Una gran característica de la energía nuclear, es que es bastante limpia. Los combustibles fósiles son altamente contaminantes. De esta manera, una gran parte de las centrales eléctricas deberían ser de energía nuclear y así se dejaría de lado la dependencia del carbón, del petróleo y del gas natural, siendo los dos últimos escasos en la actualidad. Otra alternativa disponible es la energía hidroeléctrica, pero ésta nos hace depender mucho de los factores climáticos. Tan sólo dos años secos pueden desestabilizar una matriz energética basada sólo en agua. En comparación, la energía hidroeléctrica, cuya tecnología se emplea por casi un siglo, contribuye en un 18% del balance mundial, y las perspectivas de aumento de este valor, a nivel mundial, son limitadas, contrario al caso de la energía nuclear.
La energía nuclear ha contribuido mucho en el desarrollo de diversas ciencias y aspectos, como por ejemplo en la medicina, la alimentación, agricultura, medio ambiente, entre otros.
Una de las aplicaciones más comunes de la energía nuclear es la medicina. El área de diagnóstico, radioterapia y radiología se beneficia completamente de ella, y sin estas técnicas, la medicina moderna no podría concebirse.
La medicina chilena en particular ha sacado provecho del uso de radiaciones y de radioisótopos en exámenes, diagnosis, prognosis y terapia. La especialidad de la radioterapia trabaja contra tejidos malignos o tumores, tratamientos que se realizan desde comienzos de siglo y se han perfeccionado enormemente. Casi no existen efectos secundarios y su efectividad es cada vez mayor.
En la alimentación, la acción de la energía ionizante (que no es muy diferente a la de la luz solar y de los rayos ultravioletas) sobre los alimentos, consume muy poca energía y disminuye el uso de aditivos y fumigantes. Como el proceso es frío, los alimentos conservan su frescura y su estado físico. Además esta técnica es aceptada y recomendada por la FAO, OMS y el OIEA, ya que evita la proliferación de insectos y bacterias.
En cuanto a la agricultura, las aplicaciones nucleares apuntan a la investigación de la fertilidad de los suelos y evitar las plagas de insectos en ellos. De esta forma, mediante trabajos de irradiación se pueden realizar mutaciones que permiten la variabilidad genética de especies vegetales, y lograr nuevas variedades de especies con características peculiares, como mayor resistencia, larga vida y aumento en sus capacidades reproductivas.
Gracias al manejo de diversas técnicas nucleares, se puede determinar exactamente las cantidades de diversos contaminantes para el beneficio del medioambiente, mediante un procedimiento llamado Análisis por Activación Neutrónica, que consiste en irradiar una muestra para luego observar su emisión y saber los elementos que componen la muestra y en qué concentración. También es posible hacer estudios de contaminación de aguas superficiales, subterráneas, ríos, lagos y mar, estudios del desplazamiento de contaminantes, sólidos, líquidos y gaseosos, etc.
Sin embargo, a pesar de todos los beneficios nombrados anteriormente, en Chile, muchas personas no consideran a la energía nuclear una fuente segura, por ende, ésta no posee el apoyo social suficiente. Ahora, antes de descartarla del todo, es necesario cuestionarnos por qué existe tal rechazo. El Ministerio de Energía hace un tiempo, presentó resultados de una encuesta realizada el año 2009, para conocer la opinión de la ciudadanía acerca de la conveniencia de construir plantas de energía nuclear en Chile. Aparentemente, la causa de este rechazo yace en el desconocimiento que hay acerca de los beneficios de la energía nuclear. Esto se explica de la siguiente forma: Un 67% de los entrevistados se opuso tajantemente a la idea de construir tales plantas, argumentando en gran parte la supuesta peligrosidad e inseguridad que suscitan. No obstante, existen ciertos argumentos que podrían contribuir a cambiar la opinión de aquellos que se oponen a la energía nuclear. Por ejemplo, más del 50% respaldaría la construcción de plantas atómicas si se convenciera de que es más limpia que otras energías, mientras, aproximadamente, 40% la apoyaría si con ello se asegura el abastecimiento energético, si abarata la energía, si permite prescindir del carbón o evita el uso de los ríos. Adicionalmente, los promotores de la energía nuclear han ganado el apoyo de empresarios, académicos, sindicalistas y hasta de los gobiernos que se definen como de izquierda o progresistas. Los nuclearistas han ganado el apoyo de varios sindicatos, donde todos juntos marchan tras de la bandera del crecimiento económico y del progreso.
