Entendido el origen de la comunicación humana, ¿para qué y por qué se comunica el ser humano? Savater dice que lo hace porque quiere “entender y hacerse entender”. Argumenta que “... la principal tarea del lenguaje no es revelar al mundo mi yo sino ayudarme a comprender y participar en el mundo.”
Edgar Morín, en su libro “Cultura y Comunicación”, tiene una idea muy similar sobre la función de la comunicación humana: “nos comunicamos para informar, para informarnos, para conocer, para, eventualmente, conocernos, para explicar, para explicarnos, para comprender y comprendernos.” Por otro lado, también menciona brevemente cómo nos comunicamos para organizarnos.
Sin embargo, Morín se centra más en los problemas u obstáculos posibles en la comunicación humana que pueden llegar a inhabilitarla.
En primer lugar cataloga como obstáculo del objetivo mismo de la comunicación el exceso de información, que obstruye llegar al conocimiento (“aquello que permite situar información, contextualizarla y globalizarla”). Considera también que la información desorganizada u organizada de más puede también sabotear el proceso comunicativo. Para explicar la razón de esto, menciona la teoría de C. Shannon, donde el ruido, aquello que perturba la comunicación es aclarado mediante la redundancia, o repetición de la información. También reconoce que siempre existe un riesgo de error en el momento de la recepción. No basta con cumplir la difícil tarea de explicar es este caso: hace falta la comprensión, la cual “introduce la dimensión subjetiva en el conocimiento y en la explicación.” Esto quiero decir que la información pasa de lo objetivo (la explicación) a lo subjetivo (la comprensión), donde empatizamos y llegamos a comprender un sujeto en cuanto a sujeto. “Así, la comprensión es un medio de conocimiento,” que incluye a la explicación.
El problema fundamental a nivel de información en cuanto a la comunicación humana son los errores involuntarios o provocados. A nivel de conocimiento, es la existencia de ciertos paradigmas que separan la información al mismo tiempo en que la reducen (estructuras de paradigma dominante: disyuntiva y reductora). Esto da una visión ‘a medias’ de la realidad, que sólo es comprensible a través del conocimiento de todos los paradigmas para así llegar a “comprender la incomprensión”. De este modo, se puede llegar a tener un “meta punto de vista, donde conservo mi punto de vista integrando el del otro”.
Morín recalca la habilidad humana de ser capaces de tener una relación exterior con nosotros mismos: esto es lo que nos habilita a empatizar con los demás (‘ponerse en los zapatos del otro’). Sin embargo, esto también obstaculiza el proceso comunicativo, principalmente por una incomprensión existente respecto a nosotros mismos: la forma en que nos engañamos, el llamado self deception, se corresponde en la relación o comunicación con los demás. También incluye un segundo obstáculo, el de la tendencia de reducir a una persona a una personalidad estática, ignorando la multipersonalidad del otro. Esto se corresponde con la estructura reductora del paradigma dominante actual en nuestra sociedad.
Por otro lado, Morín elogia al cine por su capacidad comunicativa. Al percibir la complejidad de os individuos y forzarnos a empatizar con ellos. Aunque sean asesinos en serie.
Finalmente menciona algunas herramientas que usamos para poder lograr la meta de la comunicación, tales como las palabras semánticas indefinidas, los mitos y la música. Aclara que estos elementos sinergizados habilitan a una mayor comprensión y menciona la paradójica situación actual en la cual el aumento de los medios de comunicación desemboca en menos comunicación y comprensión.
Ahora bien, conociendo los riesgos de la incomprensión que debilita a la comunicación, tendríamos que fijarnos en las consecuencias manifiestas a nuestro alrededor, causadas por la comunicación humana.
Néstor García Canclini, en su obra “Consumidores y Ciudadanos”, investiga justamente el efecto de la comunicación humana en las culturas originales de naciones y grupos étnicos. Comprueba que, al comunicarse cada vez más entre culturas y al acortar distancias debido a avances tecnológicos. Se ha impuesto una globalización donde se comparten elementos culturales. El desarrollo de los medios de comunicación masiva audiovisual debido a las manifestaciones sociales de aquellos en contra de una elite burguesa que dominaba las decisiones políticas, y en contra de la misma globalización, concibió una globalización cultural.
Edgar Morín, en un artículo del diario ‘El Clarín’, se especificó en esta ‘globalización cultural’, sugiriendo la existencia de una “cultura globalizada” paralela a las culturas tradicionales de cada pueblo o grupo social. Piensa que esto reforzó las culturas originales de cada sociedad. Al irse regenerando las mismas a través de las generaciones jóvenes, que, tomando elementos del pasado cultural no transmitido por las generaciones mayores y uniéndolos con elementos mismos de la cultura globalizada, forman una nueva cultura que combina elementos viejos y nuevos.
Volviendo a Canclini, él dice que las luchas generacionales con el factor primordial de esta ‘regeneración’ cultural, y resume que esto provoca, entonces, confusión entre los elementos propios y los ajenos. Piensa, al contrario de Morín, que la cultura globalizada hace que “los objetos pierdan la relación de fidelidad con los territorios originales”. Considera a la globalización como una consecuencia nefasta para la humanidad por varios factores desarrollados a continuación.
Primeramente, el ‘acortar las distancias’ hace que todo suceda más rápido, por lo que terminan más rápido también, creando una “cultura de lo efímero”. Un ejemplo perfecto de esto es la moda, la cual ahora más que nunca parece ser fugaz. Como vimos en el video “Pret a Porter” en clase, esta rapidez en que la moda va y viene crea a su vez una ‘subcultura’ superficial. La película compara un desfile de modas con un desfile de perros: ambas cosas ‘están de moda’ pero también, la rapidez con que suceden les resta importancia, por lo que no hay diferencias entre un acontecimiento y otro, es los mismo, mañana ninguno de los dos existirá expresado de esa manera.
Por otra parte, Canclini critica la política errática o irregular surgida de esta globalización, consumida por el consumo y el mercado, y adoptando posiciones de vendedores ante los ciudadanos, sus clientes. Manifiesta disgusto ante la decadencia en la calidad de vida de una mayoría de humanos no pertenecientes a una minoría donde se concentran las riquezas, debido a la consecuente globalización del mercado y el comercio.
Por todo esto resume que el consumismo es también consecuencia de la avanzada comunicación humana ya que los medios de comunicación masiva motiva a la creación de necesidades, ya sea materiales como ideológicos.
Canclini no es el único que reniega la globalización: Ernesto Sábato, en “La resistencia”, también condena a la globalización acusándola de cortar la comunicación interhumana y pidiendo que la población mundial tome conciencia sobre el asunto: “ a medida que nos relacionamos de manera abstracta, más nos alejamos el corazón de las cosas”. También acusa a los medios de comunicación masiva, “entidades sin sangre ni nombre propios” de ser los causantes de tal barbaridad. Sobre todo el Internet y la televisión. Concluye que el hombre vive ahora en un trance, con una forma de mirar y vivir el mundo diferente debido a la tecnología.
A modo de conclusión, cabe destacar que la comunicación humana es de origen antiguo en el hombre, con una finalidad clara y concisa que puede ser obstaculizada y con posibles consecuencias catastróficas según muchos autores, lo que demuestra la gran controversia, que incita algo tan natural y cotidiano como la comunicación entre nosotros.