Hace algunos aos me pidieron que fuera a dar una charla a los paps de un colegio sobre la relacin padres-hijos. Pens
Sentido de vida: El remedio contra la infelicidad "No es feliz quien no sabe por qué y para qué vive, o cuál es el sentido de su vida. Y va caminando por esta tierra sin rumbo, impulsado por la corriente anónima de las modas, sin comprometerse con nadie ni con nada, balanceándose en la vaguedad de la indefinición". Hace algunos años me pidieron que fuera a dar una charla a los papás de un colegio sobre la relación padres-hijos. Pensé, entonces, que mis alumnos de cuarto medio, del San Ignacio, eran quienes mejor me podrían ayudar a preparar la charla. Les propuse que escribieran una carta de agradecimiento a sus propios papás por lo que habían recibido de ellos en su vida. Una de esas cartas que escribió uno de ellos me bastó para motivar toda la charla que tenía que dar en otro colegio. El muchacho con la crudeza y contradicción de sus 17 años, se expresó así en su carta: "Papá: ¿Qué te puedo agradecer?¿Todo?¡Quizás!...¿Nada?¡Quizás!. A ti papá sólo te puedo agradecer lo que me has dado, pero es tan poco que mis agradecimientos no pueden pasar de un "gracias señor", pues dudo que puedas oír un "muchas gracias papá". No es mi culpa, no sé si será culpa tuya¡Qué sé yo!¡Qué tengo que saber yo! Si lo único que quiero es olvidar aquellos días en que sólo discutías y sólo reñías. Lo único que recibimos de ti fueron obsequios que nos hacían felices por momentos, pero eran sólo obsequios que se rompieron, se estropearon o perdimos. ¿Dónde está lo inolvidable? ¿Dónde? Yo no sé, sólo recuerdo muy pocos pasajes de alegría familiar. ¿Los recuerdas tú? ¿Te acuerdas cuando salíamos a andar a caballo y lo bien que lo pasábamos? Pero hace tanto tiempo de eso, que no sé si esos recuerdos serían sueños o realidad. A veces, cuando cuento esto me pregunto si estoy mintiendo, si sólo fue un sueño que tuve, ya que cuando uno es niño siempre sueña con ser feliz. ¡Qué bien!
Ahora tengo 17 años y, por suerte, una memoria frágil ya que en todos estos años pasan cosas que si las recordamos habría más desdicha que alegría... "¡Hola mamá! ¿Cómo estás? Pero, qué te pasa..qué tienes? " "Nada hijo, nada..es que tu padre.." ¡Cuántas veces tuve que oír esas palabras, cuántas veces tuve que ser un hombre cuando aún ni siquiera lo soy ahora! ¡Cuántas veces cuando aún ni siquiera sabía sonarme tuve que ponerme una careta de hombre, tragarme las lágrimas, parecer duro y afrontar! ¡Papá, yo te felicito! ¡No todos tienen tanta plata ni son tan inteligentes como ...
This is a preview of the whole essay
Ahora tengo 17 años y, por suerte, una memoria frágil ya que en todos estos años pasan cosas que si las recordamos habría más desdicha que alegría... "¡Hola mamá! ¿Cómo estás? Pero, qué te pasa..qué tienes? " "Nada hijo, nada..es que tu padre.." ¡Cuántas veces tuve que oír esas palabras, cuántas veces tuve que ser un hombre cuando aún ni siquiera lo soy ahora! ¡Cuántas veces cuando aún ni siquiera sabía sonarme tuve que ponerme una careta de hombre, tragarme las lágrimas, parecer duro y afrontar! ¡Papá, yo te felicito! ¡No todos tienen tanta plata ni son tan inteligentes como tú para los negocios¡ Pero, ¡Ojo conmigo, que mi precio va subiendo y creo que ya no me vas a poder comprar!" Si le hubiera preguntado a ese papá qué buscaba en su trabajo y en sus negocios, sin duda habría respondido: -"¡Lo único que quiero es la felicidad de mi familia, darles una buena educación a mis hijos!" Pero si insistiéramos en preguntarle: ¿No crees que el tiempo que dedicas al trabajo se lo quitas al tiempo que podrías dedicar a tu familia y a estar con tus hijos, si te resolvieras a ganar menos? ¿No los haría más felices dándoles una buena educación con tu presencia que mucho dinero con tu ausencia? Ahora tal vez no lo entienden, lo entenderán después. Pero el tiempo que ahora le quitas a tus hijos es esta etapa de la vida..¿lo recuperarán después? Muchas veces son los mismos hijos e incluso la esposa los que por un lado reclaman la falta de presencia del padre o marido en la casa pero, por otro, le urgen a que se extralimite en el tiempo del trabajo para que les suministre todo el dinero que exigen para sus gastos, que no siempre son imprescindibles. Es el caso de un papá que escribía una carta al director de "El Mercurio", en los siguientes términos: " Hace pocos días, a la hora de almuerzo, uno de mis hijos me dijo que él creía que yo era un mal abogado, conclusión a la que llegó dado el auto que tenemos, un humilde Nissan Sunny año 1991. Le explique que podía tener razón, en cuanto a considerar mi mala calidad profesional, y le observé dos cosas: primero que no podía calificar a nadie por los bienes que detenta y segundo, que no pregonara demasiado su conclusión, porque si mis clientes llegaban a pensar igual, el más perjudicado sería él mismo, porque El "Smog" del "Snob" El mundo en que vivimos está cargado de tensión, que como el "smog" nos ahoga y no nos deja respirar tranquilos. Es la tensión que crea la competencia. Hasta en los deportes, en los que regía antes la distinción del "fair play" que sabía aplaudir y celebrar los buenos raquetazos y saques del adversario, desde que se les marcó con el signo dólar, se han convertido en verdaderos campos de batalla con destrucción de