Conceptos de Desarrollo Economico. Qu opinan los clsicos sobre el Desarrollo Econmico? Cules son las ideas fundamentales de A. Smith y D. Ricardo al respecto?

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE ECONOMÍA

NOMBRE: MARTÍNEZ GONZÁLEZ OMAR

ASIGNATURA: DESARROLLO ECONOMICO

PROFESOR: VICENTE GUERRERO FLORES

GRUPO: 0601

“CUESTIONARIO DE DESARROLLO ECONOMICO”

1ª. Parte

1. ¿Qué opinan los clásicos sobre el Desarrollo Económico? ¿Cuáles son las ideas fundamentales de A. Smith y D. Ricardo al respecto?

A lo largo de los últimos doscientos años han ido apareciendo sucesivas teorías económicas que han tratado de describir las variables centrales que explican el ritmo evolutivo de la actividad de la economía potencial. Arasa Carmen y Andreu Jose señalan que ya los primeros economistas clásicos (Smith y Ricardo) trataron de explicar el modo en que las economías serian capaces de progresar hacia lo que ellos denominaron el estado estacionario (situación que marcaria el techo productivo de las naciones y, por consiguiente, el techo de la población sostenible por cada país). Y así, jugando con un enfoque del valor basado en la teoría de valor trabajo (según el cual el precio de las cosas quedaría determinado a largo plazo por los costes laborales de su producción) resultaría que en función de los rendimientos decrecientes de la tierra, tales costes se elevarían progresivamente a medida que creciera el tamaño de la población. Consiguientemente a la larga, Smith y Ricardo sugieren que se reduciría la productividad marginal del trabajo, lo que deprimiría los salarios reales, al tiempo que, sorprendentemente, tal tendencia salarial elevaría las “rentas de la tierra”, produciéndose así un grave conflicto de intereses entre los trabajadores y los terratenientes (quienes en definitiva serian los ganadores últimos del proceso de crecimiento).

Por su lado, los capitalistas industriales o comerciales también jugarían un papel básico en el proceso de crecimiento. Y lo harían en la medida en que los rendimientos por ellos obtenidos, superaran el rendimiento mínimo deseable; y/o indujeran una cierta capacidad de generación de ahorro en función de los beneficios obtenidos. Al final del proceso y en virtud de los rendimientos decrecientes aparecidos, aquellos se limitarían a obtener ese rendimiento mínimo requerido para el mantenimiento de sus actividades. Circunstancia que eliminaría a largo plazo los incentivos adicionales de los capitalistas para proseguir con su esfuerzo industrial o comercial. En definitiva, los rendimientos decrecientes de la tierra elevarían progresivamente los costes unitarios de la producción global, y terminarían por estrangular el proceso evolutivo al alza de la actividad de la economía potencial; variable que al final desembocaría en una situación de “estado estacionario” caracterizada por: 1) por la existencia de salarios de subsistencia (físicos en Smith y sociales en Ricardo); 2) por la existencia de una población oscilante en torno al máximo sostenible de la misma; 3) por una producción potencial máxima no rebasable; 4) por una producción industrial también limitada; y 5) por unas rentas máximas de la tierra obtenidas por los terratenientes en función de la escasez de aquella, y como contrapartida de los mencionados salarios de subsistencia generados por el proceso de crecimiento.

Por su lado, la dinámica evolutiva de la población (de acuerdo ahora ya con los planteamientos de Malthus) contendría una tendencia al crecimiento de la misma cuando los salarios fueran superiores al de subsistencia, y al decrecimiento cuando sucediera lo opuesto (lo que podría suceder en distintas etapas del proceso de crecimiento). Dicho lo anterior, los enfoques clásicos del crecimiento económico, que llevaron a proclamar la noción del “estado estacionario”, erraron claramente en sus previsiones. Y lo hicieron fundamentalmente porque no tuvieron en cuenta la contribución de la innovación y del cambio técnico al crecimiento económico; contribución que como mínimo retrasaría temporalmente la llegada al “estado estacionario de las naciones”, supuesta “estación término” del proceso de acuerdo con las ideas de los economistas clásicos.

2. ¿Por qué los puntos de partida de D. Ricardo y de R. Malthus representan dos puntos diametralmente distintos de abordar la Economía Política, de acuerdo a John M. Keynes?

John M. Keynes, en su Teoría General, se encargaría de vincular explícitamente su análisis de la demanda efectiva con una larga discusión que tuvo lugar entre Ricardo y Malthus; aclarándose así dos puntos distintos de abordar la Economía Política.

Tal y como señala Luigi Pasinetti, no es difícil, a siglo y medio de distancia, advertir las muchas deficiencias de la teoría de Ricardo. “Aun dejando a un lado todos los problemas relacionados con su teoría del valor, hay tres grandes defectos que claman por corrección: la ingenua idea de Ricardo sobre el crecimiento de la población, su subestimación del progreso técnico y su incapacidad para apreciar la importancia de la demanda efectiva.”

