TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA REDACCIÓN PERIODÍSTICA II

El leguaje periodístico: la expectativa del destinatario

Distinción entre hechos y opiniones: utilidad legal y requisitos lingüísticos

El hecho, el acontecimiento, el suceso... Estas palabras responden al fenómeno esencial de la labor periodística. La naturaleza de ese núcleo puede ser planteada desde multitud de opciones que en el fondo están emparentadas con la Teoría del Conocimiento, es decir, el tema de la realidad y de la verdad. De ahí surgen las posturas como la del “periodismo espejo (de la realidad)” o la del periodista como “ventana abierta al mundo”. También, al otro lado de estas tesis que identifican el hecho con la realidad, nos encontramos con el hecho como abstracción lingüística o al hecho como constructor de una cosmogonía propia, la que José Luis Sánchez Noriega llamó “medialidad” en su Crítica a la seducción mediática. Desde este sector de “apocalípticos” parten las críticas a los mass media plasmadas en la acusación de “presentismo”.

No obstante, dejemos aparte esta discusión. No es pertinente dentro de nuestro enfoque, aunque merece al menos nombrase por lo interesante y amplio de cada posición. Debemos seguir para dedicarnos a la noticia. La noticia es consustancial e inherente al hecho, hasta el punto de que afirmar que primero es el hecho y luego la noticia es arriesgado.

        Se dice que hay acontecimientos noticiosos y no noticiosos. Pero, ¿cuál sería el valor de realidad que tendrían los últimos al no ser publicados? La elección de clasificar un segmento de la actualidad como noticioso está regulada por múltiples factores muchas veces arbitrarios. De todas formas las convenciones de la profesión en algunos puntos son unánimes en cuanto a los factores de selección. No olvidemos los estudios sobre los fundamentos que utilizan a los “gatekeeper” como filtradores de una amplia e inabarcable información, la cultura. Toda acción social es susceptible de convertirse en noticia en principio. Valores como el conflicto, la rareza, la moda, la cercanía, la tragedia, etcétera, son los que se enfrentan con ese gigantesco acontecer. Estas conclusiones –basadas en la observación y en la experimentación contrastada- marcaron un precedente y hoy son aceptadas por la gran mayoría.

Entonces el hecho sigue perdiendo fronteras con la noticia. Martínez Albertos nos define a esta como un “hecho verdadero, inédito o actual de interés general, que se comunica a  un público que pueda considerarse masivo una vez que haya sido recogido, interpretado y valorado”. Personalmente, para no acabar en la explicación cíclica, en la definición analítica,  sería conveniente unificar e incluso hacer una pirueta de sinonimia con los conceptos de hecho y noticia.

Cuando el reportero está en el lugar oportuno o va a cubrir algún evento sigue estos pasos de traducción cognoscitiva- lingüística: Primero observa; después acontece dentro de una acción más larga –continua- algo que llama su atención por su capacidad de transformarse en noticia y toma sus notas. En este último paso es donde aparece el hecho, junto a la noticia. Cierto es que todavía esas notas deben llegar al redactor para que aparezca lo que sin duda llamamos noticia: un producto informativo para la comunicación de masas.

Lo que se pretende es distinguir la opinión del hecho como diferentes  procesos  tanto psicológicos como redaccionales. Desde la Tª de la Redacción Periodística  se manejan por separado y se insiste en la superación de la confusión de los dos quehaceres del oficio. Esta es una enorme tarea partiendo de los textos que aparecen en los periódicos –donde la mezcla es frecuente-. No es fácil. La pretensión de la Tª  de la R. P es crear patrones modélicos. Pero de lo dado a lo ideal hay un  buen trecho.

Así surge la necesidad de crear y calificar como “lo que debe hacerse”  toda una serie de requisitos lingüísticos. Unos son consecuencia directa de la dinámica del periodismo, el tratamiento de la actualidad, su condición de medio de masas, el tiempo y el espacio limitado y las “exigencias” de la importantísima tecnología de la información. Pero también hay otro tipo de  a priori que tienen su raíz en los principios éticos más unánimes de los distintos códigos deontológicos de la profesión. Pero este aspecto se tratará con profundidad en el siguiente epígrafe. Veamos ahora con detalle el primer grupo de requisitos.

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El propio lenguaje periodístico es una consecuencia de factores extralingüísticos. Así lo señala Martínez Albertos:

El lenguaje periodístico es, antes que nada, un código lingüístico específico al servicio de unos fines informativos. La causa de que exista hoy una forma de expresión “sui generis”, a la que se llama estilo o lenguaje periodístico, hay que buscarla en la necesidad históricamente sentida por unos determinados escritores que tuvieron que adecuar las formas de expresión literarias de su época al principal objetivo de toda actividad profesional periodística: transmitir noticias con economía de palabras” (pág. 212 )

Por eso Dovifat ...

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