La sociedad griega constituyó un ámbito incomparable de la vida cultural en la que se fomentaba el sexismo como modo de vida, y en donde las mujeres eran seriamente discriminadas.

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La sociedad griega constituyó un ámbito incomparable de la vida cultural en la que se fomentaba el sexismo como modo de vida, y en donde las mujeres eran seriamente discriminadas. Sin embargo, aunque la construcción social de esta milenaria cultura se basaba en la dominación masculina y subordinación femenina, ésta no fue nunca tan absoluta como se pensaba. El primer paso para abolir estos prejuicios los dieron, quizás sin siquiera darse cuenta,  los dramaturgos griegos. En Medea, Eurípides, dio vida a uno de los personajes femeninos de mayor trascendencia en el teatro universal. Mientras que Sófocles, nos deleita con un personaje de una fuerza espiritual única, puesta al servicio de lo que su razón le ha dictado como piadoso y justo: Antígona.  

El tema de la mujer, y su evolución a través de la literatura; resulta interesante, sin embargo, nos exige un profundo y detallado conocimiento de los grandes trágicos griegos, así como también de las tramas y características de este tipo de literatura.

En la Grecia de Platón y Aristóteles las mujeres no eran, desde luego, algo deseable. Estas eran consideradas como un mal necesario, un ser inferior, constantemente despreciado por los hombres. Las mujeres tenían prácticamente el mismo estatus social que los esclavos. Al igual que éstos; carecían de derechos políticos y jurídicos. Siendo soltera dependía incondicionalmente de su padre; casada, pasaba a ser ‘propiedad’ de su esposo y viuda, de su hijo mayor.  

Desde el punto de vista masculino, la mujer no era más que un ser repugnante y funesto. Su rol dentro de la sociedad griega se limitaba exclusivamente a la vida doméstica. Las actividades masculinas, en cambio, eran consideradas dignas de gloria e inmortales.

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“Con pequeñas diferencias,

tanto en Grecia como en Roma,

la mujer ocupaba un lugar secundario.

En Grecia, aparece celosamente recluida en el Gineceo,

recinto exclusivo del hogar para la mujer y sus esclavas,

y en Roma, se le relegaba al hogar.

De tal manera

es riguroso este rol de las mujeres

que los historiadores griegos

prácticamente no hablan de ellas…”                   (Una vida secreta y limitada, anónimo)

Si bien es cierto, en aquella época la mujer estaba relegada a un segundo plano, por lo que resulta extraño que dramaturgos de la talla de Eurípides y ...

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