Todo esto indica que el Ministerio de Energía debería enfrentar con fuerza y oportunidad la necesidad de superar el desconocimiento de aspectos técnicos que reflejó esta encuesta, debido a que no se puede afirmar algo si la mayoría del rechazo se debe al desconocimiento del tema y no a una opinión sólida con argumentos que tengan fuerza. Una publicación del diario La Tercera en julio del presente año, señala que: La actual falta de información, en Chile y el mundo, sobre la realidad tecnológica, particularmente en el área energética, amenaza con conducir a costos de enorme magnitud, que afectarán el bienestar de la humanidad. Con información insuficiente, cuando no derechamente errónea, avanzan propuestas de ralentización del desarrollo económico en el mundo para ajustar las actividades productivas y los esfuerzos por mejorar las condiciones sociales a supuestos límites que derivan de consideraciones ambientales y ecológicas.
Una gran preocupación latente a nivel mundial que se origina en uso de la energía nuclear es que explotar un modelo energético basado en ésta, aumentaría el terrorismo y la proliferación de armas nucleares. Estas armas han representado una gran amenaza debido a ser protagonistas de grandes catástrofes, sin embargo, aquellos países que manejan la energía nuclear no han hecho caso omiso del tema. En el año 1968, los Estados Nuclearmente Armados (NWE, por sus siglas en inglés), crearon un tratado que marcó un hito histórico, cuyo fin es evitar la proliferación de las armas nucleares, evitar la tecnología armamentística y fomentar la cooperación en el uso pacífico de la energía nuclear. Estados Unidos, Rusia, Francia, China y el Reino Unido son los países que tienen permitida su posesión y son ellos los únicos que habían detonado un ensayo nuclear hasta 1967. El Tratado entró en vigencia en 1970, y para enero de 2000, un total de 187 partes se habían sumado. Este tratado establece un sistema de salvaguardias cuya responsabilidad se centra en el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Las salvaguardias se utilizan para verificar el cumplimiento del tratado mediante inspecciones dirigidas por el OIEA. El tratado fomenta la cooperación la tecnología nuclear pacífica, al igual que la igualdad de acceso a esta tecnología para todos los Estados que firmaron, mientras que las salvaguardias evitan la desviación de material fisionable hacia usos armamentísticos.
Para dejar más en claro el objetivo de este tratado, se citarán algunos artículos clave que cumplen con los principios fundamentales.
En el artículo I, los Estados Nuclearmente Armados se comprometen a no transferir tecnología nuclear ni tecnología sobre armas nucleares a otros países, ni tampoco a asistir en el desarrollo de tales armas, bajo ninguna circunstancia. El artículo VI rescata el derecho inalienable de todos los estados a desarrollar la energía nuclear para fines pacíficos y en concordancia con los artículos I y II. El artículo VI y el preámbulo indican que los Estados Nuclearmente Armados se comprometen de buena fe a iniciar negociaciones para la reducción y liquidación de sus arsenales nucleares.
Después de esto, queda claro que sí existen armas nucleares, pero su manejo está en manos de los especialistas. Además, este tratado fue creado para demostrar que su objetivo es claro; la proliferación de armas nucleares no es ni una opción ni una posibilidad y está siendo resguardada constantemente con una penalización cada vez más rigurosa. El desarme de las armas nucleares que se incorpora en el tratado, da cuenta de que estas armas a futuro no existirán, y el desarrollo de la energía nuclear estará totalmente desligado con fines armamentistas.