Cada persona posee características que son visibles cuando presenta un argumento. Las más apreciables son las características físicas, y a medida que se presenta su argumento, se pueden deducir o atisbar rasgos de sus preferencias y mostrar su estilo lingüístico, que simboliza su nivel cultural. Estas dos últimas son en general las características que más pueden influir en la respuesta de las personas.
La persona que se encuentra analizando su argumento también posee sus propias características físicas, preferencias y definiciones culturales. Si estas difieren de las del argumentador, la posición que esta persona adopte se verá influenciada involuntariamente. Antes de analizar cómo las características físicas, preferenciales y culturales condicionan la respuesta que se puede tener frente a argumentos, hay que ver como la familia y la educación forman éstas. La familia genera primero las características físicas de un individuo debido a la genética y a su cuidado, como por ejemplo el de los hábitos alimenticios de sus hijos. Además, los padres juegan un rol importante en la formación de preferencias de un joven. Por ejemplo, cuando un joven comienza a interesarse en la política, siempre acude en un principio a sus padres, los cuales le mostraran su propia visión de la política (su partido, sus ideales políticos, etc.), y casi siempre tiende a quedar esta impregnada en la del hijo. Otro ejemplo más cotidiano es como la familia influye en el nivel cultural de los hijos. Dependiendo del incentivo de los padres en esa área, el nivel de cultura y conocimiento de los hijos puede variar. Esto puede generar, por ejemplo, que la respuesta entre dos personas, una culta y una con un conocimiento extremadamente menor, sea diferente ante un argumento. El tipo de educación que una persona recibe, al igual que la familia, condiciona la manera en la que reaccionará frente a cualquier argumento. La educación es generalmente la que avoca (qué quieres decir con esto?) a la objetividad ante todo, por lo que se dice que podría lograr que una persona responda desde su propio y único punto de vista, sin ser influenciado por ninguna corriente subjetiva. Si bien esto es complicado, no es imposible, ya que existe gente que dedica su vida a analizar argumentos de manera lo más objetiva posible. Sin embargo, si el contexto educacional no es el que influye en la respuesta que se genera a un argumento, el inconsciente puede actuar de igual manera llevando a una respuesta desde el subjetivismo: la manera en la que la persona la presenta, ya sea persuadiendo o por su gran oratoria (en el caso de un argumento expuesto oralmente) pueden influenciar en como uno responde frente a este argumento, aunque uno no lo note. Tanto como la apariencia física. Por ejemplo, una de las grandes razones por la que el partido nazi obtuvo una respuesta positiva por parte de la gran mayoría del pueblo fue debido a la gran oratoria de Hitler. Su esfuerzo invertido en lograr persuadir a través de sus discursos es reconocido por casi todos los historiadores. Este esfuerzo es descrito en una frase sacada de un sitio llamado Estudio de Hitler: “Tuvo un profesor, Paul Devrient, que fue cantante de ópera. Le enseñó técnicas para su puesta en escena y también le enseñó a educar su voz. Pocos políticos se habían tomado esas molestias. Pero Hitler sí. No dejó nada al azar. Solía quedarse afónico tras sus discursos y terminaba absolutamente agotado”. Ciertamente este esfuerzo dio sus frutos: a pesar de la evidente represión por parte de su régimen, Hitler logró convencer al pueblo alemán de que con el florecía una nueva Alemania, mas próspera. Con este ejemplo se demuestra cómo el lenguaje junto con personalidad, pueden afectar inconscientemente la respuesta de uno frente a argumentos. El lenguaje es crucial para lograr una respuesta favorable frente a un argumento, puesto que es la base de todo conocimiento y pensamiento.
El contexto en el que se encuentra presentado un argumento es el otro elemento significativo que condiciona la aceptación o rechazo de éste. Si un argumento se encuentra demasiado adelantado a los asuntos que se encuentran tratando en ese momento, puede generar tanto expectación (si es una idea que puede y/o promete descubrir alguna pregunta existencial no resuelta, por ejemplo) como rechazo (si, debido a las condiciones actuales, suene fuera de lugar o descabellado.
Dirigiéndose a lo obvio, la situación política del lugar donde se presenta este argumento puede afectar directamente a la respuesta que se produzca. Por ejemplo, si en una asamblea de comunistas se presenta una persona y esta expone un argumento de cómo el capitalismo es la única solución a los problemas sociales, el público claramente rechazaría tal argumento sin siquiera analizarlo, es un argumento fuera de contexto, y por ende, ni siquiera meditable.
Sin embargo, no sólo el contexto político es el que puede afectar la respuesta ante un argumento. El contexto cultural en el que se encuentra planteada la argumentación limita o extiende las posibilidades de una respuesta favorable. Por ejemplo,