La vida eterna es una “desconocida realidad conocida”1. Es una realidad conocida porque la inmortalidad puede ser captada por la razón natural y además Dios lo ha revelado y su Hijo lo ha confirmado al enseñar que existe vida en el más allá por medio de parábolas. Entonces tanto personas cristianas como no cristianas son capaces de reconocer que hay vida después de la muerte, el hombre en su razonamiento es capaz de darse cuenta que no es simplemente materia. Sabe que hay algo más que es inmortal y por lo tanto debe ir a algún lado. Los restos de civilizaciones antiguas muestran que en las tumbas las personas eran enterradas con comida, joyas, etc. para preparar el viaje hacia el más allá. Los egipcios, por ejemplo, creían que la vida después de la muerte era parecida a la vida en el Nilo. Representaban al alma como un pájaro y al momento de la muerte, volaba fuera del cuerpo y dependía de las oraciones de sus familiares el que encontrara la felicidad, si era olvidada se convertía en el pájaro del estanque y volvía a casa para molestar a sus habitantes.
Pero, ¿cómo puede ser a la vez desconocida? Es desconocida porque el hombre no sabe que es, nunca la ha visto ni mucho menos sabe cómo es, simplemente sabe que existe. Esto aparenta ser una contradicción, pero el hombre no es capaz de comprenderlo todo y la vida eterna es un ejemplo de ello. Es una meta incomprensible que atrae al hombre hacia su Creador, ¿de qué otra forma podría explicarse su existencia? El hombre fue creado para transformar e influir en el mundo y luego para regresar con su padre, Dios. Es el destino del hombre morir y seguir existiendo ya no en materia sino en espíritu, ya no padeciendo sufrimientos ni preocupaciones mundanas, ya no le importará nada más que adorar y vivir con Dios. El alma es inmortal, eterna, única. Al contrario, la creencia en la reencarnación consiste en que por medio de varios ciclos el hombre regresa hacia su dios, pero mientras tanto reencarna en animales y vegetales. Pero el hombre debe empezar desde cero cada vez que se reencarna, su alma ya no es única e irrepetible, no tiene sentido vivir bien si al final con la muerte empieza de nuevo sin los conocimientos ni experiencias adquiridas en su vida. Es coherente pensar que la respuesta a la ansiedad del hombre respecto a la vida después de la muerte sea la vida eterna, el alma que regresa a su Creador.
Al no poder comprenderlo todo, la vida eterna resulta ser motivo de confusión ya que el hombre no quiere morir pero a la vez no quiere vivir para siempre. No quiere dejar a sus seres queridos ni ellos quieren dejarlo morir, pero vivir eternamente resulta aburrido y monótono. Existen varias ideas acerca de la eternidad, varias personas consideran que la eternidad es más un castigo que un don. Esta es una idea errónea pues la eternidad significa que no hay tiempo, no hay pasado ni futuro. Además el hombre se sentirá en un estado de felicidad plena al estar en presencia de Dios. El conocimiento humano es limitado y no puede comprender algo que es superior a su inteligencia. No puede saber cómo es la eternidad porque nunca nadie ha vivido para contarla, sólo puede saber que existe. La muerte es inevitable, esto es cierto pues si la vida fuera eterna resultaría muy aburrida y monótona. La magia de la vida consiste en vivir cada día como si fuera el último ya que ninguno se repetirá de nuevo, pero si los días nunca acaban el hombre ya no le encontraría sentido a la vida.
Entonces, ¿por qué le resulta al hombre tan difícil comprender la vida eterna? Su realidad desconocida hace que nazca desesperación e impulsos tanto positivos como negativos por alcanzarla. El hombre huye de la muerte, le teme por estar apegado a los bienes materiales. Pero existen veces en la que la constante lucha por vivir bien termina cansando al hombre quien desea no vivir más. Es por esto que la vida eterna es una paradoja, temerla pero quererla. Es común que se desee querer lo desconocido, pero esto no debe de ser la principal razón para buscar la vida eterna. La principal razón debe ser el encuentro con Dios, por eso el hombre ha sido creado por Dios, para que viviera la vida y regresara a Él. La fe da la vida eterna, porque cree en la Palabra de Dios y le obedece. Es el motivo de la creación, al morir Jesucristo en la cruz, Dios en su infinita misericordia nos ha regalado el don de la vida eterna. Hemos sido redimidos para vencer al pecado y la muerte. La vida es un llamado a obrar bien y solo así tranquilizará el alma del hombre hasta encontrarse con su Creador, ya que por eso fue creada.
El hombre desea una vida sin muerte, aunque no conozca cómo es sabe que sólo allí podrá vivir eternamente feliz, sin tormentos. La vida eterna consiste en el don que Dios otorga al hombre como recompensa por sus obras. Es por esto que es fuente de esperanza: esperanza de vivir en un mundo lleno de paz y de justicia que lo motiva a seguir viviendo, a superar las dificultades y vencer los obstáculos. El deseo de reencontrarse con el Creador motiva al hombre a vivir de una manera justa. El hombre siente deseos de alcanzar la vida eterna: conocida y desconocida a la vez es muestra de esperanza. Es una meta incomprensible que atrae al hombre y depende de cada uno el querer alcanzarla.
1 Fuente: Papa Benedicto XVI. Encíclica “Spe Salvi” Noviembre 2007.