"Hace diez años nadie sabía de China en Brasil; después estalló la demanda y están comprando en cantidad", dijo Luiz Carlos Tremonte, que dirige una asociación de la industria.
En el interior de Australia, se está expandiendo una planta de gas natural líquido para alimentar la voracidad china de energía.
DE CONQUISTADOR
Durante años, el auge económico chino ha repercutido en la vida de occidente sobre todo con los productos importados Made in China desde ropas hasta computadoras. Pero ahora, el crecimiento económico insinúa un cambio en el equilibrio de poder de China con el resto del mundo.
El alcance chino se extiende ahora desde el desierto australiano hasta el Sahara pasando por la selva amazónica, regiones que están suministrando bienes a China.
El dragón asiático ha aumentado su presencia política y diplomática notablemente en Africa, donde está canalizando miles de millones de dólares en ayuda. Y cada vez más está influyendo sobre el estilo de vida de gente en todo el mundo -tal como Estados Unidos lo hizo antes- como con las clases de chino mandarín que se enseñan en escuelas desde Argentina hasta el estado de Virginia.
China, al igual que Estados Unidos, está aprendiendo que ser potencia mundial tiene sus ventajas y sus desventajas. Las repercusiones del dentífrico en mal estado han sido severas, al igual que las críticas por el apoyo chino a regímenes como el de Sudán.
Para comprender por qué la influencia china está desbordando sus fronteras es cuestión de apreciar las matemáticas. Cuando 1.300 millones de personas quieren algo, el mundo lo siente, en especial con el surgimiento de una clase media cada vez más numerosa.
China compra equipos de minas de carbón a Polonia y está perforando en busca de petróleo y gas en Etiopía y Nigeria. Ha invertido cientos de millones de dólares en la industria cuprífera de Zambia. Es el mayor mercado mundial para teléfonos móviles, y la lista sigue.
Además de buscar otros países para importar los productos que necesita su población, China también explora el mundo en busca de mercados para sus productos.
En la convulsionada Liberia, donde escasea la electricidad, los generadores chinos mantienen la economía nacional en movimiento.
Los modelos occidentales más costosos, que prefieren las agencias de ayuda y los diplomáticos, están fuera del alcance de pequeños comerciantes.
Mohamed Kiawu, que opera un puesto telefónico en la capital Monrovia, dijo que un generador chino usado cuesta 50 dólares. "Pero ni siquiera 250 dólares alcanzan para comprar un generador usado estadounidense o europeo. No son para gente como yo".
Aunque los generadores chinos son más proclives a averiarse, Kiawu pronosticó que al ofrecer productos para la gente ordinaria, China "conquistará pronto el corazón de la gente común en el Africa".
Estrategia de expansión es comercial, no territorial
China debe compensar décadas de estancamiento económico después que los comunistas se tomaron el poder en 1949. Cuando el líder chino Deng Xiaoping empezó a instrumentar reformas económicas en 1978, los agricultores apenas sobrevivían. "Los chinos no quieren guerra, solo quieren el poder comercial", dijo David Zweig, profesor en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong. "En el pasado, si una nación quería expandirse tenía que ocupar territorio. Ya no hace falta apoderarse de colonias. Basta tener productos competitivos para comerciar".
A medida que aumenta el papel chino en el mundo en desarrollo, algunos países occidentales temen que pueda socavar los esfuerzos para promover la democracia. En su intento por asegurarse mercados y conquistar aliados, China está intensificando su asistencia para el desarrollo al Africa y Asia.
El presidente chino Hu Jintao prometió el año pasado duplicar su ayuda al Africa entre el 2006 y el 2009, con 3.000 millones de dólares en préstamos, 2.000 millones para créditos de exportación y un fondo de 5.000 millones para estimular las inversiones chinas en Africa.
También se comprometió con Camboya con un paquete de ayuda de 600 millones de dólares y accedió a extender un préstamo de 500 millones a las Filipinas para un proyecto ferroviario.
Pero China también ofrece apoyo a naciones como Mianmar, Zimbabue y Sudán (al que le compra dos tercios de la producción petrolera) cuya situación de derechos humanos les ha hecho perder la ayuda de occidente.
Sin embargo, en África y Asia, algunos se quejan de que masivos proyectos de infraestructura financiados por China involucran principalmente trabajadores y empresas de ese país, en vez de crear empleos y riqueza para la población local.