JAPONIZAR ESPA'A: LA IMAGEN ESPA'OLA DE LA MODERNIZACI"N DEL JAP"N MEIJI

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JAPONIZAR ESPAÑA:

LA IMAGEN ESPAÑOLA DE LA

MODERNIZACIÓN DEL JAPÓN MEIJI

Florentino Rodao

Universidad Complutense

David Almazán Tomás

Universidad de Zaragoza

Modernizar España 1898-1914. Congreso Internacional: Comunicaciones,

 Guadalupe Gómez-Ferrer Morant (ed.)

Depto. De Historia Contemporánea (UCM), 2006. ISBN: 84-689-8305-5

        Japón también tuvo su parte de protagonismo cuando se hablaba de la modernización de España. La consciencia de que Japón había comenzado una etapa de renovación el mismo año, en 1868, con el período Meiji, permite que las imágenes sobre este país no sólo reflejen su evolución sino también los propios perceptores desde la península. La comparación se convirtió en una excusa para criticar la situación de España y por ello es factible asegurar que la representación de Japón también fue un reflejo de las ansias de modernidad en España. 

En la imagen de Japón comenzaron predominando las evocaciones exóticas, basadas en las ensoñaciones de autores como Pierre Loti, para ser hegemónica a principios del siglo XX la percepción de un país moderno, con un poderoso ejército pero también con otros avances decisivos para el progreso del país, tales como la educación. Durante la Gran Guerra, de hecho, se puso de moda el slogan, Japonicemos España, y el socialista Julián Besteiro lo repitió en más de una ocasión. 

Esta comunicación, por tanto, busca analizar la imagen de Japón, pero también los progresivos cambios que vivió. Para ello, consideramos especialmente relevante la prensa ilustrada, que tuvo un papel protagonista en acuñar la imagen de Japón tanto por su cantidad y calidad, comparable a la de otros países occidentales, como por la carencia de especialistas sobre el país, un hecho que Madrid intentó solventar con el envío a Japón de un agregado militar permanente adjunto a la Legación de España en Tokio, Eduardo Herrera de la Rosa y la escasa actividad diplomática española en Japón. Los libros que consideramos más significativos para acuñar esa imagen son los de Pierre Loti, junto con la obra del diplomático francés André Bellesort, La sociedad japonesa (1905), publicada por la popular editorial Montaner y Simón, pero especialmente los del famoso escritor guatemalteco Gómez Carrillo, autor de El Alma japonesa (1906) y, sobre todo, el célebre Dai Nipon (1905) de Antonio García Llansó, coordinador del pabellón japonés en la Exposición Universal de Barcelona de 1888 y activo divulgador de la cultura japonesa. Tras este libro, late la influencia del principal acuñador de la imagen de Japón en estos años, Lafcadio Hearn, cuya obra Kokoro: impresiones de la vida íntima del Japón fue también publicada en español poco después de finalizar la Guerra ruso-japonesa. Junto con un amplio repertorio de prensa ilustrada, hemos consultado también el diario barcelonés La Vanguardia durante los tres momentos más relevantes que permiten comprender la evolución de esa imagen durante los primeros lustros del siglo XX; como fueron el final de la Guerra Chino Japonesa, el mes de agosto de 1895, la victoria sobre el Imperio Ruso, el mes de septiembre de 1905 y, para la muerte del emperador Meiji, el mes de agosto de 1912.

Este trabajo está estructurado a través de las diferentes imágenes que proporcionaba Japón en esos momentos, que además de ser descritas y analizadas se intenta describir su evolución. Además, evita cubrir dos facetas de la imagen que tuvieron importancia en los años tanto anteriores como posteriores al período que cubre este congreso. En los años previos, Japón fue asociado con la idea del peligro amarillo, por la amenaza real que presentaba a las Filipinas, especialmente desde su dominación colonial en Taiwán, a pesar de la firma del Tratado de Límites en 1895. Después de la I Guerra Mundial, por su parte, la imagen del Japón imperial pasó a ser cada vez más un predominio de la derecha, pero tampoco lo consideramos relevante en este período.

1.- El emperador Meiji como motor de la modernización

El emperador Mutsuhito (1852-1912) fue una de las figuras más destacadas y conocida por los lectores españoles, gozando de un tratamiento informativo cuidado y respetuoso, y apareciendo ya durante su juventud, en 1875, en La Ilustración Española y Americana. A partir de la Guerra Sino-japonesa, su imagen se popularizó, apareciendo en publicaciones como Blanco y Negro, semanario que siempre contó en su nómina con dibujantes de primera fila. Una serie de nueve caricaturas del dibujante Mecachis aparecieron agrupadas bajo el título de “La vera efigie del emperador del Japón”, donde se ironizaba sobre la imagen de Mutsuhito en revistas imaginarias de Alemania, Bélgica, Italia, Inglaterra, Portugal, Estados Unidos, Francia, Rusia y, por último, en Móstoles. Es una de las escasas caricaturas del emperador japonés realizadas en España, si bien sí que se publicaron algunas, en época de guerra, tomada de periódicos extranjeros.