bancos y lluvia de sillas. Hay tensión en el trabajo, por la ansiedad de satisfacer a la empresa en sus requerimientos de eficiencia y éxito. El interés del triunfo económico ha transformado los viejos clubes y salones de vida social, en salas de eventos para hacer negocios. Existe- por otra parte- una tendencia a vivir acelerados con una agresividad avasalladora por la tensión de la competencia implacable a que lo somete el mercado. El "exitoso" joven de estilo "yuppi" no tiene paz consigo mismo ni infunde simpatía en el trato con sus mismos colaboradores. Crea tensiones con las personas que se trata. Está en continua ebullición pensando y programando más y más actividades. Estas tensiones llegan al hogar y deterioran la vida familiar. No es capaz de escuchar ni dialogar ni siquiera con su propia esposa ni sus hijos. El empresario, o los subalternos inmediatos, por exigir eficiencia laboral no se interesan por sus empleados y trabajadores como personas: sus sentimientos, preocupaciones familiares y dificultades de salud. A éstas se las califica sólo por la eficiencia del rendimiento en los trabajos de la empresa o en el interés de lo que pueda sacar de ellas para nuevos proyectos. Por lo mismo, el mal de nuestro tiempo es la depresión, que en la mayoría de los casos, es una consecuencia del estrés del que se vive por la ansiedad para responder a todos los requerimientos del mundo de hoy. Los remedios que más se consumen para paliar el mal del siglo son tranquilizantes, somníferos o antidepresivos. Los hombres de nuestro tiempo viven en permanente tensión entre las alturas del figurar y tener y el "bajoneo" de sentirse irremediablemente vacíos y sin sentido. El hombre actual no vive sino que es vivido. Piensa, siente, decide y actúa "por lo que se dice", "lo que se piensa", "lo que se estila", "lo que se usa". Es un ser neutro que no tiene vida, gustos, pensamientos e iniciativas propias, donde existe una ausencia tremenda de : "Lo que yo pienso, lo que a mí me gusta, lo que yo quiero". Viktor Frankl, el psicólogo y psiquiatra, llega al fondo de esta situación del mundo actual cuando afirma: "El problema de nuestro tiempo es que la gente se encuentra atrapada en una penetrante sensación de falta de sentido, que es el síntoma más relevante de la neurosis colectiva contemporánea: el vacío existencial. Nuestra sociedad industrial se empeña en satisfacer todas las necesidades ; nuestra sociedad de consumo se afana incluso, en crear necesidades para poder satisfacerlas; pero la más humana de todas las necesidades del hombre- de encontrar sentido a la vida- queda sin ser satisfecha. Puede que la gente tenga lo suficiente para vivir, pero no tiene suficientemente claro para qué vivir. ¿Dónde está la felicidad? El anhelo más profundo del ser humano es la felicidad, aunque muchas veces no se tenga tan claro dónde la va a encontrar. Busca una plenitud que lo llene. Todo ser es feliz cuando realiza su vocación personal, cuando va siendo lo que verdaderamente es. Cuando va desplegando las capacidades que lleva dentro de sí; cuando se siente viviendo y vibrando con todo su ser en todo encuentro con la vida, con la verdad, con la belleza y , sobre todo, con el amor. La felicidad no la constituyen los bienes y las riquezas materiales del mundo exterior. Hay muchos ricos que son pobres de felicidad, y hay más pobres en bienes materiales que son verdaderamente felices. No es de afuera, es una vibración interior que necesita ser estimulada por agentes externos. La felicidad se nutre en la comunicación con la naturaleza, con las otras personas y con Dios. No es algo que se obtenga de un golpe, para siempre; es algo que hay que ir buscando en un largo proceso que nunca termina. El hombre es feliz cuando es capaz de salir de sí en busca de algo o de alguien al que nunca logro alcanzar, que está más allá de sí mismo y lo impulsa a trascenderse y buscar fuera de sí. Todo ser humano se encuentra a sí cuando sale de sí. "La felicidad es como una mariposa que cuando la persigues siempre huye más allá de tu alcance, pero que cuando te sientas tranquilamente, puede posarse sobre tu hombro" (N.Hawthorne). La búsqueda ansiosa de la felicidad espanta lo mismo que se pretende alcanzar. La felicidad no se persigue sino que se consigue; llega aleteando como paloma en torno a los granos de amor que se han esparcido por el camino de la existencia. Por lo mismo, no es feliz el hombre que vive esclavizado por el dinero, por acumular bienes materiales en los que pone su seguridad y la de su familia. No es feliz el que vive en continua tensión para dar figuración y quema sus energías en representaciones desgastadoras de hombre exitoso que pretende estar en todas las paradas. Probablemente lo admiran mucho pero lo quieren poco. No es feliz quien no sabe por qué y para qué vive, cuál es el sentido de su vida. Y va caminando por ersta tierra sin rumbo, impulsado por la corriente anónima de las modas, sin comprometerse con nadie ni con nada, balanceándose en la vaguedad de la indefinición. Son felices los que tienen un corazón de pobres porque no se sienten atados a los bienes materiales, los que reconocen su indigencia fundamental aunque tengan mucho dinero. Son felices porque en su pobreza sienten la seguridad de ser queridos por Dios, son interiormente libres y señores de la creación.