Así pues, en respuesta a Ricardo aparecerían en 1820 los Principios de economía política considerados con mira a sus aplicaciones prácticas de Malthus; en los cuales se defendía la noción del consumo improductivo de los terratenientes, como remedio contra el exceso de productos en los mercados, advirtiendo sobre las consecuencias de una excesiva “frugalidad y ahorro”. Ricardo fue incapaz de ver ninguna fuerza en estos argumentos; al contrario, para él, el ahorro estaba ligado a los capitalistas y, por consiguiente, significaba lo mismo que acumulación de capital. Esta controversia se arrastraría con el paso de los años; sin embargo, serian las ideas de Ricardo las que prevalecieran en la opinión profesional.

Seria hasta un siglo después de este controvertido debate, que las ideas de débil argumento de Malthus en torno a la demanda efectiva serian percibidas en la teoría de Keynes.

3. ¿Cómo se puede deducir la ecuación de acumulación de Harrod-Domar en términos absolutos? ¿y en términos per cápita?

Debraj Ray explica que el crecimiento económico es el resultado de la abstención de consumir en un momento del tiempo. Una economía produce toda una variedad de bienes, la cual depende de las preferencias personales y de la distribución de la renta; pero como primera aproximación general, cabe afirmar que la producción de bienes crea renta, la cual crea la demanda de esos mismos bienes. Podemos imaginar dos grandes grupos de bienes: bienes de consumo (se producen con el fin expreso de satisfacer preferencias y deseos humanos) y bienes de capital (se producen con el fin de producir otros bienes). Emprendiendo nuevas actividades, expandiendo las que ya existen o reponiendo el capital anticuado, la inversión genera una demanda de mercado de bienes de capital. Estos bienes pasan a engrosar el stock de capital de la economía y la dotan de una capacidad aun mayor de producción en el futuro y, de esa forma, la economía crece. Sin embargo, que si inicialmente no se ahorrara, no sería posible invertir y no habría expansión alguna. Este es el sencillo punto de partida de toda la teoría del crecimiento económico. El crecimiento económico es positivo cuando la inversión es superior a la cantidad necesaria para reponer el capital depreciado, lo cual permite que el ciclo del periodo siguiente se repita a una escala mayor. En este caso, la economía se expande; en caso contrario, se estanca o incluso se contrae. Algebraicamente, el análisis del modelo Harrod-Domar puede partir desde esta forma:

Y(t) = C(t) + S(t),

en todos los periodos t. En palabras, la renta nacional se divide entre el consumo y el ahorro. La otra cara de la moneda es que el valor de la producción generada debe ser igual a los bienes producidos para consumo más los bienes que necesitan los inversores; es decir,

Y(t) = C(t) + I(t),

Donde I representa la inversión. Además, estas dos ecuaciones están a un paso de la famosa condición de equilibrio macroeconómico

S(t) = I(t),

La inversión aumenta el stock nacional de capital K y repone la parte que se deprecia. Suponiendo que se deprecia una proporción δ del stock de capital:

K(t+1) = (1 – δ) K(t) + I(t),

que nos indica como varia el stock de capital con el paso del tiempo.

Introduciremos ahora dos conceptos: la tasa de ahorro (el ahorro dividido por la renta: S(t)/Y(t) = s; y la relación capital-producto: θ, y es la cantidad de capital necesaria para producir una unidad de producto en la economía, K(t)/Y(t). Utilizando estos conceptos, podemos llegar  a una ecuación que tuvo una gran influencia:

s/θ = g + δ,

donde g es la tasa total de crecimiento que viene definida por el valor de [Y(t+1) – Y(t)]/Y(t). Esta es la ecuación Harrod-Domar, llamada así en honor a Roy Harrod y Evsey Domar, que escribieron conocidos artículos sobre el tema en 1939 y 1946, respectivamente. Esta ecuación tiene el aspecto de una receta, relacionando estrechamente la tasa de crecimiento de la economía con dos variables fundamentales: la capacidad de la economía para ahorrar y la relación capital-producto. Elevando la tasa de ahorro, sería posible acelerar la tasa de crecimiento y elevando la tasa a la que el capital genera producción (reduciendo θ), aumentaría el crecimiento. La ecuación Harrod-Domar influyo profundamente en la planificación central de algunos países como la India y la antigua Unión Soviética. La introducción de una pequeña modificación en el modelo Harrod-Domar nos permite incorporar los efectos del crecimiento demográfico. La ecuación, tal como se ha presentado, no es más que una afirmación sobre la tasa de crecimiento del producto nacional bruto total (PNB), y no del PNB per cápita. Para hablar del crecimiento per cápita, debemos tener en cuenta los efectos del crecimiento demográfico. Si la población (P) crece a una tasa n, de tal manera que P(t + 1) = P(t) (1+n) para todo t, podemos convertir nuestras ecuaciones en magnitudes per cápita; así pues, tendremos ahora que

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s/θ = (1+g*)(1+n) – (1-δ),

donde ahora g* es la tasa de crecimiento per cápita.

Esta expresión combina algunos de los aspectos fundamentales que subyacen al crecimiento: la capacidad para ahorrar e invertir (recogida por s), la capacidad para convertir el capital en producción (que depende inversamente de θ), la tasa a la que se deprecia el capital (δ), y, por último, la tasa de crecimiento de la población (n). Esta nueva ecuación parece algo complicada; existe una aproximación con la que es mucho mas fácil realizar rapidas estimaciones. Para verlo se expande el segundo miembro de ...

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