La tendencia fue a percibirle, de una forma similar a lo ocurrido con Alfonso XIII en la prensa norteamericana de la época, como uno de los escasos modernizadores de un país inclinado hacia el anquilosamiento y la tradición. Este papel quedó reflejado en numerosos artículos, especialmente destacable en el caso de Juan Mencarini (1860-1939), un personaje clave como puente con Asia Oriental, primero oficial de la administración china para asuntos de aduanas, después trabajando como diplomático para el Ministerio de Estado y a su regreso a España por sus artículos, conferencias y como autoridad en Asia Oriental, siendo encargado de pabellón chino en la Exposición Universal de Barcelona de 1888. Mencarini recalcó el papel de la monarquía en la industrialización y en los logros educativos japoneses en varios artículos, con un mensaje que iba recalcado con las fotos de los monarcas japoneses acompañando los textos. 

Tras su fallecimiento, el ya Emperador Meiji fue destacado en varias revistas ilustradas, como Alrededor del Mundo, que le llegó a calificar de “el más glorioso soberano de nuestra época”. La revista recalcó su protagonismo en la restauración imperial, en la supresión del feudalismo, en la modernización del país y en la creación de “una marina poderosa y un ejército aguerrido” que habría sido la causa de la victoria en las guerras con China y Rusia. La Vanguardia, por su parte, reflejó los cambios que se habían producido en la imagen de Japón y los artículos que comentaron su muerte y sucesión enfatizaron las ideas positivas ya apuntadas a partir de la Guerra Ruso-Japonesa, como la decisión de romper con las tradiciones anquilosadas, de occidentalizar su país o, en una vena con claras implicaciones políticas, su austeridad “El difunto mikado fue personalmente enemigo  de todo fausto [...] el y su familia gastaban menos que cualquier príncipe de uno de los estados europeos en miniatura relativa”.

2.- El ejército y las victorias militares

El ámbito militar fue el más relevante en la imagen de Japón durante los años que cubre este congreso que se prolongó hasta el final de la II Guerra Mundial, dejando un poso en la imagen de Japón como una sociedad militarizada que permanece en la actualidad.   Esta producción tan numerosa resulta especialmente relevante si la comparamos con la escasez en otros aspectos, por ello resulta necesario resaltar los momentos cuando las noticias sobre el ejército japonés fueron especialmente relevantes en España; la Guerra Chino-Japonesa de 1894-95, la guerra hispano-norteamericana de 1898, la llamada Revuelta Boxer de 1900 y, por último, la Guerra Ruso-japonesa (1904-05).

La participación nipona en la Guerra de 1898 fue vista de forma positiva, en especial a raíz de los rumores sobre su alianza con España y en general mejoró la imagen de Japón, aunque también aparecieron noticias sobre el apoyo verbal que Japón estaba prestando a la revolución filipina por medio de los Shishi o luchadores que viajaron a Filipinas a apoyar la lucha independentista. Las dos guerras en relación con China, tanto la de 1894-95 como la provocada por la rebelión Bóxer en 1900, también elevaron ligeramente la consideración internacional de Japón, especialmente esta última, por participar junto al resto de potencias occidentales. Las ansias de expansión colonial en Asia, ya fuera en Corea o en Manchuria, eran vistas como un impulso a la civilización, y la consolidación de las reformas modernizadoras se afianzaba al ser Japón percibido como el ejemplo positivo frente a las noticias negativas predominantes desde China, en especial por el tratamiento a los cristianos occidentales.  

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La guerra contra el imperio ruso de 1904-05, no obstante, significó un salto cualitativo. Luchando frente a uno de los principales ejércitos del mundo, los japoneses demostraron una efectividad y una resolución que les condujo hacia la victoria y hacia la admiración internacional. España también acusó el impacto por la sorpresa nipona, con multitud de artículos y libros analizando la marcha de la guerra. Las referencias a los aciertos militares nipones fueron múltiples, destacando los escritos de Aurelio Matilla para Nuevo Mundo, con comentarios de especialistas y análisis pormenorizados sobre distintos aspectos del ejército japonés, como el reglamento militar japonés para ...

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