su título lo sugiere) de la familia, es una persona cuya visita era grata y siempre bienvenida, también es una persona de fiar, el era de entre los pocos que sabían exactamente sobre el deplorable estado de salud de Helmer.
El Dr. Rank es mostrado durante todo el transcurso de la obra como un personaje solitario. De su frecuente aparición dentro de la casa de los Helmer, se podría concluir que no tiene a nadie más. Sin embargo, también se podría decir, que suele frecuentar en la casa, debido a su buena relación con la familia, lo cual no implica que viva completamente solo. De la misma manera, es un personaje con un gran valor dramático, aunque su único valor en el conflicto central viene dado como ser la tabla de salvación de Nora a la cual ella no se quiere aferrar, su dramática existencia de personaje frustrado da pie a un nuevo drama, el de la herencia genética, lo que conlleva a una serie de cambios repentinos de actitud hacia la vida. Al descubrir que se encuentra gravemente enfermo y a punto de morir, decide convertirse en hedonista y así gozar el poco tiempo que le resta de vida.
Elena es la criada de la familia, es considerada un personaje referencial dado que no juega un rol muy importante dentro de la obra, dado que sus intervenciones son muy pocas y se limitan a “ya esta lista la cena” o “hay alguien en la puerta”. Tiene un carácter noble y encariñado hacia la familia, preferentemente hacia los niños.
Es a ella a la que Nora le menciona por primera vez sus intenciones: “Sí, Elena, pero ya no podré estar con ellos tanto como antes. […] ¿Crees que olvidarían a su mamá si se fuera para siempre?” Elena dentro de sus capacidades le responde francamente, que fue exactamente lo mismo que le sucedió con sus hijos, desgraciadamente, Elena no se da cuenta de la gravedad de sus pensamientos. Ibsen con Elena, intentó mostrar la última de las facetas de la mujer, es decir, una mujer inocente pero a la vez ignorante, que también estaba presente dentro de la sociedad noruega.
La obra, además de entretenida, es sorprendentemente moderna, puesto que al leerla vemos reflejadas las vidas de muchas mujeres de hoy en día. Ibsen innegablemente logro su propósito que era el de darle mayor independencia a las mujeres, mediante una completa trasformación de la sociedad. Sin duda alguna, se sentiría orgulloso de saber que hoy en día las mujeres comparten derechos y obligaciones con los hombres.